Entre los múltiples homenajes al escritor, poeta y periodista Eduardo Galeano, poco se ha hablado sobre la visión crítica que sostenía acerca del futbol. Es bien conocido su interés por la magia y la pasión que se desprendían del balompié, sin embargo casi nada se ha escrito sobre el retrato honesto que le realizó al futbol como deporte, escenario en que al ritmo del tango Mano a mano: triunfan y claudican milongeras pretensiones. Este ejercicio de denuncia, culmina en su novela: La canción de nosotros galardonada con el Premio Casa de las Américas en 1975, la cual fue premiada en conjunto con: Mascaró, el cazador americano de Haroldo Conti; escritor argentino que también pasaría por las páginas de uno de los libros del autor uruguayo.
Es importante remarcar que en La canción de nosotros, la narración oscila entre la ficción y la crónica, misma que nos permitirá abordar mediante el personaje apodado: Flecha, los sinsabores de un golero que ha terminado por convertirse en un miembro más del paisaje miserable que sucede continuamente en Montevideo, en otras palabras es la crónica de una derrota. Allí, Eduardo Galeano lo mismo que otros escritores de su generación, como es el caso de Benedetti, entra al debate sobre el propósito del futbol en un país latinoamericano que asimila los éxitos y fracasos de su equipo favorito, como si fueron los suyos.
Al parecer Flecha fue alguna vez un gran jugador, pero el medio social y las mieles de la fama terminaron por quitarle el gol, fue entonces que su magia desapareció.
Aquí comienza a ocurrir algo en las letras uruguayas que antes no había pasado. Y es que mientras con Mario Benedetti en Puntero Izquierdo, cuento que viene incluido en el libro: Montevideanos, existe una explosión narrativa y hasta lúdica del futbol. Es solo hasta el personaje: Flecha de Eduardo Galeano, que se plantea verdaderamente el problema de denuncia.
No podemos engañarnos, parece decirnos Galeano llegados a este punto. Pues si verdaderamente se ama un deporte, es necesario contar la historia de alguien como Flecha, que se asemeja a los relatos de los boxeadores retirados. No hay duda, el deporte más hermoso del mundo necesita sacrificios, pero conoce al mismo tiempo de héroes, de personajes que pese a que perdieron el gol, aún pueden recordar el momento justo en que lograron que un equipo pasara de jugar unos partidos a ganar una final.
Tal y como lo he dicho, solo se sabe que uno ama verdaderamente algo, cuando habla de ese “algo” con absoluta franqueza. Y es justamente lo que hace Eduardo Galeano en su novela. Ya después llegarán otros libros y otras entrevistas, pero es en este momento en su producción narrativa, que se quita la máscara y habla con absoluta honestidad sobre el deporte que tanto amó.
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