La final inglesa de la Champions League tendrá a dos equipos que se construyeron exclusivamente con trabajo y esfuerzo. No recuerdo una semifinal de Copa de Campeones con tantas emociones. No recuerdo dos remontadas similares en ambas llaves. No recuerdo partidos que nos partieran, valga la redundancia, tanto al medio porque los cuatro equipos se hicieron un lugar en nuestro corazón.
Futbol, esa es la única palabra con la que se explica lo que hemos vivido en estos dos días. Es la palabra que viene a llenar de sueños las cabezas de dos planteles. La misma que, sin temor a ser contradictoria, viene a clausurar con crueldad inaudita los sueños de otros dos clubes. Futbol, eso es lo que hemos visto en estos dos días. Eso que nos hizo emocionarnos y levantarnos de las sillas y expresar en voz alta la admiración y la bronca y la satisfacción de ser contemporáneos de una versión tan hermosa de este deporte.
Al Barcelona le tomará tiempo recuperarse de dos derrotas como las de los dos últimos años ante Roma y Liverpool, con la coincidencia de que ambas fueron remontadas de antología después de haber goleado en los partidos de ida. No se puede acusar al Barcelona de juventud, esa palabra que a veces se pone como excusa para disculpar la falta de madurez. Si nos ponemos a ver línea por línea la edad de los jugadores vemos que muchos de ellos promedian los treinta años. Messi, Suárez, Vidal, Busquets, Rakitic, Piqué, Alba, Roberto, Ter Stegen.
¿Qué le ocurrió al Barcelona? A continuación el análisis:
Sin dudas esto amerita una renovación en el corto plazo. Malcom, Arthur, Dembelé, Coutinho y la incorporación de Frenkie de Jong, de Ajax, para la próxima temporada son sus caras palpables. Veremos cómo se reinventa un equipo acostumbrado a la gloria pero que necesita volver a los primeros planos internacionales. Este año parecía que no se les escapaba, con un Messi intratable y un Suárez voraz, pero se quedarán con las ganas.
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Ajax será un equipo que recordaremos con el pasar de los años, a pesar de no haberse quedado con el título. Casualmente aquí la juventud dista de ser una excusa, es una fortaleza. Un plantel ambicioso, vibrante y por sobre todo decidido a plasmar en la cancha un futbol vistoso y efectivo. Este Ajax ya tiene sabor a nostalgia, no lo volveremos a ver. Así como de Jong, muchos de estos jugadores ya están siendo tentados por grandes clubes de Europa para irse de Holanda. Este sistema tan hermoso y preciso ideado por Erik ten Hag, pero en realidad reeditado directamente desde Cruyff, deberá encontrar nuevos intérpretes, con un alto riesgo de no poder repetirlo.
Este Ajax se dio el gusto de abatir a los grandes (Real Madrid, Juventus) y el lujo a veces inesperado de jugar bien al futbol. Ellos terminaron para siempre esa mentira de que hace falta la billetera de Manchester City o Bayern Munich para emular el estilo Guardiola. Los vamos a extrañar.
¿Por qué la final será en España? Aquí un punto a considerar:
Pero hablemos sobre los finalistas, los protagonistas de lo que se viene. La final en Madrid, el sábado 1 de junio en el Wanda Metropolitano, verá a dos equipos ingleses por primera vez desde la edición 2007-08 con Chelsea frente a Manchester United. En una esquina estará Tottenham Hotspur. Con 136 años, el equipo londinense es uno de los más populares de Inglaterra, una popularidad que se ha traducido en tres títulos internacionales, dos Copas UEFA y una Recopa, y más de veinte títulos nacionales (entre FA Cups, Community Shields y Ligas).
Han pasado más de treinta y cinco años desde la última vez que se los vio en una Final Europea. Tottenham tiene hambre, y lo demuestra con su fiereza y su persistencia. Mauricio Pochettino dirige a los Spurs desde 2014, devolviéndoles una mentalidad ganadora que parecía perdida y volviendo a ponerlo donde se merece. Tottenham tiene la particularidad de que aproximadamente veinte de los jugadores de su plantel son, o han sido (al menos en una convocatoria), jugadores de las selecciones de sus países.
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Eso no solo se logra comprando bien sino con trabajo y sobre todo fidelización de los jugadores. Tottenham tuvo una serie de lesiones importantes y aun así decidió no incorporar. Su equipo es sólido desde el mismo arco defendido por Hugo Lloris, el arquero campeón en el último mundial. Su columna vertebral se completa con Vertonghen, Eriksen y el inoxidable Harry Kane. El medio del campo es territorio de Sissoko y Wanyama, con participaciones cruciales de Trippier y Rose en el juego integrado.
Los cerebrales son el ya mencionado Eriksen y de a ratos Lamela. Un estilo combativo basado en la posesión y pases claros, pero sobre todo sobrio. La estridencia en los últimos treinta metros es aportada por Son, Dele Alli y Lucas Moura con aceleraciones inesperadas y explosivas.
Un equipo sólido por donde se lo mire. Afuera esperan Llorente, Lamela, Foyth, Davinson Sánchez, Dier. Todos jugadores que han tenido que ingresar y han cumplido con creces. Un equipo no se construye con once jugadores sino con un plantel rico y maleable.
Del otro lado llega Liverpool. Los Rojos son el equipo inglés con más competiciones europeas (11) y casi triplica a su rival en total de títulos. Anfield quiere volver a llenarse de la profusa gloria de otros tiempos. Este plantel todavía tiene marcadas las heridas de la Final 2018, y esos inolvidables errores de Loris Karius, pero son un equipo hambriento que no se conforma con lo ya logrado.
En cualquier liga del mundo una escuadra que reunió 97 puntos (30 partidos ganados y solo uno perdido) debería ser campeón con holgura. En la sorprendente Premier de la actualidad le tocó ser contemporáneo del Manchester City de Guardiola, que conquistó el título con 98 puntos. El Chelsea quedó en tercero con 72.
Eso lo dice todo respecto de Liverpool. A diferencia de su rival hace un juego más directo y
vertiginoso, con presión alta en campo rival y transiciones a velocidad del rayo. Anfield ruge como en sus mejores épocas ante el juego contagioso del equipo de Jurgen Klopp.
Será la tercera final del entrenador después de la 2018 con el equipo inglés y la de 2013 con Borussia Dortmund. Muchos esperan que esta sea la vencida para un entrenador que se mete entre los mejores de la época a pura fuerza de trabajo y entrega.
obre el equipo empezaré que se basa en una defensa sólida y voraz. Virgil Van Dijk es uno de los mejores centrales de la actualidad. En el arco, en reemplazo de Karius, el club invirtió una fuerte suma para fichar a Alisson Becker. Seguridad en el fondo es justo lo que necesita Klopp para lanzarse al ataque sin mirar atrás.
Porque Liverpool solo mira hacia adelante, hacia la portería rival. Su trío de ases tercermundistas, Salah, Mané y Firmino, despliegan todo su juego apuntalados por Alexander-Arnold, Robertson, Milner y Henderson.
Atacar bien no solo es amontonar gente en ataque. A veces implica no perder la inercia que el propio campo te da en el avance, porque ahí se generan espacios con los defensores adelantados y en retroceso. A eso juega Liverpool, por eso es tan importante la pelota recuperada en campo rival, porque con el otro equipo desplegado implica la mitad del trabajo.
Si tuviera que definir la diferencia entre ambos equipos diría que Tottenham es una canción de Bruce Springsteen: sólida, robusta y completa. Liverpool, en cambio, es una canción de punk que no llega a los tres minutos de duración: ácida, acelerada, directa, ni siquiera se gasta en tener un solo de guitarra.
Pero a pesar de dichas diferencias de estilo hay una característica común a ambos equipos.
Ninguno de los dos cuenta con la abultada billetera de otros colegas europeos y ambos, a pesar de un pasado lejano glorioso, son relativamente nuevos en los primeros planos internacionales de esta época.
A falta del peso invencible de los euros ambos clubes han tenido que construirse con trabajo y dedicación, con proyectos de muchos años y esfuerzo. Klopp y Pochettino son obreros incansables que tardaron años en moldear los equipos que dirigen.
Nos espera un partido interesante como pocos. En la liga los dos cruces terminaron con resultados idénticos, 2-1 en favor de Liverpool. En el historial de enfrentamientos los Rojos son superiores. Sobre 172 veces que se cruzaron en la historia, entre todas las competencias, Liverpool ha ganado 82 veces y empatado 42, casi doblando a 48 victorias de los Spurs.
Pero nada de eso importará cuando la pelota eche a rodar en el césped del Wanda el 1 de junio. Entonces solo serán Liverpool contra Tottenham, Pochettino contra Klopp, rojo contra blanco, rock contra punk. Trabajo contra trabajo. Será una auténtica final de la clase obrera.
Por: Juan Bautista Correa / @bautistacorrea