Desperté con la terrible noticia de la muerte de un jugador único, Tomás Felipe Carlovich, el Trinche. Hay que aclarar que no murió, lo mataron por una bicicleta. Es que en la sociedad actual tal vez esa era la distintiva de este crack inédito, él no añoraba autos lujosos, hoteles cinco estrellas o la primera plana de un diario deportivo del orbe, él prefería tomar las cosas con calma, perfil bajo, ritmo pausado, balón cosido al pie, siempre con tiempo para saludar a sus amigos de toda la vida, en la cancha de Central Córdoba.
Decía Jorge Valdano que «ser de Rosario era una forma exagerada de ser argentino». El Trinche fue una forma exagerada de ser rosarino: gambetero a más no poder, jugador de exquisita técnica, de potrero -como les llaman allá- y zurdo, como solo los hacen en Rosario. Hace poco se había encontrado por primera vez con Diego Armando Maradona, la anécdota -como todas las del Trinche- es increíble, Maradona le firmó una remera y le dedicó unas palabras: «Al Trinche, que fue mejor que yo».
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Es cierto, no hay evidencia gráfica de sus míticas actuaciones, ni siquiera de aquella noche donde puso los pasos del tango más recordado de su vida, ese baile bárbaro que encabezó contra el seleccionado argentino en el ’74, previo al Mundial de Alemania. Pero es justo por esa falta de imágenes, que la leyenda cobra valor, porque la palabra de quienes lo vieron significa todo, en un mundo donde hoy día la imagen vale más que mil palabras, (aunque mil imágenes ya no valen nada). Figuras como Menotti, Pekerman o Bielsa, dan fe de sus hazañas.
«Le gustaba más jugar al futbol que ser profesional», decía Menotti, y cuánta razón que tuvo, el Trinche nunca quiso ser más grande y eso no significa que no fuese un ídolo o una gran leyenda. Simplemente fue el mejor de su especie, fue único, ¿acaso alguien más se rebeló ante la maquinaria del futbol negocio? Quizás solo el Mágico González pertenece a esta estirpe, casi extinta.
Quizás Carlovich solo añoraba la oportunidad de poder bajar una última vez a la cancha de Central Córdoba, acariciar el balón con sus pies y escuchar entre el murmullo de las tribunas «esta noche, esta noche juega el Trinche».
Por: Jorge Emilio Mendoza Piña / @georgehatetweet