El 1 de junio se llevó a cabo la final de la Champions League en Madrid, España. El encuentro se disputó entre el Tottenham Hotspur y el Liverpool, dos clubes ingleses que condensaban todo el poderío del futbol europeo, la parte más alta de la pirámide en términos de clubes. La victoria fue para los Reds, que se alzaron con la Orejona, cortesía de un gol de Mohamed Salah al minuto dos y otro de Divock Origi al 87. Con esta victoria se erigieron como la apoteosis del continente que ostenta el mejor futbol del mundo. Sin embargo vale la pena señalar que este galardón habría sido imposible sin la contribución de África a las filas del club: Aunque Origi es belga, tiene origen keniata, mientras que Salah es egipcio.
Es curioso que mientras que las barcas cargadas de migrantes africanos están siendo detenidas y los gobiernos de la Unión Europea buscan la manera de frenar la marea constante de hombres y mujeres que buscan mejores oportunidades, sus clubes ganen el trofeo más importante del continente con talento de origen africano. Salah y Origi no son los únicos jugadores del Liverpool con raíces afincadas en este continente: Joel Matip es camerunés, Sadio Mané senegalés mientras que Georginio Wijnaldum y Virgil van Dijk son de ascendencia surinamesa. Por su parte los Spours tiene a Moussa Sissoko, francés de origen maliense y a Dele Alli, inglés con raíces nigerianas. Más de la mitad de la plantilla del equipo campeón proviene de África.
África y la Francia campeona
Lo mismo sucedió con la Copa del Mundo en Rusia 2018. El enfrentamiento final se dio entre una Francia plagada de jugadores con origen africano y Croacia, donde los galos terminarían por llevarse el torneo. El encuentro terminó con un marcador de 4 – 2, donde las últimas dos anotaciones corrieron por cuenta de Paul Pogba y Kylian Mbappé. Ambos tienen origen africano y junto a otros seis de sus compañeros, terminan por dibujar un mapa en el que claramente en el que la migración jugó un papel fundamental en la consecución de este título.
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Las historias anteriores son las del triunfo y el éxito, sin embargo se debe tener en cuenta que por cada uno que lo logra, son más los que se quedan en el camino. A esto se debe sumar la agravante de que muchos dejan su país con el sueño de llegar a ser grandes futbolista pero al no lograrlo se encuentran desamparados en un lugar que les es ajeno y en el que no cuentan con las redes de apoyo necesarias. Esto puede dejar a los chicos que añoran vivir de la pelota en la calle, literalmente.
El desamparo
Por ejemplo, en el 2014 Culture Foot Solidaire reveló que en Francia había 7 mil chicos en estas circunstancias porque no habían logrado acomodo en ninguna academia de futbol. En muchos casos estas visorias ni siquiera eran reales y los jóvenes, junto a sus familias, son víctimas de estafas que terminan por dejarlos a la deriva en un continente lejano a sus hogares.
Es irónico pensar que África está triunfando, casi se puede decir que ganó el Mundial, aunque no sea oficialmente. Llega con otro nombre, con otra bandera y con otro himno. Tuvo que devenir otra para poder ganar. Pero esta transmutación solamente es legítima para algunos cuantos. Los demás deben seguir en las barcas o en las calles, viendo a sus compatriotas ser el orgullo de Europa en las pantallas.
Por Alberto Roman / @AlbertoRomanGar