A lo largo de la historia del balón hemos presenciado momentos icónicos que nos hacen enamorarnos más de este deporte; como alguna vez lo escribió Eduardo Galeano: “El fútbol continúa queriendo ser el arte de lo imprevisto, donde menos se espera saltar lo imposible”. Y si vamos a hablar de “imposibles”, tenemos que evocar a la Lazio del 2000.
Un buen inicio
Comenzado el nuevo milenio, la Lazio empezaba la temporada 99-00 anunciando que veían cosas importantes. El año anterior los biancocelesti se quedaron a un punto de levantar el scudetto. En la última jornada necesitaban ganarle al Parma y que el Milan no sumara puntos. Lograron lo primero, sin embargo los rossoneri terminaron por levantar el título.
Aquella temporada lograron conquistar la última Recopa de Europa frente al Mallorca, sumando su primer título internacional con un equipo plagado de experiencia y juventud; donde figuraban nombre como: Marcelo Salas, Alessandro Nesta, Diego Simeone, Pavel Nedved, la Brujita Verón, Mihajlovic y Matías Almeyda. Todos ellos dirigidos por un experimentado Sven-Göran Eriksson.
Un centenario memorable
Comenzaron la temporada 99-2000 levantando la Supercopa de Europa frente al Manchester United, los dirigidos por Ferguson venían de conseguir el triplete. En aquella campaña la Lazio, cumplía 100 años, para celebrarlo tenían hambre de títulos y un plantel espectacular, ¿por qué no soñar con levantar por segunda vez el scudetto?, como ya lo habían logrado en los 70.
Tuvieron un inicio de liga casi perfecto. En la décima jornada tocaba el derbi de Roma; sufrieron un tropiezo por 4-1 ante su acérrimo rival: la Loba. El cuadro lacial se repuso bien de ese duro golpe y mantuvo una exhaustiva disputa con la Juventus por el liderato de la Serie A.
Iniciada la segunda mitad del campeonato, cayeron en un bache de malos resultados; a falta de ocho jornadas la Juve avnetajó a la Lazio en 9 puntos, en Italia ya daban a los bianconeri por campeones.
La garra de campeón
Pese a esto, los biancocelesti demostraron a los largo de la temporada una gran calidad y, sobre, todo un impresionante carácter de equipo ganador. Los dirigidos por Eriksson, tomaron revancha y vencieron a la Roma, los anotadores fueron Nedved y Verón con un lanzamiento de falta espectacular; a la par, esa jornada la Juve cayó derrotada en Milán. La siguiente semana se dio el un partido decisivo, Lazio vistió Turín, y con un solitario gol de Simeone, redujeron la ventaja de la vecchia signora a solo tres puntos en tan solo dos fechas.
La Lazio, logró 4 victorias y 1 empate, en sus siguientes 5 partidos. A pesar de esto llegaron a la última jornada dos puntos por detrás del líder de la Serie A. Se volvía a repetir la historia de la temporada anterior, se definiría el campeón del scudetto en la última jornada; con la diferencia que ahora el rival no era el Milan, esta vez era la Juve de Carlo Ancelotti.
14 de mayo del 2000
Lazio recibió en casa al Reggina, a la par que la Juventus visitó al Perugia. Los colores azul celeste necesitaban ganar y que los turineses no sumaran los tres puntos. Por su parte, los de Ancelotti con la victoria se coronaban.
Ambos partidos comenzaron a la misma hora. Con goles de Simone Inzaghi y Verón en la primera mitad del juego, Lazio ya había sentenciando el partido frente a un Reggina que no se jugaba nada, pues semanas atrás ya había confirmado su permanencia en la primera división del fUtbol italiano.
Por su parte, la Juve jugó en el Stadio Renato Curi y el resultado no se movió en el primer tiempo con un empate a ceros. A veces el futbol tiene preparado finales muy caprichosos y cardíacos y esta no fue la excepción: Simeone anotó uno más en la segunda mitad del encuentro y así la Lazio ganó el partido frente al Reggina.
Acabado el juego en Roma, Perugia fue testigo de una tormenta que posponía el inicio de la segunda mitad entre el equipo local y la Juve. Propios y extraños estaban a la espera de lo que sucedería. Con el empate de los bianconeros, ambos equipos quedaban igualados en puntos y según las reglas de antaño, se tendría que jugar un partido de desempate por el título.
Cesada un poco la tormenta, el colegiado Pierluigi Collina decidió reanudar el encuentro, mientras que en Roma todo el mundo queda a la espera del resultado de la Juventus por la radio. Con un solitario gol de Perugia se le escapó de las manos el título a los de Turín, quienes se volcaron al ataque, pero no fue suficiente.
El Olímpico de Roma explotó. ¡Somos campeones! La gente gritaba, las lágrimas de felicidad salían por los ojos y el éxtasis del hincha se veía reflejado en los colores azul claro y blanco. Después de una dramática final digna de un guion de suspenso y ciencia ficción, la Lazio levantó el scudetto.
Años después, Diego Simeone relató, cómo vivió en el estadio la espera del resultado de la Juve: «Yo no quería ni ver ni oír nada. Por eso me quedé en el vestuario. Estaba lleno de gente por ahí, pero yo estaba nervioso y quería seguir solo. Y no sabía nada, hasta que de pronto entró todo el mundo gritando que éramos campeones. Y bueno, fue una locura…».
Aquella temporada, Lazio también sumó la Copa Italia a su palmarés y en Champions logró llegar a los cuartos de final, sin duda tuvo un centenario más que digno.
Una historia más
Relatos como estos nos recuerdan que en el balompié nada está escrito, pues la historia puede girar 180 grados y dar pie a esos milagros que se veían imposibles; el futbol es una escuela de vida, con lecciones así se nos demuestra que la esperanza nunca se debe perder, porque cuando menos lo esperamos, el balón se vuelve loco y nos da finales tan bellos como estos.
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Por: Diego Albarrán / @diego_cuba08