El deporte sea cual sea, surgió como una forma en la que nos expresamos y a través de la cual llegamos a establecer relaciones sociales, es decir, gracias a las actividades como el futbol, podemos hacer amigos en la cancha o en la tribuna, por desgracia en el futbol también nos hemos percatado que los deportes sirven para separar y discriminar.
Los casos más sonados y tal vez con los que todo aficionado tenga en mente, son los conflictos entre barras o los gritos racistas en los estadios, sin embargo, existe otra forma en la cual el futbol puede separar a quienes pretenden formar parte del deporte. La falta de reconocimiento que sufren sectores como las mujeres y las comunidades LGBT+ son una muestra clara del atraso —que no es para nada irreversible— en el futbol, el caso del futbol femenil parece avanzar, aunque a paso lento pero, parece que se ha logrado un avance.
Caso distinto es el de quienes no son heterosexuales, lamentablemente ellos se han visto relegados al anonimato, por citar algunos caso podemos mencionar el del alemán Thomas Hitzlsperger, quien a su retiro como profesional decidió anunciar su homosexualidad.
He decidido anunciarlo para que este tema avance en el mundo del deporte. No se toma en serio en muchos países y es preocupante.
Por otra parte, el trágico caso de Justin Fashanu, promesa del futbol inglés al que su orientación sexual marcó su carrera a tal grado que, debido a la presión social y acusaciones que nunca fueron confirmadas, Fashanu se suicidó. Ilusamente podríamos llegar a pensar que en el futbol —varonil— no existe la homosexualidad.
Pues bien, si las ligas más destacadas del futbol no son capaces o pretenden realizar la última de las aperturas que requiere las comunidades LGBT+ ya se han puesto a trabajar en ello, tal vez sin los reflectores ni los sponsors del “profesionalismo” han logrado dar pasos considerablemente significativos.
La reciente creación de una liga homosexual en Brasil es muestra de los esfuerzos para establecer una competición que demuestre, que el futbol puede ser tan diverso como los parados tácticos que los estrategas proponen. En un inicio la liga estará conformada por ocho equipos de diversas ciudades del país amazónico. A la espera de que el número de escuadras crezca, la liga espera un reconocimiento y aceptación por parte de los aficionados.
Aunque Brasil no es un caso aislado en cuanto a organizaciones de futbol homosexual, pues en México existen varias ligas amateurs, las cuales desde su trinchera ayudan al desarrollo del futbol. Tal vez la más famosas de ellas es la de Azcapotzalco, que reúne a distintos equipos de la Ciudad de México y del Estado de México, en la que se puede ver a futbolistas que aman el deporte. En la cancha lo que sobra es garra y fuera de ella lo único que ves es compañerismo, un ejemplo que más de uno debería de seguir.
En 2016 de nueva cuenta en México, se anunciaba un torneo que buscaba reunir tanto a heterosexuales como a la comunidad LGBT+, bajo la consigna En la cancha tod@s somos iguales. La idea era reunir a equipos que demostraran la diversidad de género que existe. La única condición era no alinear a exjugadores profesionales pues buscaban la unión social de la comunidad tamaulipeca, de igual forma el torneo entregó premios en efectivo a los ganadores.
En conclusión, considero que debemos dejar atrás aquella ilusión que se ha construido alrededor del futbol profesional, ni debe ser exclusivo para hombres ni para mujeres, una verdadera apertura en cuanto a la diversidad de género, no destruirá la mística del futbol, al contrario, de lograrlo podríamos afirmar con orgullo la pelota no entiende ni de edad, ni género.
Por José Macuil García