Mirar a los Toros Neza de los noventa, es un poco recordar cómo la ficción irrumpe en la realidad reconfigurando lo que nosotros vemos cotidianamente, para transformarlo así en un vehículo mágico, casi increíble.
La temporada 95-96 ha pasado a la historia del futbol mexicano como el último testimonio de los torneos largos. Albergando la hazaña del Necaxa, que al final del certamen se coronó campeón, entre un Emilio Butragueño que se puso la playera del Atlético Celaya y un Cruz Azul que terminó puntero en la tabla, pero que desafortunadamente pereció a causa de la maldición del superlíder.
Lee más: ¿Qué fue del club Marte?
Sin duda, era un tiempo de épicas sordinas muy al estilo de López Velarde, en donde las leyendas estaban llamadas a ocupar su lugar en el tiempo. Una de ellas sería la de Los Toros Neza, que desde el 93-94 habían llegado para quedarse.
Y es que los astados eran un equipo que provenía de tierras nobles, pobladas de pasión y futbol. Tanto los Coyotes de Neza como los Osos Grises del Estado de México, habían sido precursores en el ideario popular de un amor por la pelota que se desbordaba, rescatando la resistencia como pilar fundacional y bandera contra las injusticias que ocurrían, tanto en el ámbito político como el económico.
Te puede interesar: Los Osos Grises de Toluca, el futbol de la memoria
Ahora era el turno de los Toros Neza, de poner el amor por la playera como símbolo para las generaciones futuras. Contando por medio del balón la historia de una ciudad.
Nezahualcóyotl, un cuento para dormir toros
En 1940 empezaron a surgir establecimientos urbanos efímeros, alrededor de los terrenos drenados en la parte seca del Lago de Texcoco. Allí fue donde comenzó a nacer Ciudad Nezahualcóyotl, su crecimiento tanto urbano como demográfico se dio de manera continua. Ya para el Mundial de México 86 tendría el Estadio José López Portillo que pertenecía a la Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl, el cual albergaría los partidos de la primera fase del Grupo E del Mundial; posteriormente pasaría a ser el hogar de Toros Neza.
Los municipios del Estado De México a un año de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), comenzaban a resentir el nuevo embate económico. Ciudad Neza lamentablemente no se quedaba atrás, ya en 1995 paulatinamente perdía toda autonomía y pasaba a depender del por entonces Distrito Federal, donde poco a poco adoptaba la calidad de ciudad dormitorio.
Es decir, una zona urbana que funcionaba en gran medida gracias al desarrollo de la capital, sitio que para muchos habitantes de Neza se traducía en sueldos bajos disfrazados de oportunidades laborales. Fue bajo estas circunstancias que los toros comenzaron a inspirar a su gente., la cual pese a las dificultades, alentaba a su equipo en cada partido. No hay duda, ésta era una ciudad dormitorio en la que soñaban despiertos jugadores de la talla de Antonio Mohamed, esperando el próximo partido para romper la red.
En un principio fue la Temporada 95
Ojalá que en Neza sea así, que la gente se identifique con nosotros, comentaba el Turco en el programa En Caliente con José Ramón Fernández por 1995. A lado de un Memo Vázquez serio y un Piojo Herrera explosivo, aclaraba los rumores que los posicionaban como los chicos malos del torneo. Y es que ya en la fecha 1 Reinoso ponía el ejemplo, metiéndose en la cancha para protestar en un arranque de furia que anunciaría la magia posterior. Para la fecha 8 ostentaban con bravura el número de: 25 amonestados y 8 expulsados, un estandarte que lucían con orgullo. La pelota por ese entonces era la conquista de una pelea.
Y es que en el parado táctico, la idea de mezclar un futbol fuerte pero al mismo tiempo espectacular, iba cobrando forma. Un pase largo y el Turco se desmarcaba para perfilarse al arco, a veces, sin embargo, funcionaba como poste y pasaba hacia algún compañero que venía volando de atrás, para clavarla en el ángulo. A la par con ese juego impositivo que rompía los cánones de formalidad y toque pausado del futbol mexicano había un estilo propio, pues antes de que fuera cesado Carlos Reinoso en la fecha 12, los jugadores se habían rapado para darle la bienvenida tras 30 días de ausencia. No solo se marcaba dentro de la cancha sino también fuera de ella.
Nadie lo podía creer, jugaban para el hincha. Eran el vivo reflejo del aficionado que protestaba un error arbitral desde las gradas, exigiéndole al compañero del equipo contrario que se fajara. Al final el futbol es un deporte de contacto, se repetían los preparadores físicos de los astados. Sin embargo las peleas no se hicieron esperar, la más memorable fue la de Mohamed contra La Volpe cuando éste dirigía al Atlante. Todo gracias a una discusión por un fuera de lugar, que estalló en una bronca.
Al final de la temporada, si bien no habían logrado alcanzar la parte alta de la tabla, habían de momento dejado los problemas de descenso. Pero el invierno se acercaba y con él una nueva modalidad de torneo corto, diferente al último que se había implementado en 1986. Nada estaba dicho, esto apenas comenzaba…
Torneo de Invierno del 96, la temporada de lo real maravilloso
Ya con el Ojitos Meza en el banquillo y dejando atrás la época de Alberto Guerra, la zaga de Toros Neza comenzaba a lucir como un feroz ejército, no eran simples jugadores, eran mirmidones. Con nombres como los de Rodrigo El Pony Ruiz y Germán Arangio, el Turco y sus guerreros se alistaban para la batalla. En las dos primeras jornadas cayeron, pero fue hasta la tercera donde se levantaron con la victoria. Después de una goliza al Pachuca (5-2) en la jornada 4, el pueblo de Neza soñaba y la capital temblaba.
El trabajo le pertenecía al patrón de la capital, pero el futbol era del pueblo.
Un día caían frente a Monterrey 5-1 en la jornada 7 y en la siguiente le ganaban 2-0 al Veracruz, era la locura total. Lo real maravilloso se había mezclado con el futbol. Así como Alejo Carpentier se sorprendía de la imagen de Mackandal en Haití, donde se creía en sus supuestos poderes licantrópicos. En Toros Neza sucedía algo parecido, en la cancha se reproducían partidos diferentes. Un ejemplo fue contra el Atlante, quien siendo líder de la competencia perdió 9-2 frente al octavo puesto. Lugar que ocupaban los guerreros del Neza 86, la suerte estaba echada y la realidad era un pretexto para la imaginación. En semifinales se despedían con un 5-2 frente al Santos en el global. El mundo tomaba venganza de la ficción. Sin embargo, a pesar de eso los toros sobrevivirían al tiempo y es que no se puede medir lo mágico. La temporada maravillosa había llegado a su fin.
Un lugar en la memoria
Mirar a los Toros Neza de los noventa es un poco recordar, como la ficción irrumpe en la realidad reconfigurando lo que nosotros vemos cotidianamente, para transformarlo así en un vehículo de la memoria. Pese a que hoy ocupan un lugar en las ligas inferiores del futbol mexicano, todavía quiebran el siglo como en los cuartos de final del Iniverno del 97, donde ante el León salieron usando máscaras de diferentes personajes, un tiempo antes del tiempo. Allí donde los héroes nunca mueren.
Por: Andrés Piña/@AndresLP2
ya fue todo? y lo de la final contra chivas? cuando se pintaron el pelo todos, faltaron varias cosas por mencionar, saludos