El 22 de noviembre de 2003 no solo significó el final de la primera ronda del torneo del futbol mexicano, sino que, con el final de la jornada 19, Luis Gabriel Rey se convirtió en el primer colombiano en la historia en terminar como campeón de goleo en el futbol local.
Ese fue solo el inicio del joven de Floridablanca. En tan solo tres años en tierras mexicanas ya daba pasos de gigante. Su debut como profesional se dio con el Bucaramanga en 1999 y, para 2001, ya estaba viajando al extranjero, para no volver en un largo tiempo.
Era natural, él siempre se cargó los equipos al hombro; daba la cara cuando nadie creyó que la situación podía mejorar. A pesar de ser joven, entendió lo que el deporte significaba para el mundo, y aprendió a corresponderle sin importar qué. México fue la tierra prometida; su primera oportunidad llegó con Lobos BUAP, donde jugó en la Primera A, para después cambiar de aires y jugar con los Potros de Hierro del Atlante. Su historia cambió con este fichaje.
En su segundo torneo llegó el gran momento. Ya con algunos años en la competición mexicana, era solo cuestión de tiempo para que comenzara a mostrar todo su potencial. Sus 15 dianas fueron la manera en la que se hizo notar en el máximo circuito y junto con ellas llegó su apodo tan peculiar. En su tierra natal lo conocían como “Conejo”, sin embargo en México ese apodo ya estaba reservado para un icono de las porterías, Óscar Pérez. Fue así que, para no hacer a un lado su manera tan peculiar de festejar, se le llamó “Canguro”.
El futbol –deporte que aprendió a amar por su padre-, lo correspondió, y el nivel de Luis Gabriel Rey fue en ascenso. De hecho, de los 78 partidos disputados con el Atlante, Rey se hizo presente en el marcador en 43 ocasiones, por lo que fue vendido al Monarcas Morelia en 2005. Aquí su tasa goleadora no fue tan buena como en ocasiones anteriores, de hecho, solo pudo conseguir 26 dianas en dos años.
Aún así, el historial que lo respaldaba le hizo válido ser candidato a la Selección Nacional de Colombia, llegando a anotar en tres ocasiones en la clasificación hacia la Copa del Mundo de Alemania 2006. Desgraciadamente, también fue parte del equipo que no logró pasar de la primera fase de la Copa América del 2007.
Después de un breve paso por los Tuzos del Pachuca, el hijo pródigo regresó al Atlante y, aunque sus oportunidades fueron menos, logró anotar diez goles más, casi la mitad de los partidos que disputó en su regreso con los de Cancún. Para coronar su buen rendimiento, se convirtió en campeón de la Copa de Campeones de la CONCACAF, levantando el trofeo en 2009 con el Atlante.
Con su regreso glorioso, otro equipo levantó la mano para obtener sus servicios, uno que antes ya había confiado en él: Morelia. Su retorno no comenzó del todo bien, en plena pretemporada se lesionó y tuvo que retrasar su debut. Pero esto no fue impedimento para el colombiano. Para el Clausura 2011, Luis Gabriel Rey se hizo con la compañía de Rafael Márquez Lugo y Miguel Sabah, quienes formaron uno de los mejores tridentes ofensivos de la liga mexicana.
Su rendimiento hizo de Monarcas un equipo competitivo, llegando hasta los 31 puntos, mismos que lo colocaron en el tercer puesto de la tabla general. Su paso firme continuó en la liguilla por el título, pero en la final no pudieron doblegar a los Pumas de la UNAM.
El título de liga se le negó por primera vez, pero no fue la última, aunque tuvo que esperar algunos años para ello. El 2013 fue un año de arriba a abajo para el colombiano. En primer lugar lo recibió un equipo inesperado. Cuando comenzó el mercado de fichajes, él tenía la certeza de que Querétaro iba a ser el club que apostaría por él, pero el destino decidió darle planes diferentes.
La primera parte del año terminó, y el futuro se veía prometedor. El liderato general solo confirmaba las buenas vibras que parecían rodear a las Águilas del América. En la liguilla pasaron por encima de Tigres y Toluca para pelear por el campeonato. Sin embargo, esta vez se enfrentaron a un equipo más compacto. El León de Gustavo Matosas los frenó en seco. De poco sirvió el trabajo del colombiano y, en el Coloso de Santa Úrsula, y por segunda vez en su historia se encontró con el subcampeonato.
Pero si algo era seguro es que Luis Gabriel no iba a detenerse, más bien, no podía. Él siempre vino desde abajo, llegó de un lugar donde, en México, no creyeron que podía resaltar, pero después de adaptarse la historia fue diferente. Aprendió a luchar en conjunto y a hacerlo por sí solo, en ocasiones se cargó el equipo al hombro y los dirigió a la victoria. Nunca rendirse, siempre dar el corazón, ese era el estilo de Luis Gabriel.
Por ello el campeonato del Apertura 2014 con el América fue tan especial. Fue la cúspide de todo un trabajo, la recompensa de tantos años de esfuerzo, de malos tragos, sinsabores y penurias. Los Tigres fueron un rival difícil, uno que en su casa hizo valer la localía, pero con el alma de Luis Gabriel y Miguel Herrera –entrenador que ya tenía experiencia con él–, le dieron la vuelta y consiguieron una corona más.
Pero con el tiempo su tasa goleadora ya no era la misma, el jugador que siempre fue calidad, que era una garantía, comenzó a disminuir su potencia. El destino lo alcanzó, por lo que dejó el ‘nido’ para tener un breve paso por Puebla. Haciendo un último escalón en Monarcas, el ‘Canguro’ Rey decidió colgar los botines. Se habló de tener un año más en el primer equipo que confió en él, pero su regreso al Bucaramanga no se concretó.
Con el dolor de no cumplir su más grande sueño tuvo que colgar los botines. El poder jugar con su selección una Copa Mundial nunca se concretó y, a pesar de su rendimiento constante y su amor incondicional, nunca pudo participar en la justa mundialista.
Y así terminó la historia deportiva de Luis Gabriel Rey. Unos años después regresó al futbol como asesor deportivo en el Bucaramanga, donde espera que los 550 partidos que disputó en su vida sirvan para encontrar nuevas promesas, nuevos reyes que, como él, sean la esperanza del equipo.
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Por: Miguel Bustamante