Mejor conocido como «Manolo», Manuel Lapuente es recordado por la afición mexicana más por su papel como director técnico que como futbolista, sin embargo, fue un jugador que estuvo en distintos equipos de Primera División. Hoy recordamos una anécdota particular sobre su carrera.
La carrera de Manuel Lapuente como futbolista
Su debut profesional se dio con la playera de Monterrey en 1964, equipo en el cual solo estaría por una temporada, pues tan solo dos años después emigraría hacia la Ciudad de México para ser fichado por Necaxa en 1966, donde estaría hasta 1970. Cuatro años después regresaría a su ciudad natal, Puebla, quedándose ahí por cuatro temporadas, lugar donde tuvo sus mejores actuaciones. Para 1974 ficharía por los rojinegros del Atlas, equipo donde pondría fin a su carrera como futbolista profesional en 1976.
Como seleccionado nacional sumó 13 participaciones y cinco anotaciones, formando parte del equipo que ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 1967 realizados en Winnipeg, Canadá.
Tres goles… que no contaron
Un día, Manuel Lapuente le anotó tres goles ante América, sin embargo, estas anotaciones perderían valor, ya que el partido se anularía y se pospondría.
Corría el año de 1973. Puebla apenas había conseguido su ascenso a Primera división; para ser más exactos, esto se dio en 1970 tras ganar un cuadrangular. Tres años después de este acontecimiento, se disputaba el duelo entre Puebla y América, celebrado en el estadio Cuauhtémoc. El director técnico de los poblanos en aquellos años era ni más ni menos que el famosísimo Nacho Trelles. Dicho juego lo ganaba Puebla por marcador de 3-2, con tres anotaciones de Manuel Lapuente. Las acciones continuaban y, a escasos ocho minutos de terminar el partido, América apretaría para buscar el empate.
Llegaría una lesión para Martín Ibarreche, jugador de Puebla, el cual se quedaría tirado cerca de la línea de banda. Nacho Trelles, aprovechando la lesión lo metería al campo para así ganar minutos y bajar la intensidad que traía América. Colmillo puro.
Dicha situación no pasó de largo para el árbitro, el cual se acercó al director técnico ordenándole que se saliera del terreno de juego. El mítico Nacho se negó y, en lugar de ser expulsado, el arbitro decidió suspender el juego.
Nadie sabía ni entendía lo que había sucedido para que se tomara una decisión de esta magnitud, pero la suspensión era una realidad. Luego, en los vestidores y con los humos a tope, Nacho Trelles se iría con todo al vestidor de los árbitros, gritando y golpeando la puerta. Para sorpresa de todos, al abandonar el estadio, se dio a conocer la noticia que el juego se tendría que volver a jugar de principio a fin; nada de lo sucedido ni las anotaciones contarían para el siguiente encuentro.
Los ocho minutos restantes pasarían al olvido. Cerca de cuatro o cinco meses después se daría la repetición del cotejo inconcluso. El marcador sería 3-2 nuevamente, pero ahora con hat-trick de Rafael Borja, hermano del mítico delantero mexicano Enrique Borja.
Y así fue como se dieron los hechos para que tres goles de Manuel Lapuente ante América no contaran. De estas historias que solo y únicamente pasan en el futbol mexicano, y se quedan guardadas para la eternidad.
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Por: Julio Rodríguez