Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960, casi dos años después de que Fidel Castro triunfara tras encabezar la Revolución Cubana que derrocó al dictador Fulgencio Batista. Pero la edad nunca fue un inconveniente para que uno de los mejores jugadores de la historia del futbol y el máximo referente revolucionario de América Latina en el siglo XX fueran amigos.
Maradona y Fidel Castro, dos revolucionarios
La muerte de Fidel Castro despertó sentimientos encontrados en todo el planeta por lo que representó su figura rebelde. El mundo del futbol también se paralizó ante la noticia, siendo uno de los personajes principales El Pelusa.
«Fidel, si algo he aprendido contigo a lo largo de años de sincera y hermosa amistad, es que la lealtad no tiene precio». Es una de las frases que más se recuerdan en el intercambio epistolar entablado entre el comandante y el autor de La Mano de Dios, correspondiente al 5 de enero de 2015. Una frase que bien pudo repetir este último cuando viajó a Cuba para dar el último adiós al referente cubano.
Cuba no es un país que se caracterice por la cultura futbolera. Antes que el deporte de las patadas está el beisbol, una de las aficiones deportivas del exmandatario que falleció a los 90 años. Fue desde 1987, año en que tuvo su primer encuentro con Diego, que comenzó a adentrarse en la pasión por el futbol.
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Las visitas de Maradona a la isla no podían estar completas sin las características e interminables pláticas con el presidente. En estas conversaciones se podían pasar horas hablando de futbol y política, porque –como muchos saben– Diego no estaba exento de compartir sus inclinaciones de izquierda, ya que no solamente fue zurdo dentro del campo.
Si no hubiese sido futbolista, Maradona seguramente hubiera encabezado una revolución en Argentina. –Emir Kusturica.
Los lazos fueron tales, que en un par de visitas el argentino obsequió al político caribeño la camiseta de su debut con Newell’s Old Boys y su similar de la Selección de Argentina con el número estampado y su firma. De igual forma, una de las últimas apariciones en público por parte de Fidel fue en el año 2005, cuando fungió como invitado en el programa La Noche del Diez, conducido por Diego Armando.
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Fidel partió, pero en la piel del astro argentino, una fuerte camaradería continuará, misma que, según cuenta la anécdota, se reforzó en el año 2000, cuando Maradona se trasladó a Cuba para recibir un tratamiento que le ayudara a superar su adicción.
Además de su rehabilitación, el crack no desaprovechó la oportunidad para disfrutar de la vida nocturna y en una madrugada tuvo la fortuna de cruzarse con la comitiva presidencial, a la que no dudó en saludar.
Unos minutos más tarde, ya en su hogar, el 10 recibió un llamado a la puerta y cuando salió a atender se encontró con la sorpresiva visita del líder cubano, a quien recibió solamente con un short de Boca Juniors y una tapa de inodoro colgada al cuello.
Ante la incredulidad de Castro, el ex futbolista tomó la palabra mientras exhibió una foto de George Bush en la tapa del inodoro y dijo: «Este es un regalo para usted, para que cada vez que la use, se lo dedique». Después de unos instantes de risas, ambos personajes convivieron hasta el amanecer.
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Las tendencias políticas de Maradona y el amor que tuvo por Fidel se reafirmaron en las palabras que ofreció para la televisión local. Donde aseguró que iba para estar con su segundo papá, uno que tal vez no le dio todo lo que pudo en las carencias de Villa Fiorito pero que ideológicamente le regaló algo que siempre ha caracterizado a la estrella albiceleste: el sueño y el deseo de la libertad.
Tal vez Valdano tenía razón cuando dijo que «se escucha a Maradona como si también opinara con el pie izquierdo», porque en la misma entrevista donde refrenda el amor por uno de sus ídolos cívicos se atrevió a nombrarse como el representante argentino, que se dio cita para decir: «Hasta siempre, Comandante».
Maradona y Fidel estuvieron en muchos países, ya fuera de visita o en busca de oportunidades; el segundo perdió la vida en su Cuba natal y el primero reafirmó su amor por la tierra donde ahora yace al que llamó su segundo padre y a quien pertenecen su corazón y su cuerpo, mismos que daría por su bandera, por Fidel y por el Che. E incluso cuando estamos casi seguros que –a pesar de su influencia mediática– Maradona no encabezará una revolución, los ideales que aprendió de uno de los hombres que protagonizó el episodio de los cuarteles de la Moncada, estarán tan vivos como cada gol y consigna.
Por: Obed Ruiz /@ObedRuizGuerra