Corría el año de 1993. Las viejas glorias del campeonísimo habían quedado muy atrás para unas Chivas que se encontraban en franca debacle. Una larga crisis que se había maquillado con el campeonato de la temporada 86-87, encontraba su continuación en los primeros años de los noventa. El club no solamente padecía dentro de la cancha, sino que también tenía problemas económicos, que se combinaba con malas entradas en el Estadio Jalisco, entonces casa de los rojiblancos.
Pemex, MexLub y Martínez Garza
A la par de que esto, un empresario afincado en Jalisco comenzaba a levantarse. Salvador Martínez Garza era distribuidor de la marca de aceites Texaco y no era aún una figura conocida. Por aquel entonces Pemex licitó su división de lubricantes y el ganador fue precisamente él. Este hecho es fundamental para entender el ascenso meteórico que vivió.
El quedarse con el 51% de Mexicana de Lubricantes (MexLub) supuso un enorme negocio, ya que en aquel entonces todavía contaban con la exclusividad de venta de aceites en las gasolineras de nuestro país. Este ascenso devendría en un título para el Club Guadalajara.
Con todos los problemas que el cuadro tapatío estaba atravesando, ceder el control del equipo era la única opción viable para salir adelante. Aquí es donde entra Martínez Garza en el mundo del futbol. De acuerdo con ESPN, MexLub facturaba cerca de 225 millones al año cuando el empresario tapatío pasó a hacerse cargo del Rebaño Sagrado. A esto cabe agregar que a pesar de que Pemex posee casi el cincuenta por ciento de la empresa, no recibió un sólo peso de los ingresos. Todo esto nos ayuda a imaginar la abundancia que se podía prever para Chivas.
El camino a la décima estrella
Martínez Garza prometió una inversión de 25 millones de dólares a cambio de poder explotar la marca, entradas del estadio y otros beneficios. De inmediato el vendaval económico se hizo notar y comenzaron a llegar jugadores que en aquel momento eran considerados de lo mejor del balompié nacional: Missael Espinoza, Alberto Coyote, Carlos Turrubiates o Ramón Ramírez son algunos de los primeros en ser contratados. Se debe decir que los resultados obtenidos no fueron del todo esperados y durante el primer año son eliminados en el repechaje por Morelia. Sin embargo se comenzaba a observar una mejoría y en el segundo año alcanzaron las semifinales, donde cayeron frente al Necaxa.
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En la segunda mitad del 96 llegó Ricardo Ferretti a la dirección del club, tras el fracaso que supuso el paso de Oswaldo Ardiles y Leo Beenhakker. Durante su primer torneo logró llevar al Rebaño Sagrado a la Liguilla, pero su verdadero éxito llegó en el verano del 97, alcanzaron el tan ansiado título frente a los míticos Toros Neza. Por si fuera poco, con un marcador global de 7-2.
La caída
Sin embargo no todo era felicidad. Diversos medios coinciden en que uno de los grandes errores que cometió el empresario de MexLub fue ingresar en un ambiente de total voracidad y del que no conocía mucho. Es cierto, logró articular las “Super Chivas”, pero a cambio de tener a los mejor pagados de todo el país, sólo obtuvo un título durante sus nueve años al frente de los rojiblancos.
Para los últimos años el equipo se encontraba en una profunda crisis que afectó a casi todas las áreas del club. Esto dejó preparado el camino para que Jorge Vergara tomara el poder de un conjunto que se caía a pedazos.
Martínez Garza falleció en el 2015, pero sobre él siempre pesaron acusaciones como no haber dado un sólo peso a Pemex durante los 17 que estuvo al frente de MexLub, lo cual llevó a un enfrentamiento legal entre ambas partes. Fue gracias a su gestión y su dinero que Chivas consiguió su primera decena de estrellas, o quizá debería decirse que fue gracias al dinero de Pemex, de los mexicanos, que las “Super Chivas” lograron aquel titulo de 1997.
Por Alberto Roman / @AlbertoRomanGar