El domingo 30 de enero, el Manchester United separó al futbolista Mason Greenwood de su plantel tras conocer las acusaciones de su pareja sentimental, Harriet Robson, por violencia física y abuso sexual. El caso ya es investigado por las autoridades británicas y el jugador ya había sido detenido por dichos actos, pero el miércoles 2 de febrero salió bajo fianza aunque sigue la averiguación.
Mediante una serie de fotografías y videos, donde Robson mostró las agresiones físicas que el violentador le realizó, se exhibieron las pruebas en su cuenta oficial de Instagram el fin de semana pasado. Ante esto, el club respondió que no podría entrenar ni jugar con el United hasta nuevo aviso, que no realizarían ningún otro comentario y estaban en contra de cualquier violencia.
Como otros casos en donde se demuestra que los futbolistas no están exentos de replicar conductas violentas con razón de género en contra de las mujeres, los dedos de los periodistas y analistas deportivos apuntaron hacia un aspecto: la carrera de Greenwood había llegado a su fin.
Porque, al parecer, para ellos, la consecuencia más dura de haber golpeado a su novia, abusado sexualmente de ella y ser exhibido en sus redes, es decirle adiós a su prometedor futuro a los 20 años. Tejer el propio fin de su vida en el futbol importa más que las consecuencias legales que podrá recibir y la nula reparación de daños hacia la integridad de Robson.
Lo de Mason Greenwood no es un caso aislado
La violencia de género ejercida por Mason Greenwood es un ejemplo más de los futbolistas que pueden agredir física, psicológica y sexualmente a mujeres con gran posibilidad de quedar libres. El caso más reciente es el de Benjamin Mendy, exjugador del Manchester City, quien sumó hasta nueve cargos por delitos sexuales, siete de ellos por violación, y que pudo conseguir su libertad bajo fianza hasta el inicio de su juicio, el próximo 25 de julio.
También Jerome Boateng, exjugador del Bayern de Múnich y actual del Olympique de Lyon, quien pagó 2.1 millones de dólares tras ser declarado culpable por golpear a su expareja sentimental y madre de sus dos hijos. El defensa había violentado a su novia en unas vacaciones en el Caribe, donde la insultó e hirió con una hielera. A pesar de que podía ser condenado a una pena de hasta cinco años, el alemán solo cubrió dicho monto económico.
En la Liga MX tampoco son hechos aislados. Renato Ibarra, ahora futbolista de los Xolos de Tijuana, ya pasó por tres equipos (América y Atlas) de la primera división después de ser acusado por violencia familiar y en un primer momento por tentativa de feminicidio y aborto en contra de su novia Lucely Chalá en 2020.
Aunque al principio él negó lo sucedido y después el club americanista decidió separarlo de manera definitiva del plantel por “reiterar su compromiso para erradicar la violencia de género y promover una cultura de respeto hacia las mujeres”, durante el torneo Guardianes 2020, Ibarra pasó a ser jugador de los zorros.
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Ante la negativa de compra del Atlas, Ibarra volvió en el verano pasado a las instalaciones de Coapa y a pesar de que al inicio le buscaban otro equipo, la lesión de Leo Suárez ‘pesó’ para que el ecuatoriano fuera registrado con las Águilas del América en el torneo Apertura 2021.
“El jugador ecuatoriano ha solucionado sus problemas familiares. Su ex pareja e hijos le han acompañado a entrenamientos y partido”, dijo el club mediante un comunicado, justificando que las agresiones físicas en contra de Chalá se habían resuelto entre ellos, como cualquier matrimonio.
“Asimismo, ha sido capacitado en materia de equidad de género ante el Centro Especializado para la Erradicación de las Conductas Violentas Hacia las Mujeres (Cecovim) del gobierno de Jalisco”, declaró el América, además de que “no tiene cargos pendientes de resolver y no recibió condena alguna”, tras salir libre desde el 12 de marzo de hace dos años, cinco días después de ingresar al Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.
Si bien la justicia en México no es para nada la más ejemplar con respecto a la violencia de género al victimizar a las agredidas, el futbol solo es un espacio más que encubre a los violentadores sin importar el país o liga en cuestión, además de que normaliza los hechos y ve por la trayectoria de sus futbolistas según su talento en la cancha.
Otro caso es el de Dieter Villalpando, exfutbolista de Chivas, quien recibió una denuncia por agresión sexual en noviembre del 2020 por parte de una joven. La Fiscalía de Jalisco admitió que había una investigación en su contra pero se desconoció su resolución, pues el jugador continuó su carrera en Puebla durante el torneo Apertura 2021 y con el Necaxa en el Clausura 2022.
El futbol es el reflejo de la realidad social
En el futbol se reflejan las omisiones, encubrimientos y la normalización de la violencia en contra de las mujeres por parte de la sociedad y el sistema judicial. Por ello, cuando se ‘destapa’ un nuevo caso de agresiones por parte de jugadores, los ojos ven hacia el fin de una carrera que lucía prometedora en el Manchester United, en el ejemplo de Mason Greenwood, y en la selección de Inglaterra.
Por eso, en este caso en específico, después de que el United lo dejara fuera del equipo con rumores de la rescisión de su contrato, Nike le quitara el patrocinio, en el videojuego de FIFA se eliminara su perfil y sus compañeros lo dejaran de seguir y bloquearan en sus redes sociales, estas son solo las acciones mínimas de un sistema que juega a su favor a pesar de violentar a su pareja.
Por: Samantha González