Sin duda, en Estados Unidos el futbol –más el femenino que el masculino– ha construido una historia sólida y poco a poco elimina diferencias evidentes entre ambos géneros. En medio de una generación de deportistas exitosas que nacieron en el país de las barras y las estrellas, destaca la presencia de una pionera que llegó a ser la máxima figura de futbol femenino en todo el mundo: Mia Hamm.
Cuando la élite de este deporte estaba reservada para los hombres y las únicas competencias importantes que las mujeres podían disputar eran los Juegos Olímpicos y una que otra liga universitaria, Mia Hamm dedicó su carrera para que el balompié profesional estuviera al alcance de todas las mujeres.
¿Cómo inició Mia Hamm?
Nació el 17 de marzo de 1972. Su infancia la pasó en bases militares de la Fuerza Aérea, debido a que su padre era piloto. Uno de esos viajes la llevó a Florencia, Italia, donde se inició en el balompié.
A los 19 años debutó como la jugadora más joven de los Estados Unidos en disputar la primera Copa del Mundo Femenina de la FIFA, en 1991 en China. La historia fue de ensueño, Mia Hamm se convirtió en referente junto con Michelle Akers (una de las máximas goleadoras del certamen con 10 unidades) y Carin Jennings de la selección norteamericana, quienes conquistaron el primer campeonato oficial. Hamm se volvió inamovible.
Posteriormente, en los J.J.O.O. de Atlanta 1996, Estados Unidos y Hamm se quedaron con el Oro. Un año después, el hermano de Mia, Garrett, falleció a causa de una anemia aplásica. Lejos de caer, Hamm tomó como inspiración la vida de su hermano deportista y se volvió la mejor del mundo.
Anotó una cantidad inimaginable de goles jugando para su Selección al grado que ser la máxima rompe redes de su país. 158 anotaciones la hicieron poseedora del récord (hasta que llegó Abby Wambach) que ni Landon Donovan o Clint Dempsey han logrado alcanzar en estas épocas.
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La consolidación de su carrera
En el Mundial de 1999 en casa, Mia Hamm lo volvió a hacer. Dribló defensas, esquivó barridas, rompió redes y se volvió campeona del mundo por segunda ocasión. Ya en el nuevo siglo, obtuvo el reconocimiento de la FIFA en 2001 y 2002 como la mejor jugadora del orbe.
En Norteamérica la premiaron como atleta femenina del año. Cuando estaba en el ocaso de su carrera, jugó en la primera liga profesional de Estados Unidos y en 2004 anunció su retiro después de volver a obtener el Oro olímpico en Atenas ese mismo año.
Hamm consiguió hacer historia en un mundo donde no existía presencia femenina, impulsó la profesionalización del balompié para las norteamericanas, escribió un libro donde narra sus experiencias y creó una fundación que apoya a personas con anemia aplásica. Mia se ha desempeñado como una de las accionistas minoritarias de Los Angeles Football Club y ha trabajado en la directiva de la A.S. Roma. Sin duda alguna, una revolucionaria del futbol.
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Por Jorge Emilio Mendoza Piña / @georgehatetweet