Nayarit, tierra de grandes futbolistas, región de fértiles tierras, de planicies magnificas y al igual que Jalisco, de campos agaveros que nacen al pie del Volcán Ceboruco, una región de preciosas playas con fina arena y oleaje suave. La historia comienza hace ya algunos ayeres con un pequeño niño nayarita que anhelaba ser futbolista profesional, un pequeño niño que soñaba mucho y dormía poco, siempre al lado de un balón de futbol, un pequeño niño llamado Missael Espinoza.
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Cuando te vi jugar por primera vez, los medios de comunicación decían que tus mejores años habían pasado, que tus piernas ya no eran las de antes, pero que con tu experiencia ayudarías mucho al equipo. Fuiste pieza importante en el grupo de Mario Zanabria, quien dirigía al Querétaro FC en aquellos años, luchaste para ayudar a salvar del descenso a los Gallos Blancos de aquella época, allá por el 2002, cuando se compró la franquicia de La Piedad en Querétaro, fuiste un gran jugador, siempre corriendo por las bandas y dando todo el esfuerzo en cada contragolpe, en cada partido.
Jugador incansable
Subiéndonos a la máquina del tiempo y remontando el calendario unas cuantas temporadas antes, recuerdo haber visto el juego de vuelta de la final León vs Cruz Azul aquel 7 de diciembre de 1997 en un viejo televisor, compartiste el campo aquella ocasión con Medford y Comizzo, todo pasó en esa final, todos recordamos la patada del portero argentino a Carlos Hermosillo. Aquella ocasión tu esfuerzo no fue suficiente, solo alcanzó para colgarte la medalla de subcampeón a pesar del bello gol de volea que marcaste venciendo a Óscar “Conejo” Pérez. Te fuiste suspirando del Nou Camp de León, te llevaste un aplauso y muchos recuerdos de tierras esmeraldas.
Es que son ya algunos años desde que debutaste con Monterrey, con “La Pandilla” viviste también buenos momentos, era otra época, un joven nayarita con la emoción de comerse al mundo, de ser alguien en el mundo del futbol, llegaste con una maleta llena de sueños y con un balón a tu lado, siempre listo a dar todo por la causa rayada, a escribir una historia con los regiomontanos.
Tampoco podemos olvidar el paso que tuviste con el equipo rojiblanco, en Chivas fue una historia distinta, Missael se mostró como un jugador diferente, siempre ofensivo, siempre meditando la jugada y como generar nuevas opciones de ataque, en tierras tapatías si te tocó la dicha de ser campeón del futbol mexicano, derrotando en aquella final al Toros Neza del “Ojitos Meza” y de Antonio Mohamed, aquellas Chivas bajo las órdenes de Ricardo Ferretti, con el “Pulpo” Martín Zúñiga, Paulo César Chávez, Gustavo Nápoles, Ramón Ramírez entre otros.
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Las “Super Chivas” habían goleado y gustado en aquella final, un equipo fulminante, fue una fiesta nacional, principalmente en Guadalajara, tus ojos se llenaron de emoción al dar la vuelta con el trofeo en el mítico Estadio Jalisco, el futbol da muchas vueltas y Missael Espinoza lo sabe mejor que nadie.
Lograste convencer a Miguel Mejía Barón de integrar el plantel mexicano que disputó la Copa Mundial de 1994, diste todo por la camiseta verde, te tocó ver la amargura del juego de octavos de final ante Bulgaria en aquella justa, aún así siempre supiste que el balón debe seguir rodando, que la vida tiene que continuar.
Tal vez con la selección la historia te quedó un poco a deber, continuidad, más minutos y una mayor cantidad de juegos hubiesen sido lo ideal, todo el tiempo defendiste el escudo nacional a muerte.
Campeón sin títulos
Siempre fue un gusto verte jugar, verte correr, motivando a tus compañeros, enfrentando a tus rivales, sapiente de que esta carrera esta corta, en tu caso el futbol siempre quedó en deuda contigo, tal vez un campeonato, tal vez una medalla, posiblemente más goles o alguna patada que nunca debieron darte, lesiones que nunca debieron ocurrir.
Tepic, Nayarit, orgullosa tierra de buen futbol, te vio nacer el 12 de abril de 1965. Cuentan que desde pequeño comenzó tu afición al deporte y al futbol, que siempre fuiste un pequeño que persiguió sus sueños de infancia hasta convertir el patio de tu casa y la calle de al lado en un gran estadio, fuiste el niño que logró transformar 2 piedras junto a una banqueta en una portería en tierras mundialistas.
Gracias por tu entrega, por tu cariño al deporte y por tu profesionalismo, por hacernos disfrutar del futbol y darlo todo con cada camiseta que portaste, desde el jersey del 6to “A” en tu primaria hasta la verde de la selección mexicana.
Por: Carlos Silva / @SAGA0003