En las gradas del mítico estadio Defensores del Chaco, en Asunción, Paraguay, visores del Mónaco se disponían a observar al juvenil chileno Pablo Contreras, un zaguero central que sabía salir jugando, que le daba amplitud al juego y que con Chile, aquella tarde, a sus 21 años, se jugaba el tercer lugar de la Copa América frente a México.
Faltaban detalles para contratarle y qué mejor que un duelo de alto riesgo para medir su temple. Por entonces, el defensor acumulaba tres años en el máximo circuito, con el Colo-Colo.
A las pocas semanas, con bombo y platillo, en medio del campo del estadio Luis II, el mexicano era presentado, portaría el ‘4’…
Pitazo inicial. El cuadro de Manuel Lapuente contiene bien a los andinos, los controla desde la salida de su defensa y comienza a apropiarse de las mejores acciones. Después de 90 minutos, entre los 12 mil espectadores, los ojeadores franceses contemplan el marcador: 2-1 a favor de México, con goles de Paco Palencia y Miguel Zepeda, con los apuntes en la libreta.
Comprobaron que Contreras salía jugando con el balón como pocos, que peleaba por abajo y por arriba para hacerse del balón. Pero que el combinado mexicano contaba en sus filas con una joven joya que pocos había percibido, de nombre Rafael Márquez.
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A las pocas semanas, con bombo y platillo, en medio del campo del estadio Luis II, el mexicano era presentado, portaría el ‘4‘… Ah, y su similar chileno, al que había enfrentado, también se enroló con los rojiblancos.
En diferentes entrevistas, el propio Rafa Márquez aseguró que existían otras propuestas, pero que fue el futbol francés el que mejor se acomodó en esos momentos para su ascendente trayectoria. En Mónaco pasaría cuatro temporadas para, a mediados del 2003, salir como refuerzo estelar del Barcelona. El resto de la historia es conocida por todos.
Conoce la historia completa de Rafa Márquez:
Por: Rubén Guerrero Atilano/@RubenGuerreroA