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El Sistema-mundo, aparece como la condición de posibilidad para explicar el Mundial del 2026. Y es que la historia del capital, citando a Naomi Klein: ha sido escrita con letras de shock. Situación que termina aquí, por transformar al futbol en un negocio, poco importa la pelota, de lo que se trata ahora es de que la periferia, redistribuya bienes económicos. Mientras que a la par, se buscan nuevos mercados en Estados Unidos y Canadá. Es decir, el Mundial del 2026 representa una inversión majestuosa, independientemente del futuro deportivo que puedan tener los combinados internacionales. No por nada, se maneja que en conjunto las ganancias alcanzarían los 11 mil millones de dólares, según datos expresados por El Financiero.

Si algo muestra tajantemente Marx en El Capital, a partir de un análisis sobre el proceso de valorización. Es que genera por una parte estructuras y por otra, tendencias. Sé que es de mala educación mencionarlo hoy en día, pero ayuda mucho en estas situaciones. Las estructuras, no son otra cosa que clases sociales. Por lo tanto, el capital crea trabajo asalariado, para poder así recuperar la inversión. Dicho de otra manera y con algo de futbol, la necesidad por generar ganancias crea un espacio determinado, véase Mundial 2026, donde tranquilamente podemos acudir a recoger los frutos transgénicos que nos brinda la economía de mercado. El ejemplo claro, es que ahora se mueve a lugares que no son conocidos por su tradición futbolística, como es el caso específicamente de Canadá y Qatar. Adiós al balompié, lo que acá importa son ganancias e inversiones.

Sin embargo, el ingreso de 48 selecciones a la contienda podría generar un crecimiento en el ámbito deportivo. Pero pecando de escépticos, también puede ser otro slogan corporativo para convencernos de la necesidad de un Mundial Tripartita. Así que solamente nos queda esperar y ver si realmente con el tiempo, dicha apertura se traduce en una mejora para las federaciones. De momento, se ve nebuloso el panorama.

Por eso, mientras Decio de María nos insta a que nos subamos al tren, aplaudiendo la candidatura, quizá lo propio sería ser más críticos. Pues en un país donde las inversiones económicas nunca o casi nunca se traducen en beneficios para las clases más desfavorecidas. El mundial tiene la pinta, al menos de momento, como algo que no se necesita de manera tajante. Habría que puntualizar por qué la economía mexicana, deja conducirse por los designios que marca el futbol y no por las políticas de corte social, que necesita el país. Al final, el futbol cuando se juega bien, debería de ser para todxs.

Por: Andrés Piña/@AndresLP2

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