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Kanté

“Acá niño, acá hay botellas”, -exclamó una señora mientras N’Golo Kanté caminaba sosteniendo su carretilla con las manos. Aquella tarde hizo la misma rutina: recorrer largas distancias bajo el sol para juntar basura que pudiera llevar al centro de reciclaje y así, obtener unos cuantos francos y poder ayudar con los gastos de su casa. Cuando pasaba por fuera del Parque de los Príncipes, siempre arrojaba la misma plegaria: poder ser futbolista profesional algún día. 

Niñez

En Geránimus, un pequeño pueblo en la periferia parisina, nació N’Golo Kanté. Hijo de padres africanos, siempre careció de muchas cosas en su infancia; como tener ropa sin agujeros o más de dos pares de tenis. Sus vecinos no querían invitarlo a jugar, pues ese niño de color los traía vueltos locos con tan grandísima técnica individual. Su padre vio esos dotes de mediocampista —posición que perfeccionaría en su adolescencia— justo antes de morir. 

La oportunidad 

Como toda buena historia romántica; Kanté fue descubierto e invitado a jugar por un equipo de octava división; un rollo más amateur pero con chicos de dos o tres años más grandes que él. Rápidamente, un scout del Bolougne se percató de lo inalcanzable que era N’Golo para cualquier rival y lo llevó a firmar su primer contrato. 

Contención, la especialidad 

N’Golo corría mucho, en exceso. Eso le llamó la atención a Patrice Garande, su primer director técnico, quien no dudó en darle cabida en el medio campo. Kanté pensó que era una especie de regaño, sin embargo, al paso de los partidos pudo notar que él era el núcleo de su equipo y obviamente: ese elemento que le daba equilibrio a cada jugada.

Ya en el Caen, era un mariscal de campo nato. Tocaba y se movía, fintaba y eludía, perdía y recuperaba, avanzaba y anotaba; todo eso sin hacer la más mínima seña de burla. Un tipo honesto, funcional y con temple, tres atributos que ya lo ponían en la órbita de los equipos más importantes de su país, pero que al final, aún estando en tercera: lo colocaron en la mejor liga del mundo. 

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Cuando el proyecto de Leicester (que hasta el más soñador pensó que jamás se concretaría) comenzó; N’Golo Kanté fue de los primeros peones que movió Ranieri para que su tablero de ajedrez funcionara a la perfección. Todos conocen esa historia de cuento de hadas; pero pocos recuerdan por cuáles piernas se escribió. Porque Vardy se comía a los arqueros, pero Kanté se devoraba a la Premier

Chelsea y selección 

Antonio Conté llegó a Londres para formar un equipo competitivo y en él debía estar N’Golo. Tan solo un año después de haber salido campeón con ‘los zorros’, volvió a ganar la Premier; ahora con el dorsal ‘7’ en su espalda y con el logo del Chelsea en el pecho.

Su gran talento hizo que lo convocaran a su selección nacional, en donde rápidamente se hizo inamovible. Para el 2016, Francia quería ganar la Euro —que además albergaba en casa— y con un futbol eléctrico, pudo llegar hasta la ansiada final. Aunque ese partido lo perderían contra la inolvidable Portugal de Cristiano Ronaldo

Rusia, el sueño 

Didier Deschamps debía elegir de entre todas sus grandes opciones, a 23 futbolistas con los que competiría en la Copa del Mundo a celebrarse en Rusia. Había dudas menos en una posición: la del medio campo. Kanté alineó en todos los partidos en donde Francia peleó —como en el 98’— para obtener el título más importante que puede ganar una selección nacional a nivel futbolístico.

Bajo la lluvia moscovita, todos tomaban la Copa Mundial y posaban para la foto. Todos menos uno: Kanté. Fue entonces cuando Adil Rami se percató de ello, le pidió el trofeo a sus compañeros y luego se lo dio a N’Golo para que le sacaran una fotografía que hoy descansa en la sala de su hogar.

Humildad 

Kanté no compra el último modelo de IPhone o autos muy lujosos; de hecho hasta iba a los entrenamientos en un scooter. ¿La razón? Muy simple: él nunca olvidó que a los siete años se paseaba por las calles parisinas en busca de botellas o latas, para poder llegar con dinero a su hogar. El corazón de este hombre es enorme, incluso más que sus pulmones.

“debe tener 15 pulmones, porque nunca se cansa de correr en los partidos”. (paul pogba).

N’Golo Kanté nunca lo va a presumir, pero él es ese engranaje que necesita cualquier máquina futbolística para poder competir y salir campeona de los mejores títulos en el futbol mundial. 

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Por: Bryan Trujillo / @BryanKameron

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