Llega entonces el centro… remate… ¡Oribe gol! ¡Gol de oro, gol de oro, gol de Oribe! ¡Goooooooool! Seguramente reconoces la narración. Es del comentarista Christian Martinoli un 11 de agosto de 2012, cuando México consiguió la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Londres. Ni el Brasil de Oscar y Marcelo pudo con uno de los mejores momentos futbolísticos de la selección nacional ni con el nivel más alto de Oribe Peralta.
De la mano de Luis Fernando Tena, El Cepillo fue el referente de gol. La anotación en semifinales contra Japón y los dos contra la verdeamarela en la final lo convirtieron en ídolo nacional. Con sombrero de mariachi y los dientes de fuera, Oribe deslumbraba a todo Reino Unido en pleno Wembley.
Los inicios de Oribe Peralta
Pero, ¿Cómo llegamos a este feliz momento? ¿Cómo fue el proceso para que Peralta se convirtiera en uno de los mejores delanteros nacionales? Nació en Torreón, Coahuila un 12 de enero de 1984 en el seno de una familia humilde y trabajadora. En tierra de zorros y climas extremos, su papá le enseñó el valor del esfuerzo y el amor por la familia. Su padre, que trabajaba en una fábrica de metal doblando varilla y en las noches tocaba el saxofón y el piano en una banda de su hermano, apoyó el sueño futbolístico de Oribe desde pequeño.
A los 13 años entró a su primer equipo amateur, Los Vagos. Su pasión por el balompié lo llevó a la búsqueda por la profesionalización, y entró al Centro de Sinergia Futbolística CESIFUT, donde vio su primera lesión grave: fractura de tibia y peroné. Como el carácter de El Hermoso, aguerrido hasta el final, se levantó y fue en los Alacranes de Durango donde un joven Rubén Omar Romano descubrió su potencial y lo puso a prueba por dos meses sin goce de sueldo en Monarcas. Romano lo debutó en Morelia en 2003 contra el América.
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Su trayectoria está plagada de equipos y de situaciones adversas. De Morelia pasó a la Primera A con el León (2003 – 2004) y luego a Monterrey (2004 – 2006) donde debutó en un clásico regio. Reforzó en 2005 a Chivas para la Libertadores por cuatro partidos pero no anotó. 2005 fue un año importante pues el bigotón, Ricardo Antonio La Volpe -¿quién más?- lo debutó en Selección Nacional en el 2005 en un amistoso contra Argentina. Aunque su momento en el tricolor aún estaba lejos.
Pasó a Santos Laguna (2006 – 2008) y en su mayoría estuvo relegado al banquillo pues siempre tuvo extranjeros delante de él, desde Guillermo Franco en Monterrey, pasando por Vuoso hasta Chucho Benítez en Torreón. Emigró a tierras chiapanecas en 2009 donde tuvo mayor oportunidad de jugar gracias al director técnico Miguel Ángel Brindisi, anotando 12 goles en un año. Volvió a Santos (2009 – 2014), donde mostró su mejor nivel y consiguió dos ligas, una en 2008 y otra en 2012.
La llegada a Coapa
Con bombo y platillo llegó en 2014 a un club mucho más adinerado que Santos, el América. Como máxima figura del futbol nacional, arribó para liderar el nido capitalino. Consiguió un campeonato en 2014 con Antonio Mohamed, quien le dio toda la confianza.
Fue en este equipo donde comenzó a padecer una sequía de gol importante, que se prolongó por más de un año. De hecho, para cuando logró romper las redes de nuevo, ya vestía una nueva camiseta: la del Guadalajara. Llegado en 2019, no ha visto su mejor época en este club. Sin embargo, sigue siendo un referente dentro del futbol nacional y una figura a seguir para sus compañeros de equipo.
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Oribe Peralta fue querido por la afición como pocos. Representó a esa generación de futbolistas mexicanos que sudaron verdaderamente la playera; un motivador que apretaba en cada jugada. Retenía la pelota como ninguno. Jugaba de poste pero también sabía cargarse a las bandas. Contaba con excelente técnica y juego aéreo. Era ligero pero fuerte, aunque su principal habilidad no era la velocidad, sino la inteligencia.
Se posicionaba extremadamente bien y sabía leer las estrategias defensivas. Todas estas virtudes lo convirtieron en un referente de la selección mexicana, a pesar de que los reflectores y las oportunidades se las quedaron otros, Oribe Peralta pertenecía a un estirpe de delanteros que en México siguen haciendo falta. Si Oribe Peralta no jugó en Europa, es porque brilló demasiado tarde… como los verdaderos diamantes.
Por: Redacción