Táctica, estrategia y un poco de política
En una primera etapa, deslumbró como la naranja mecánica de los setenta, esa Holanda que tocaba de manera impecable el balón, respetando a un tiempo el ritmo y la cadencia del juego, metáfora que no era otra cosa que el símil perfecto de PODEMOS. Partido político español que siguiendo a la selección holandesa de Cruyff, mantenía una estructura que planteaba la articulación como elemento fundante, de cara a una transformación popular. En otras palabras, Chantal Mouffe y Laclau en estado de gracia.
Sin duda, a partir de la proclamación de Mover ficha: convertir la indignación en cambio político. PODEMOS adquirió lo que el combinado holandés obtuvo del Ajax de Rinus Michels, una estrategia que lo llevó a construir una esfera de organización y participación que no cedía terreno.
Era la defensa desde abajo, rompiendo circuitos de juego en zona de gol. Todo en función de una táctica establecida, devolverle el futbol a los 11 integrantes del partido, es decir, regresarle el poder a la ciudadanía. Sin embargo, actualmente las cosas han cambiado un poco.
La final del 74: ¿acaso la lógica venció a la utopía?
Quizá habría que preguntarnos: ¿por qué la articulación ahora no fluye? Xavier Domènech presentó el año pasado su renuncia y dejó los cargos que ocupaba como coordinador general de Catalunya en Comú, para luego regresar de la mano de Ada Colau a la cancha. Y así ha venido ocurriendo con otros sectores y grupos políticos. Por ejemplo: Izquierda Anticapitalista, que acompañó a PODEMOS desde el 2014, se ha separado a raíz de los conflictos internos por la salida de Iñigo Herrejón.
Una cosa es cierta, los planteamientos tácticos no están esencialmente diseñados para el triunfo. La realidad impone ciertas condiciones y es allí donde las teorías y las estructuras políticas se juegan el todo por el todo, como decimos acá en el futbol.
Ciertamente, nadie contaba con que después de ir arriba en el marcador, Holanda fuera abajo 2 a 1 durante el Mundial del 74, lo que a la postre sería el epitafio de una final perdida. Pero es en estos momentos, donde el futbol y la política se encuentran. Entre un juego y otro, entre la victoria y la derrota.
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Un torpedo llamado Müller
Tomando como referencia a Max Weber, es imposible del todo que la participación democrática suceda como la imaginamos. Especialmente hoy en día, donde el tejido social está compuesto por diversas matrices que condicionan cada narrativa, siendo el espacio y la masificación dos barreras que se presentan ante cualquier ejercicio político.
Así como en el futbol, que no se puede jugar más allá de los noventa minutos. Ni con más de once jugadores, toda acción suele suceder dentro del campo de lo real.
Para el futbol que juega PODEMOS, lo anterior no debería de representar un obstáculo infranqueable .Sino el ámbito que brinda la oportunidad de aplicar el principio básico de pesos y contrapesos, dentro de un sistema político determinado. Tal y como lo ha dicho Teresa Rodríguez, líder del grupo en Andalucía. Frente al ascenso de nuevos partidos de extrema derecha, como VOX.
El sueño de Rinus Michels no ha terminado, simplemente se ha movido a la arena del debate público. En un rincón donde se unen la visión y el juego, el futbol y la política. Es entonces, que la naranja mecánica aparece tocando otra vez la pelota y las leyes del futbol se quedan estáticas, inservibles. Democracia fáctica en la memoria de un torpedo llamado Müller. Allí donde al sonido de los aplausos por el triunfo de Alemania. Cruyff se queda mirando al futuro, con el simple y llano gusto de haber revolucionado el futbol.
Como vemos, nada está dicho. Ni en la política ni en la cancha.
Por: Andrés Piña/@AndresLP2