El primero de junio es el gran día, se juega la Final de la Champions League. El año pasado, el duelo en el que se decidió al campeón registró una audiencia aproximada de 400 millones de espectadores, número que sólo se compara con el Mundial o con los Juegos Olímpicos. Este magno evento no solamente es ansiado por los aficionados sino también por los equipos, y no solamente por lo deportivo.
La UEFA sabe proteger sus torneos, jugadores y ganancias. Durante la temporada 2009-2010, el mítico estadio de Wembley se perfilaba para recibir la final. Sin embargo, ese último encuentro terminó por disputarse en Madrid, en el Santiago Bernabéu. ¿Qué pasó? Bueno, aunque uno esperaría una gran historia de intriga con tintes de novela negra, la realidad es bastante más simple: fue un tema de impuestos.