Todos los grandes jugadores alguna vez fueron promesas que poco a poco escalaron para lograr la acometida de instalarse en lo más alto; lamentablemente existen futbolistas que prometían marcar época, pero gracias a las lesiones, esa llama y talento, se fueron apagando hasta quedar como solo eso: promesas.
Es por ello que te presentamos tres jóvenes promesas mexicanas que apuntaban a mucho, pero las lesiones les impidieron alcanzar su máximo potencial.
Onofre: el 10 que necesitábamos
Alberto Onofre, quizás el nombre no te suene mucho, pero las esperanzas nacionales para el mundial de México 1970, recayeron en sus hombros. Alguna vez, Juan Villoro lo definió como un extraordinario centrocampista, que tuvo la inteligencia de Cuauhtémoc Blanco y el elegante golpeo de balón de Benjamín Galindo.
El nacido en Guadalajara, era un crack en toda la expresión de la palabra; referente del rebaño sagrado y el gran ídolo de la selección nacional, un repartidor de juego como pocos. Con tan solo 22 años, ya le había maravillado el ojo a propios y extraños, un 10 nato. En 1967 se encargó de llevar al combinado nacional a los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá:
La mayor tragedia para un futbolista
A cuatro días del partido inaugural de la selección azteca contra la Unión Soviética, Onofre tuvo un duro choque con el defensa cruzazulino Juan Manuel Alejándrez, a 10 minutos para la finalización del entrenamiento. Debido a la fuerte lluvia que cayó aquel día en el campo se resbaló, se dijo que esto ocurrió gracias a que el jalisciense no se cambió los botines.
De inmediato fue trasladado a quirófano, donde se negó a ponerse la bata, se quedó portando la tricolor. Horas más tarde los periodistas aseguraron: “México se queda sin su número 10”, Alberto se había roto la tibia y el peroné, era imposible jugar el Mundial.
“No sé qué fue peor, si el dolor de los huesos rotos o el entender que ahí se acabó todo para mí”. Contó el ex 10 de la selección.
Solo, en casa y por televisión, fue como vió la Copa. Sin duda aún queda la pregunta, ¿qué hubiera pasado con la selección con Onofre en el campo? México alcanzó su mejor participación en la historia de los Mundiales, el tricolor llegó a los cuartos de final donde fue eliminado por Italia.
Un retiro prematuro
A partir de la lesión, tardó dos años en poder volver al campo, pero las cosas ya no eran las mismas. Optó por el retiro y dedicó el resto de su vida al negocio familiar: un pequeño taller al sur de Guadalajara. «Me fui completamente para abajo», recordó Onofre sobre la lesión que lo dejó fuera de México 70. El tapatío tenía 22 años de edad.
Villaluz: la esperanza celeste
César Villaluz, uno de los casos más sonados en los últimos tiempos. Pues después de tantos años, prometía llevar un título de liga a la Noria. César empezó su carrera de la mano de Jesús Ramirez, quien lo eligió para representar a México en el Mundial sub-17 de Perú en 2005. Villaluz tuvo un torneo sobresaliente, con tres goles y siendo pieza fundamental para que México consiguiera su primera Copa Mundial.
En 2006, debutó como profesional vistiendo la camiseta del Cruz Azul, al principio le costó trabajo hacerse de un puesto en el 11 titular, pero poco a poco se ganó un hueco. Sergio Markarián, fue quien lo convirtió en indiscutible en la máquina.
Se empezaba a hacer un nombre en la liga, los cruzazulinos tenían puestas sus ilusiones en él, aunque también lo hicieron los aficionados mexicanos, esperaban su salto a Europa para con su gran talento consolidarse en lo más alto del futbol.
Un recuerdo triste
El Apertura 2008 resultó ser la gran caída del joven nacido en la Ciudad de México; César tuvo un gran torneo, tal fue el caso que llevó a su equipo a la gran final contra el Toluca. Fue en aquel partido donde sucedió una gran tragedia.
Minuto 71, lo ganaba por la mínima la máquina, de pronto, Edgar Gerardo Lugo, tiró un balón largo, mismo que Villaluz se disponía a controlar para quedar de cara a gol. Sin previo aviso, antes de dormir el balón en sus pies, en el aire recibió una dura y artera entrada del zaguero contrario: José Manuel Cruzalta. La falta ocurrió en el área penal de Toluca.
César cayó desvanecido al piso, junto con todas las esperanzas celestes, terminó inconsciente en el césped y su carrera nunca volvió a ser lo misma. Sufrió de varias convulsiones, y en el hospital vio cómo su equipo fue derrotado en tanda de penales. Fue sorprendente cómo el árbitro de aquel juego, Roberto García Orozco no pitó el cobro desde los 11 pasos.
Meses después regresó a las canchas, pero con un nivel bastante mermado; pasó por: San Luis, Chiapas, Atlético San Luis y Celaya en segunda. Para después, en 2017, lograr su sueño de emigrar a Europa con el Club Polideportivo Cacereño de la Tercera División española, donde tuvo más pena que gloria. Regresó a América con el Deportivo San Pedro de Guatemala. Actualmente acompaña al Chaco Giménez en el Cancún FC.
Villaluz quedó decepcionado con el Cruz Azul, pues no tuvo el apoyo esperado después de su lesión. José Manuel Cruzalta, a la fecha no se ha disculpado por aquella entrada de “cárcel”, y el colegiado Orozco reconoció su error tras no señalar el penal, justificando que aún no existía el VAR.
Arellano: una chiva muy chiva
Omar Arellano, fue de las primeras “joyas” producidas en la cantera del Pachuca, aunque sus grandes glorias fueron vistiendo la camiseta de las Chivas. Incluso fue varias veces convocado a la selección nacional. Se convirtió en una pieza clave para el rebaño en 2007, haciendo goles en liga, clásicos y Copa Libertadores.
Este joven desde pequeño respiró y vivió futbol; tanto su padre, como su abuelo quedaron campeones con el rebaño. Por obvias razones se esperaba que “Omarcito” también lo lograra. Despertó ilusión en Verde Valle.
Era un delantero que destacaba por su gran definición y velocidad; como en los pasados casos, Arellano apuntaba para ser emblema de la selección y figura en las Chivas, para tarde o temprano consolidar su carrera en Europa.
Un jugador de cristal
En 2008 empezaron las lesiones: se desgarró los ligamentos, se rompió un dedo del pie, sufrió un corte, se lastimó la rodilla, se volvió a romper un dedo del pie, etc. De 2008 a 2010, perdió 271 días y 41 partidos.
Aún así el Guadalajara le siguió dando oportunidades e incluso fue importante en aquel equipo que llegó a la final de Libertadores en 2010, de la mano del “Bofo” Bautista. Sin embargo, Omar no volvió a ser el mismo y las Chivas se cansaron de tanta lesión. Siguió con muchos problemas físicos, hasta que decidió ir a probar nuevos aires a Monterrey.
Empezó a retomar su juego con “la Pandilla” e incluso levantó la Concacaf Liga de Campeones. Se acomodó por la banda derecha y en ocasiones como mediocampista. Completó todo un torneo sin lesiones en 2013. Después los Rayados cayeron en un bache, y llegó el Profe Cruz para sustituir a Vucetich. Arellano se lesionó de nuevo, y en 2015 dejó Monterrey para vestirse de diablo con el Toluca.
No volvió a encontrar su sitio
Pasó de noche por Toluca, sin encontrarse con su juego. Después llegó a Leones Negros, donde no anotó ni un solo gol en 10 juegos. Fue a a Costa Rica y cambió su posición a lateral. Tiempo después regresó a México para vestirse de Gallo, un año después arribó en Chapulines de Oaxaca.
Lamentablemente tantas lesiones y recaídas le impidieron explotar su potencial, por consecuencia, dejó de ser un jugador atractivo para los grandes clubes, pese a su gran talento.
Es bastante triste ver a jóvenes promesas que los problemas físicos les impiden alcanzar su máximo nivel. Al final del día las lesiones también son parte del juego, misma cosa que lleva a infinidad de futbolistas al retiro. El futbol como la gran escuela de vida que es, también nos enseña a aprender de las injusticias.
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Por: Diego Albarrán / @diego_cuba08