Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo… así versa una canción que le escuché por primera vez a Facundo Cabral y Alberto Cortez, y justo así me siento hoy. Las altas y las bajas de jugadoras de la Liga Mx Femenil arrancaron hace algunos días; rumores y confirmaciones fueron y vinieron. Y con ella, la confirmación de la salida de tres jugadoras del equipo al cual soy aficionado: Pumas Femenil.
He de decir que una sensación de abandono, de pérdida y casi de luto me embargó. El futbol varonil me enseñó la pasión y el amor por un equipo, el enfundarse la playera para nunca poder quitarse los colores jamás. Sin embargo, el futbol femenil me transmitió apego, admiración y respeto. Nunca antes había sentido la salida de un jugador de la institución, ni cuando mis grandes ídolos se fueron.
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Claro, caló hondo cuando algunos pasaron al América, pero al enfundarse la playera del contrario, ellos eran precisamente eso: contrarios a los cuales se les tenía aprecio, cariño y respeto, caso como el enorme capitán Joaquín Beltrán. Sin embargo, desde el torneo anterior, ver jugadoras salir de Pumas Femenil me provocó una sensación de ausencia.
Mientras reflexionaba llegó algo de claridad, Ana Paola, Ricla, Lucía, Nancy, por mencionar algunas, nunca serán rivales, nunca serán contrarias. Siempre serán parte de ese primer equipo que me recordó que tener sangre azul y piel dorada es matarse por los colores, ir por cada bola, llorar ante la derrota y desgañitarse en las victorias.
El destino me llevó a vivir a otro país y solo pude verlas en el campo contadas ocasiones. Busqué como loco en internet la transmisión por la restricción geográfica y seguí los partidos minuto a minuto -acción que era una verdadera tortura aunque siempre valió la pena-. No es fácil explicarlo, pero la mejor forma es entender que vivieron un sueño y fueron tan generosas que nos invitaron a ser parte de él.
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Me imagino que hablo por aquellos que la Liga Mx Femenil nos cambió la manera de ver el futbol, que nos recordó que lo que nos une es que el balón rueda igual para todos lados. Yo lo vivo en mi amor por Pumas, pero me imagino que el aficionado de Toluca, Puebla, Xolos, Guadalajara estará en una situación similar. Estas mujeres nos recordaron la magia del juego. Hoy en la piel sigo teniendo mis colores, pero no dudaré en gritar con toda emoción un gol de las ex Pumas y sentirme contento por sus futuros triunfos.
Deseo de todo corazón que aquellas que se aventuraron a ser parte de la Liga Mx Femenil la historia les reconozca lo que merecen: ser el parteaguas de una transformación de nuestra sociedad desde la más hermosa actividad de patear un balón. Me llena de ilusión ver que las niñas, niños, hombres y mujeres, tienen heroínas en el futbol; llegaron para quedarse y no se van a ir. Vendrán nuevos rostros a enfundarse las camisetas de nuestros amores, pero así como los colores, las amigas son para siempre, y aunque hoy se tengan que ir, siempre van a estar.
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Por: Moisés Ortiz / @MoOrGri