El racismo tiene muchas caras, sin embargo, esto no impide que podamos encontrar un hilo conductor en esta actitud totalmente reprobable, misma que ataca a sectores sociales históricamente vulnerados y oprimidos. Cabe aclarar que los factores que generan o maximizan el racismo tienen distintas influencias, desde los nacionalismos, posturas políticas marginalistas y el amplio mundo de la ideología. Por lo tanto, y para entender la gravedad del asunto, es necesario poner atención a los casos que se dan en espacios como el futbol mexicano.
Partiremos de un ejemplo que ha hecho eco en los medios de comunicación, el suceso que involucra a Adail Maganda, árbitro de raíces afromexicanas. Para contextualizar este término, tenemos que revisar algunas cifras y aspectos de este grupo social, considerado erróneamente como invisible. De acuerdo con cifras de CONAPRED, en México hay cerca de 450.000 afrodescendientes ubicados principalmente en el sur del país, cabe resaltar que oficialmente este grupo es censado como indígena, aunque realmente no lo sea, ya que sus raíces no son étnicamente originarias, sino producto de migraciones africanas. Sobra decir que sus aportaciones culturales se han hecho presentes en diversas expresiones, la música por ejemplo.
Retomando el caso de Adalid Maganda, fue en 2017 cuando inició el conflicto contra Arturo Brizio y miembros de la Comisión de Arbitraje. ¿El motivo? Actitudes racistas por parte de la Comisión. Maganda, en una entrevista al periódico el País, explicó que estas actitudes no son aisladas, pues desde sus inicios profesionales ha sufrido de ataques racistas y xenófobos. Maganda relata que en un partido de Copa Mx, jugadores de Pachuca hicieron sonidos imitando a un mono al momento de la partida el árbitro al vestidor. Como se ha expresado en este espacio anteriormente, la palabra profesional les llega a queda grande a muchos futbolistas.
Ahora bien, se preguntarán, ¿por qué no denunció antes? De acuerdo con Maganda, a pesar de estas actitudes, él tenía trabajo y por ello lo soportaba, pero en 2017 con el cambio directivo en la Comisión, el árbitro mexicano fue hecho a un lado, y todo indica que sin ningún argumento sostenible –en este punto extraemos textualmente parte de la entrevista del País— tal y como podemos leer:
−Por favor, necesito que me digan por qué no arbitra el negrito – dijo Brizio
−Ha tenido malos juegos, malas decisiones – replicó Gasso
−¿Entonces por qué no me lo dicen? A los demás sí les ponen vídeos para decirles de sus errores- preguntó Maganda
−¿Por qué no te regresas a Acapulco, allá a las lanchas? – mencionó Gasso
Afortunadamente Maganda regresará a entrenar y Arturo Brizio aclaró que si aprueba las pruebas físicas, Maganda regresará a pitar en el futbol mexicano. Sin embargo, el problema no se reduce a la situación del árbitro, pues el futbol mexicano lamentablemente ha dado mucho de qué hablar en el tema, a continuación recordaremos otros casos.
En 2006, Felipe Baloy, al visitar el Estadio Corona, recibió insultos racistas. La afición lagunera lo recibió haciendo sonidos de mono y gritándole chango, come plátano. De manera similar, Christian Benítez sufrió en el Azteca en 2013, donde la afición Puma hizo sonidos de mono al momento de que el Chucho tocaba el balón. Al año siguiente, Darwin Quintero sufrió de insultos racistas por parte de un jugador de Cruz Azul. Por último, tenemos un caso de xenofobia y racismo en la Liga Mx Femenil, en octubre de 2018 en el partido entre Pumas y América. La afición puma, ante el grave problema migratorio que vive nuestro país y Centroamérica, le gritó a las jugadoras de manera despectiva: hondureñas.
Todos estos casos representan aspectos lamentables de nuestra sociedad, pues la incapacidad de reconocer al otro como ser humano incapacita toda relación humana, por lo tanto orilla a la intolerancia, la ignorancia y desgraciadamente, a la violencia. Hechos como el de Maganda deben ser llevados a las autoridades, mientras que en los demás, el asunto pasa por la educación de la sociedad. ¿Permitiremos que la pelota se siga manchando?
Por: José Macuil García