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Ramón Ramírez

El 5 de diciembre de 1969, la ciudad de Tepic capital del estado de Nayarit fue testigo del nacimiento de Jesus Ramón Ramirez Ceseña, siendo el quinto hijo de 7 que fueron en total.

Crecer y madurar

Ramón considera que durante su infancia era un niño normal, le pedían rendir con buenas calificaciones en la escuela y practicar algún deporte. Como tal su familia no estaba del todo ligada al futbol, pues su padre se inclinaba más por el béisbol, sin embargo, uno de sus hermanos mayores fue la persona que le influyó en su gusto por el balompié.

A la edad de 17 años, junto con su familia, vivió uno de sus momentos más dolorosos cuando a su padre, que contaba con 53 años de edad, le fue detectado cáncer en los riñones; y luego de 6 meses luchando contra la enfermedad falleció el 31 de marzo de 1987, sin poder ver el debut como profesional de su hijo.

Un año después, en 1988, Ramón debutó  con Coras de Tepic, en el Deportivo Tepic en la segunda división del futbol mexicano. Durante esta primera etapa Ramón Ramírez ganaba aproximadamente 750 pesos, mismos que daba a su madre para apoyar con la economía de su familia, así como con las primas que, ocasionalmente le daba el club por partidos ganados, empatados, etc.

Ramón recuerda que en aquella época en diversas ocasiones le tocó viajar pidiendo aventón junto con sus compañeros para los partidos de visita. Algunos camioneros que encontraban en las carreteras los subían en sus vehículos l.

Ascender

En 1990, después de tener un buen paso con Coras e incluso, ya con experiencia internacional en categorías inferiores de Selección Mexicana, el volante zurdo llamó la atención de tres clubes del máximo circuito  en México. El Monterrey fue el primer equipo que se contactó con el hijo de Tepic, sin embargo fue descartado por la directiva rayada, el segundo interesado fue Cruz Azul, que recibió la recomendación por parte de Jesús del Muro para contratar al jugador nayarita, sin embargo los Cementeros hicieron caso omiso y lo descartaron. 

En este punto, Ramón se encontraba desmotivado porque nada más le daban ilusiones y no se concretaba nada, pero desde Coahuila recibió una última llamada, se trataba del Santos. El club Lagunero recibió la recomendación de darle seguimiento al joven de 19 años de edad por parte de uno de sus exjugadores, Raúl Torales, quien para ese momento era su compañero en Coras. Por este motivo Santos llevaba aproximadamente 1 año observando la evolución del nacido en Tepic, el cual dio la talla para tener su primera oportunidad en la máxima categoría del futbol mexicano.

Con los Guerreros debutó como volante y mediocampista en la temporada 1990-1991, torneo en el que se dio a conocer mostrando un buen nivel, a tal grado que lo llevó a ser considerado para jugar en la Selección Mexicana, sin embargo, aquel brillante periodo no duró mucho, ya que en un partido disputado, en contra del América, sufrió una desafortunada lesión producto de una entrada temeraria de un joven debutante de nombre Alberto Carrillo.

Tras la operación, el doctor me comentó: Por parte de la medicina ya estás al 100%, tu rodilla está casi intacta, entonces ahora dependerá de ti». (Ramón Ramírez)

«Ahí me dio toda la confianza, entonces dije que en lo que me correspondía a mí no iba a haber un segundo, un milímetro en esfuerzo donde yo vaya a escatimar”.

Gracias a su mentalidad y tras un largo periodo de recuperación, regresó a las canchas en 1992. Su reaparición fue como si nunca hubiese pasado nada, ya que continuó mostrando grandes actuaciones, lo que lo llevó a ser convocado nuevamente a la Selección Azteca, ahora para disputar el Mundial de Estados Unidos 1994.

“A la Copa del Mundo íbamos con incertidumbre, hasta desconfianza de si podíamos o no pasar. Noruega era el mejor de Europa en ese momento, Italia de los máximos campeones y el estilo de Irlanda del Norte nos podía complicar.

El primer gran reto era calificar y lo hicimos, pero no sé si al mismo tiempo nos relajamos o confiamos, porque sentíamos que Bulgaria ya no era tan poderoso como los rivales de grupo y que, eventualmente, íbamos a pasar. Nos vimos sorprendidos”, recordó Ramón Ramírez sobre el Mundial de Estados Unidos 1994.

En su debut mundialista solamente jugó en dos ocasiones. La primera vez fue en contra de la Selección Noruega y el segundo contra Bulgaría. Aquel torneo dejó a Ramón Ramírez con un sabor agridulce más allá de los resultados, pues el nayarita iba con expectativas altas, esperando poder participar más. Y también porque el ambiente que se vivió en el país estadounidense consideró fue algo distinto, ya que la cultura sobre el futbol aún era desconocida para la afición de aquel país.

Consolidación de un ídolo

Una vez que acabó el Mundial y en su regreso a México, fue transferido a las Chivas, donde retrasó su posición a la de lateral izquierdo, misma en la que se consolidó y se convirtió en un ídolo con su dorsal número 7. También es aquí donde vivió el último torneo largo, en la temporada 1995-1996, y vio el nacimiento del formato de los torneos cortos, con el llamado invierno 1996.

En verano de 1997, bajo el mando de Ricardo Ferretti, el nayarita fue pieza clave del equipo que consiguió la décima estrella para el club Tapatío, venciendo en la final al equipo Toros Neza.

Un año después fue convocado para disputar su segundo Mundial en Francia 1998, donde la Selección Mexicana dio una de sus mejores exhibiciones, siendo de las más recordadas hasta el momento.

“En Francia ‘98 fue otra camada, no sé si con la misma calidad individual del ‘94, pero ya con otra mentalidad, más despiertos, con menos complejos.

El jugador ya quería hacer un gran Mundial para irse a Europa, en el ‘94 queríamos un gran Mundial para hacer un mejor contrato en tu equipo. Encaramos el torneo diferente: pensábamos que a Corea se le tenía que ganar, ya no era a ver cómo nos va, con Países Bajos estaba la posibilidad de perder, pero porqué no sacarle un empate y teníamos la sensación de que a Bélgica le podíamos ganar”, detalló el nayarita.

A lo largo de aquella justa mundialista, Ramón Ramírez llegó como uno de los principales referentes de la escuadra mexicana. Participó en los 3 partidos de la fase de grupos, sin embargo, en el último de ellos, jugado en contra de la Selección de los Países Bajos, salió expulsado cuando el partido iba 2-1 a favor de la selección europea.

A pesar de que el combinado mexicano se quedó con 10 jugadores fueron capaces de sobreponerse y empatar el partido con un gol cortesía de Luis Hernández, con el que lograron calificar a octavos de final en contra de la Selección Alemana, encuentro en donde los Aztecas cayeron y fueron eliminados.

“Se dio la calificación y contra Alemania, habla la gente con toda razón que faltó mentalidad y creo que lo que nos faltó fue contundencia. Si metemos las dos que tuvimos hubiéramos avanzado, me quedé con mejor sabor de boca en ese Mundial, pero cometí un gran error y me costó no jugar con Alemania.

Me desesperé contra Países Bajos, me le crucé al árbitro, lo tomó como agresión y me expulsó. Nunca pensé que íbamos a calificar, de camino al vestidor, escucho la algarabía, supe que empatamos, que pasamos y no iba a jugar el siguiente partido», finalizó Ramón Ramírez.

Movimientos inesperados

En 1999 el hijo de Tepic era uno de los mejores jugadores de la liga mexicana, a pesar de eso y en contra de la voluntad del futbolista, los directivos de Guadalajara transfirieron a Ramón Ramírez a su máximo rival, las Águilas del América, movimiento que sorprendió a todo el futbol mexicano.

«A las directivas siempre les argumenté que un jugador consolidado y que haya sido un referente, no podía negociarse al acérrimo rival. Lo hice en su momento, pero aún así me dijeron que el contrato ya estaba hecho». (Ramón Ramírez)

Con los de Coapa solamente estuvo durante un torneo, el de Verano de 1999, donde intentó contribuir lo más que pudo; participó en 18 partidos, aunque no logró encajar del todo en el Nido, por ese motivo al finalizar aquella campaña partió rumbo a Nuevo León, y se integró con los Tigres.

Con el equipo Auriazul vivió un nuevo capítulo trágico en su vida en el año 2000, pues una madrugada, cuando, acompañado de su familia, se dirigía de Tepic a Guadalajara sufrió un accidente en la camioneta de su madre, la cual fue impactada por otro automóvil.

Desafortunadamente para el jugador de Tigres aquel choque causó el deceso de tres personas que abordaban el otro automóvil.

A partir de ese suceso y una vez aclarada la parte legal, Ramón Ramírez egresó a defender la casaca felina, aunque ya no logró retomar el gran nivel que mostró en torneos pasados.

Regreso a casa y adiós a una leyenda

En verano de 2002, Ramón regresó al club de sus amores en Guadalajara, donde estuvo por 2 años más y alcanzó una nueva final, pero en está ocasión fueron derrotados por los Pumas dirigidos por Hugo Sanchez en 2004.

La directiva Rojiblanca en 2004 se acababa de hacer con un nuevo equipo en los Estados Unidos, las Chivas USA, y  Ramón Ramírez fue enviado en 2005 para comandar. Un año después, en 2006, sufrió una lesión que lo dejó fuera todo el torneo y aunque su intención era volver para la temporada de 2007, ya no se sentía con la fuerza y condición que requiere el futbol de primera división, por ese motivo el 26 de mayo de 2007, en la primera jornada del campeonato anunció su retiro.

Tras colgar los botines, Ramón Ramírez fundó una empresa llamada Club Deportivo Internacional, una escuela con una preparación integral para niños y jóvenes de entre 7 y 17 años de edad, creada en conjunto con sus amigos Claudio Suárez y el exportero Martín el “Pulpo” Zuñiga.

Así fue como finalizó la carrera del lateral izquierdo más famoso y querido, no solamente por la afición de Chivas, sino también gran parte de la afición mexicana que tuvo el placer de deleitarse viendo al hijo de Tepic y su histórica zurda de oro.

 

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Por: Fernando Ayala

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