“Cuando era niño, soñaba con convertirme en un jugador de futbol profesional y representar a mi país frente al mundo. Pero cuando era adolescente, cada vez me consumía más el miedo y la vergüenza. […] Decidí que perseguir mi sueño significaba sacrificar una parte de mí mismo y ocultar mi sexualidad al mundo, en lugar de abrazarla”.
Esto señaló Robbie Rogers en su cuenta de Instagram en 2017. El jugador estadounidense se declaró abiertamente homosexual en 2013 y decidió poner fin momentáneamente a su carrera. Tras 8 años como jugador profesional, Rogers no pudo más con el silencio. El futbolista había declinado ante una batalla que es absurda: el tabú de la sexualidad en el deporte.
La apertura sexual en el deporte: ¿lucha o condena social?
Seamos sinceros, es completamente ridículo pensar que en el futbol o que cualquier otro deporte puede ser completamente heterosexual. Y no se trata de algo reciente o un producto de la pérdida de valores –argumento que pueda rondar en algunas mentes conservadoras—, la diversidad sexual es tan vieja como la historia de la humanidad. Las etiquetas han cambiado, claro, pero el sentimiento de expresar tu amor a alguien y la apertura sexual ha perdurado.
Entonces, ¿qué sucede en el mundo del deporte? ¿Por qué jugadores como Robbie Rogers tuvieron que callarse? Por la condena social. Lamentablemente, aunque exista la apertura sexual, la sociedad se ha encargado de estigmatizar a la homosexualidad y, con ello, excluirla de muchas de las expresiones culturales, entre ellas, el futbol. De este modo, para la mente del aficionado, el futbol debe ser completamente heterosexual, y desgraciadamente, los medios deportivos han contribuido para construir esta idea.
Otro factor para que Robbie Rogers se decantara por el silencio fueron los antecedentes de la homosexualidad dentro del futbol. El caso de Justin Fashanu es el mejor ejemplo de la condena social a la homosexualidad. Fashanu pasó de la admiración en Inglaterra al suicidio motivado por una sociedad intolerante. Con este tipo de casos, resulta evidente que Robbie Rogers prefiriera el silencio.
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El adiós al futbol como la única forma de liberarse
Para Robbie Rogers jugar al futbol era su sueño, mismo que logró cumplir pues se mantuvo en el profesionalismo por algunos años. Obtuvo dos MLS Supporters´ Shield y dos Copas MLS, más dos subcampeonatos en la Copa Oro de la CONCACAF. Por si fuera poco, tuvo la oportunidad de jugar unas Olimpiadas representando a su país, y vistió 6 camisetas distintas, tres de ellas en Estados Unidos (Orange County Blue Star, Columbus Crew y L.A Galaxy) y tres en Europa. Uno en Holanda (el SC Heerenveen) y dos en Inglaterra (Leeds United y Stevenage).
En pocas palabras, Robbie Rogers había cumplido el sueño de ser futbolista, sin embargo, no se sentía completo. Como lo expresó para Sky Sports, tuvo que reprimir su sexualidad para poder encajar en el juego, pero para poder vivir completamente su sexualidad, decidió dar un paso al costado y confesar su homosexualidad. El adiós del futbol no fue definitivo, ya que al cabo de unos meses regresó con L.A. Galaxy para jugar durante 4 años.
Con el apoyo de su pareja con la que se casó en 2017 y de jóvenes que le escribieron para apoyarlo, redactó el siguiente comunicado que publicó en Instagram. «Estos son los jóvenes que me inspiraron a superar mis miedos y volver a jugar. Siguen siendo los jóvenes que me envían cartas cada semana. A esos jóvenes les digo gracias. Mi mayor logro en mi carrera es ayudar a crear un deporte más abierto”.
Por último, me gustaría decir lo siguiente: esperamos que casos como los de Fashanu y Robbie Rogers no sean la constante en el deporte que más amamos. Debemos entender que el amor no es heterosexual y que el futbol no se corrompe ni pierde valor por jugadores que decidieron expresar su amor de una forma distinta a la que nosotros lo hacemos. Eliminemos todas estas barreras y abramos la cancha a la diversidad sexual.
Por: José Macuil García