Diecisiete de julio del noventa y cuatro, ya no recuerdo si aún estaba en clases o éstas habían terminado. Si era así, seguro estaba en exámenes, pero en realidad poco me importaba. Ese día, ese medio día de domingo, lo realmente importante estaba en Los Ángeles, California.
La final de los equipos que más me han cautivado desde que tengo uso de memoria (y esa memoria en gran cantidad es utilizada para almacenar futbol). Brasil, como -casi- siempre, favorito para conquistar el Mundial celebrado en E.E.U.U., con su estrella absoluta Romario y su compañero no menos deslumbrante: Bebeto. Eran la pareja que seguramente, al menos en este lado de América, más admiración despertaba entre los amantes del futbol (¿existen otro tipo de personas?).
Brasil como siempre pasó de líder de su grupo, dio cuenta de todos sus rivales casi con la mano en la cintura. Recuerdo que Holanda le preocupó en algún momento, pero con ellos es -casi- siempre la misma historia, dice mi papá que coyotean al rival, hasta que pasa lo que pasa… ganan.
La Italia de Roberto Baggio Baggio
Italia, otro de los históricos de los mundiales, con un futbol tradicionalmente menos vistoso que el brasileño, pero igual de efectivo… Hasta este Mundial, donde su astro era un jugador que más parecía una estrella pop que futbolista. Il divino codino era mucho más que un simple futbolista, era como un cisne en un lago cuando jugaba… Roberto Baggio, esa prosa en el libro verde que se escribe cada cuatro años.
Como siempre Italia pasa de panzazo, es tercer lugar en su grupo, pero ahí en la adversidad es donde Roberto Baggio se mostraba. Contra Nigeria, dos goles en los minutos finales, contra España otra vez Roberto en el último suspiro del partido da el pase a semifinales y contra Bulgaria de nuevo es él, con dos goles, quien manda a Italia a la final.
Sobre Baggio
Es de él de quien quiero escribir.
Un jugador absolutamente fantástico, con una vibra positiva para con la tribuna como nadie, bueno Ronaldinho diez años después.
Baggio, a quien los entrenadores casi siempre ningunearon, sobajaron, ofendieron al intentar meter todo el genio en un sistema.
Baggio era tan grande que no puede definirse de ninguna manera, su futbol reflejaba libertad y su juego era absolutamente libre, de inspiración, de total improvisación.
Él, un jugador que no es casualidad mostrara su arte en el equipo de Florencia, cuna del Renacimiento: la Fiorentina. Al ser vendido al equipo poderoso del país muestra una absoluta lealtad, la más grande cualidad de un fanático del futbol, al negarse a tirar un penal contra su ex-equipo -poniendo como pretexto que el portero lo conoce demasiado-.
Roberto Baggio fue de la gente, mucho más que de los entrenadores… y la gente sabe más que los entrenadores, hay en ese sentido una inteligencia colectiva, dice Valdano.
El ir y venir
Roberto Baggio, el de la mirada melancólica, sufre cuando Marcello Lippi, seguramente celoso de que se lleve todos los reflectores, afirma que la Juventus debe dejar de ser Baggiodependiente. Como si el futbol se rigiera por leyes de los hombres, Juventus lo vende al Milan donde otro soldado del futbol no logra entender la naturaleza que se expresaba sobre el césped y nunca logra afianzarse como titular indiscutible.
Bolonia, Inter de Milán donde se reencuentra con esa pesadilla para el espectáculo llamado Marcello Lippi, donde en un entrenamiento Christian Vieri y Christian Panucci al ver al genio lo aplauden y son regañados, donde Lippi ordena que no se le sirva pepperoni si no es con su permiso, Lippi que con todo esto lo quiere humillar, lo alinea frente al Parma en un partido de copa al tener a todos los delanteros lesionados, Roberto elimina prácticamente solo al Parma y salda con una humillación con clase al entrenador que lo relega.
La final
Único jugador en Italia donde la afición lo iba a ver, cada estadio que pisó, se rindió a su arte.
Único jugador que hizo lo que ninguno había, ha hecho, ni hará de nuevo, al retirarse en el Brescia saca una pancarta para dar gracias a la afición…
Diecisiete de Julio, medio día
Baggio ese jugador que yo veía como si me hubieran hipnotizado
Baggio ese jugador que llevó a un equipo sin posibilidades de trascender a la gran final
Baggio parado frente a Taffarel
Baggio lesionado
Baggio listo para tirar y mantener con vida a su azzurra Baggio el budista
Baggio el mago
Baggio el libre
Baggio el de la gente
Baggio… Falla y esa falla lo seguirá toda su carrera.
Óscar Tabárez dijo sobre él En el futbol no hay lugar para poetas... nunca entendió que el futbol es poesía y Baggio fue de sus vates más brillantes…
Por: Yuri Larios/@artillero74