El cliché dice que uno vuelve a donde fue feliz, en este caso, fue todo lo contrario. Este personaje fue a donde sería feliz antes de siquiera pisar la cancha: Fui directo a la Cibeles porque era la plaza donde el Madrid iba siempre a celebrar, yo dije: ‘¿será que un día voy a estar aquí?’. Después de 10 meses estaba celebrando la primera liga.
Roberto Carlos da Silva Rocha era el complemento perfecto de cualquier ataque; profundo, veloz, de pegada inigualable y una cantidad de pulmones imposible de contar. El originario de Garça es uno de los jugadores más afortunados de la historia de este deporte. Acompañante siempre de grandes estrellas, Roberto formó parte de algunos de los mejores planteles de los que se recuerdan de aquella época. Relegado de los clubes grandes por su 1.68 metros de estatura, consiguió debutar en el União São João en 1986.
Durante una gira por Europa en 1992, el Atlético Mineiro lo llamó para acompañarlos y termina quedándose en el equipo, con solo 19 años. La vertiginosa carrera del lateral lo llevó al Palmeiras, en el equipo verdiblanco conquistó dos trofeos del Brasileirao de la mano de una generación dorada: Edmundo, Zinho, Mazinho, Sampaio y el mismo Rivaldo redondearon aquella histórica plantilla.
Leer más: Sócrates: pensar con el balón
Increíblemente, la lista de Brasil para el Mundial de Estados Unidos de 1994 dejó fuera figuras de la talla de Rivaldo, Edmundo, Evair y Roberto Carlos. Aún sin estos jugadores, el seleccionado verdeamarelo conquistó su cuarto título de Copa del Mundo. Pero la calidad del joven del Palmeiras era demasiada como para seguirlo relegando.
En la Copa América de Uruguay 1995 ya formó parte de la plantilla, el seleccionado brasilero alcanzó la final aunque cayó en penales. La amargura de aquel partido se atenuó en el mismo verano: el Internazionale de Milán fichó a Roberto Carlos para el curso 95-96. La mejor liga del momento en Europa recibió al joven sudamericano en el equipo de Roy Hodgson.
Roberto vivió una pesadilla en Italia, un mal sueño que para cualquier otro futbolista hubiera sido el arribo ideal: «En el Inter me pusieron a jugar de extremo e incluso de delantero. El gran problema es que yo en los primeros siete partidos metí siete goles. Entonces me pusieron arriba y sufrí un montón», declaró el ex interista para la FIFA.
Leer más: Inter de Milan: el renacer del fénix azul
No quiso mantenerse en Italia y fichó en 10 minutos –literalmente– por el Real Madrid al término de su primera temporada en el neroazurro. La casa blanca le abrió las puertas al nuevo número tres. Otra vez, el de Garça llegó a un vestidor lleno de estrellas: Cañizares, Hierro, Amavisca, Seedorf, Zé Roberto, Davor Suker, Predrag Mijatović y Raúl arroparon al brasilero de apenas 23 años.
Roberto Carlos llegó a un Madrid que tenía como timonel a Fabio Capello, quien a la postre se convertiría en el técnico más importante en su vida, según sus propias palabras. A su llegada a España se convirtió en el dueño de la banda izquierda del cuadro merengue, año en el que consiguió su primer torneo liguero vestido de blanco. La herida abierta de la final en Uruguay dos años atrás le trajo revancha para el torneo continental de 1997 en Bolivia. La Canarinha brindó un espectáculo con Ronaldo, Romário, Roberto Carlos y compañía. Brasil ganó su primera Copa América fuera de su país y la quinta en su historia.
Un año antes del Mundial de Francia 98, en un partido contra los galos, y en un plantel plagado de figuras, Roberto tomó el balón para cobrar un tiro libre. Ya se sabía de la pegada que tenía el zurdo en pelota parada, pero este fue el episodio que marcó un antes y un después en la carrera del galopante lateral. Se perfiló de frente a la pelota y luego de una furibunda carrera la impactó con la parte externa del pie, técnica inédita que dotó al balón de un efecto que dejó incrédulos a todos en la cancha, incluido Fabian Barthez, que solo hizo de espectador privilegiado ante uno de los mejores goles de la historia.
Leer más: Ronaldo Nazario: vida y muerte
La brillante temporada 97-98 del Real Madrid es imposible de explicar sin la figura del brasileño, los blancos conquistaron la ansiada séptima Copa de Europa luego de 32 años de sequía europea. El cuadro de Yup Heynckes también se coronó en la Copa Intercontinental frente al Vasco Da Gama. Los éxitos cayeron a raudales en los planteles donde Roberto Carlos ocupaba la banda izquierda; llegó el bicampeonato de Copa América con su selección en Paraguay 98.
Roberto formó parte esencial del renacimiento del gigante europeo al final de los 90 e inicios de los 2000. Al arranque del nuevo siglo el Real Madrid conquistó en París la octava Champions, consolidando la generación dirigida por Vicente del Bosque. Ese mismo grupo de jugadores llegó a Glasgow en 2002 para disputar la que sería su segunda Copa de Europa en tres años. Roberto Carlos era ya un ídolo consagrado para la afición del Bernabéu. Con una asistencia casi accidental, el brasilero habilitó a Zidane, que anotó uno de los mejores goles de la historia del torneo.
Ese mismo año se disputó el primer Mundial en Asia, y el lateral del Real Madrid nuevamente formó parte de otro plantel legendario: Ronaldinho, Rivaldo, Ronaldo, Zé Roberto, Cafú y Dida levantaron la quinta Copa del Mundo para la Canarinha. La clave de aquel título fueron los laterales que complementaron el portentoso ataque sudamericano. 2002 fue el año soñado para el de Garça.
Leer más: Oliver Kahn, la perfección como pasión
Para 2007, después de ganar la liga de las remontadas con Fabio Capello otra vez en el banquillo, y luego de tres Copas de Europa, dos Copas Intercontinentales, una Supercopa de Europa, cuatro Ligas y tres Supercopas de España, Roberto Carlos da Silva Rocha dijo adiós al madridismo como uno de los más grandes, el extranjero con más partidos con la camiseta merengue. Leyenda con todas sus letras.
El lateral emprendió el vuelo con rumbo a Turquía; el Fenerbahce lo recibió como un histórico. Aunque solo estuvo un año más en Europa, los turcos lo recuerdan con cariño. Roberto Carlos decidió que era momento de reunirse con su amigo, Ronaldo Nazário. Se retiró en 2012 en uno de esos viajes extraños que hacen los futbolistas al final de su carrera, pero en 2015 sorprendió a todos jugando en la liga de la India, donde pondría número finales a su trayectoria.
Hasta la fecha, Roberto Carlos es uno de los jugadores más queridos en la historia del club merengue y la Selección Brasileña, para muchos el mejor zurdo que ha jugado en el Madrid, para otros tantos el mejor lateral de la historia. Un jugador irrepetible, de videojuego.
Por: Alfredo Canseco / @alfrecanseco