En 1918, los trabajadores de la Planta Metalúrgica Bryansk, después de algún día largo de trabajo forzado, decidieron formar un equipo de futbol que les permitiría salir del estrés rutinario que implicaba fabricar maquinaria para trenes. Lo llamaron Brianskyi Robitnychyi Industrialnyi Tekhnikum, cuyo respaldo fue dado por el jefe de la fábrica, quien lo metió a jugar torneos locales. Fue entonces cuando llegaron las guerras y con ello; también llegó un cambio.
De repente colapsó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de entre los países que se independizaron, surgió uno que hoy conocemos como Ucrania. Sede, de ese equipo de pioneros del BRIT. Cuando pensaron en un nuevo significado para renombrar a su equipo, aquellos hombres miraron el horizonte; apuntando al río Dniéper, que se encarga de guiar a los barcos desde Rusia hasta desembocar en el mar negro.
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Dnipro fue el nombre que le asignaron a ese longevo club, que en el 2015, se encargó de navegar con su hinchada en un sueño fantástico que se reflejó en una hazaña memorable en competencias europeas: jugaría la final de la UEFA Europa League.
La salida del muelle
Una gran temporada (2013-2014) en la Liga Premier de Ucrania le permitió acceder a la ronda de play-off de la Europa League. Fue ahí, donde enfrentó al Hajduk de Croacia y con un marcador global de 2-1, se coló a la fase de grupos de dicha competición. Compartió el Grupo F del certamen junto con el Inter de Milán, St-Étienne y Qarabag.
Finalizando como segundo del sector, enfrentó al gigante de Grecia. El Olympiacos parecía ser un rival de mayor peso; pero poco le importó al barco de Juande Ramos. Por cuestiones de acuerdos entre la UEFA y Ucrania, el Dnipro no podía albergar juegos de fase final en su cancha, fue así como disputaron esas rondas en el Estadio Olímpico de Kiev. Recinto que sirvió de fortaleza ya que no perdió ni un solo juego de clasificación directa. Comenzando por ese, en donde venció 2-0 al conjunto griego.
Mar abierto
Después de empatar a dos tantos en El Pireo, el barco ucraniano tuvo un rival más complejo que no se imaginó combatir en el océano de la Europa League tan temprano: el Ajax de Ámsterdam. El más importante de Holanda, pero también el que, jerárquicamente, había perdido más presencia en los últimos 10 años. Y curiosamente, en una eliminatoria cerrada, fue por un gol de visitante que “los guerreros de la luz” pudieron avanzar a los cuartos de final.
Viajaron a Bélgica para toparse con el Club Brujas, lo cual trajo como resultado un duelo ríspido con un 0-0 que quedó enmarcado en la pizarra del juego de ida. De vuelta en casa, con un golazo de antología de Shakhov, los ucranianos finiquitaron el duelo global y accedieron a la antesala de la gran final.
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Del otro lado del mar, también llegó un navío que destruyó a todos y cada uno de los que quisieron detenerlo. El Dnipro encararía el duelo más importante contra un viejo conocido y amo del torneo. ¿Su rival? El Sevilla de Unai Emery.
Naufragio
Llegar a Varsovia como el caballo negro ya de por sí fue un mérito notorio, pero lo que el modesto equipo ucraniano haría en la cancha de la selección nacional de Polonia, fue para aplaudir.
Un gol de Nikola Kalinić de cabeza, puso al Dnipro y a sus habitantes eufóricos, pues tan solo iban siete minutos de la gran final y ya estaban ganando el cotejo. Poco después Krychowiak, un futbolista de casa, anotaría el empate. “Un polaco en Polonia”, dijeron los cronistas deportivos en España, justo cuando el encuentro llegó a estar más equilibrado que nunca.
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El segundo tiempo fue apretado, pero nuevamente Bacca puso su nombre en las pantallas al anotar el 3-2 definitivo, para que el conjunto andaluz alzara su cuarto trofeo y se proclamara bicampeón del único torneo en donde sabe cómo dominar.
Tragedia
Después de aquel guion fantástico que escribieron los cineastas militantes del Dnipro; llegó su debacle el año pasado, cuando descendieron a la segunda división de su país y meses después se declararon en bancarrota. De tocar el cielo a irse directo al infierno. Dualidad.
Desapareció un barco ucraniano que estuvo a escasos 15 minutos de conseguir un trofeo que ni esos trabajadores que lo fundaron, se hubieran imaginado. Aquella hazaña romántica y sobre todo, aquel Dnipro, siempre vivirán en la memoria de todos los amantes de las historias más hermosas que regala el futbol.
Por: Bryan Trujillo / @BryanKameron