Andreas Christensen es hoy para la zaga del Barcelona lo que el arte de la escuela de Skagen fue para el arte danés. Un tipo que arribó con pocos reflectores y que desde su llegada hasta el día de hoy ha crecido y se ha vuelto un protagonista total. Así nació la escuela de Skagen, con un grupo de pintores sin tanto revuelo dentro del arte, pero que a la postre en su apogeo fueron un identificador principal para el país con el resto del mundo.
Dinamarca como tal y el futbol danés son la clara descripción de un lugar bastante ameno, un paisaje que enamora a cualquiera y que siempre ha tenido la principal característica de tranquilidad, colores llamativos, sonidos amenos y mucha paz. Esa, también, es una descripción total de lo que es el entorno de la ciudad de Skagen. Este sector hace referencia a pintores de este lugar influenciados por el naturalismo y minimalismo.
El arte danés
Pasaban horas y horas admirando los hermosos paisajes, buscando transmitir en su pintura el sentimiento de paz, calma, una esencia distinta, tranquilidad y mucha comodidad, siempre buscando a las obras donde destacara la luz, la parte naturalista y sobre todo el lado realista.
La labor de Christensen con el club parte de un camino similar, basta con ver el estilo de juego del equipo cuando el jugador está en el campo. Un zaguero central que con salida de balón controlado es la primera opción para abrir el campo, la elección primordial cuando se necesita seguridad en el juego y el trazo más sutil de lado a lado cuando es necesario buscar un juego largo y sobre todo cuando hay necesidad de carácter.
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Lo más parecido a él, es el estilo que utilizaba Anna Kirstine Brøndum Ancher, una pintora de la misma escuela de Skagen que siempre puso como característica de su arte a los colores vivos, los interiores y los temples simples de la vida, pero dando un mensaje contundente cuando se necesitaba.
Patadas y pinceladas
El arte y el deporte, en este caso futbol, son más parecidos de lo que uno cree. Parten desde ser un identificador con el espectador, involucran un proceso creativo y demuestran y atraen emociones. Lo que muchos asocian con un pase excelso, otros lo definen como un trazo de pintura excepcional, aunque eso sí, cada uno con cierto estilo particular.
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Andreas Christensen seguirá evolucionando y perfeccionando su estilo de juego, tal y como lo hicieron aquellos pintores daneses en su momento. Esperemos que con el tiempo se le valore cada vez mejor y que la representación de su forma de jugar siga transmitiendo paz, sencillez, poder, fuerza y mucha luz, así como lo ha hecho su país y sobre todo su arte a lo largo de la historia.
Por Gabriel Vargas / @gabo9702