Créanselo o no, en Europa hay un torneo de fútbol juvenil más antiguo que la Champions League y la Eurocopa para selecciones nacionales. Llamada Viareggio Cup por el nombre de la estación balnearia italiana adonde se ha desarrollado desde 1949, esta competición abarca equipos de todas las tierras firmes y sigue siendo el trampolín ideal para futbolistas en ciernes. Por aquí pasaron leyendas del calcio como Roberto Baggio, Paolo Maldini y Gianluigi Buffon, el argentino Gabriel Batistuta que falló un penalti el día de sus décimononos cumpleaños y el uruguayo Edinson Cavani, erróneamente mal deletreado como Cabani en la lista oficial. Y bueno, nombres ilustres del fútbol mexicano, también.
La primera participación en la que se llamaba Coppa Carnevale, usualmente planeada durante los desfiles de carros del renombrado carnaval local, data del año 1979. Entre los dieciséis participantes estaba el Città del Messico – es decir, el nombre italiano de la capital del ex Distrito Federal. Sin embargo, no se trataba de un club como los Pumas o el Santos Laguna, posteriormente protagonistas en Viareggio, sino de la selección nacional Sub-20. Como explicó el diario El Siglo de Torreón, “la invitación inicialmente fue girada para el Seleccionado Amateur que dirige el alemán Edward Virba, pero luego que los juveniles se coronaron el certamen de la CONCACAF la Federación Mexicana decidió dárselas a éstos”. El cambio se hizo “con objeto de los juveniles se preparen mejor con miras al Mundial Juvenil de Japón”.
Tener un largo camino en la competición se asemejaba cómo una misión imposible: el conjunto entrenado por el director técnico José Moncebáez fue sorteado en el Grupo A junto a Fiorentina y Roma, las finalistas de la edición anterior. De todas formas, el adiestrador tenía razones para ser optimista: “Vamos a Italia a demostrar que el equipo juvenil tiene futuro”, se le anunció a los periodistas. México debutó con una derrota por 2-0 contra los Giallorossi y perdió con igual éxito el segundo partido, quedándose fuera a las primeras de cambio. Por lo menos, consiguió una victoria antes de su vuelta a casa, ganando al Wisla de Cracovia con gol del mediocampista Guillermo Padrón. El portero de esa desafortunada expedición fue Pablo Larios, que representó su país sobre un palco escénico más prestigioso como el del Mundial de 1986.
La selección del Tricolor volvió dos años después: “México se encuentra entre los favoritos para ganar en Viareggio”, tituló triunfalmente El Siglo de Torreón. Las expectativas acabaron por ser demasiado decepcionadas: Fiorentina se confirmó como la bestia negra para los centroamericanos, derrotándolos por 1-0 gracias a un error del arquero Jorge Miranda, y el camino en la competición se hizo extremadamente complicado. México todavía abrigaba esperanzas cuando anotó dos goles a los húngaros de Újpest Dósza dos días después, amontonando una doble ventaja que parecía irrecuperable. El 2-2 final fue un golpe de gracia, y el empate con un gol por cabeza enfrente a Como sólo se quedó útil para tener lamentados.
El 1982 se consagró como el peor año para el seleccionado mexicano en la historia del torneo de Viareggio: dirigido por Alfonso Portugal, se clasificó último en su grupo sin ganar ni tampoco marcar contra Juventus, Ascoli y Ipswich Town. Nada que compartir con lo que pasó después de seis años, cuando el equipo Sub-20 se calificó increíblemente para los cuartos de final tras un histórico triunfo sobre el Inter de Milán por 2-1. En el partido de dentro o fuera, México se le impuso un empate a Torino y perdió sólo a los penaltis. Una forma muy buena de ser eliminados, ya que el club de Turín exhibió en aquellos años jóvenes promesas como Dino Baggio, Benny Carbone, Diego Fuser y Gianluigi Lentini que se quedó finalista de esa edición.
Luego, salió que cuatro de los jugadores empleados en Toscana tan como en las clasificaciones para el Mundial Sub-20 de Arabia Saudita – José de la Fuente Guzmán, Aurelio Rivera Bueno, José Luis Mata y Gerardo Jiménez Cantú, los dos últimos anotando goles en el torneo de Viareggio – habían sobrepasado el límite de edad admitido, aunque nadie se había dado cuenta. Por eso, la FIFA descalificó a México no sólo del Mundial juvenil, sino también de la fase de clasificación para Italia ’90, ya que estaba sancionada la federación futbolística. Fue ese el escándalo pasado a la historia como Los Cachirules.
Por la última vez, México se personó con un seleccionado juvenil. Con el año 1989 se abrió la larga época de los clubes y semejante honor se le tocó a un equipo destinado a ser un asiduo cliente en Viareggio, los Pumas de la UNAM que participaron para once ediciones seguidos entre 1993 y 2003. El club de la Universidad Nacional Autónoma nunca llegó a las eliminatorias a partido único, apilando cuatro puntos como máximo rendimiento con dos victorias sólo. Lo bueno es que en Viareggio estuvieron algunos de los mejores futbolistas mexicanos de los Noventa y sobretodo dos fieles al Tricolor como Claudio Suárez en 1989 y Gerardo Torrado en 1997. También merecen ser mencionados David Oteo, Braulio Luna, Mariano Trujillo, Joaquín Beltrán, Gerardo Galindo y Gonzalo Pineda.
Tras un año de descanso sabático, México volvió con dos distintos equipos en 2005, pero estuvo en el ápice el año siguiente con tres– los mismos Pumas, Necaxa y Santos Laguna, todos eliminados en la primera fase. Con su segunda participación, los Guerreros acumularon siete puntos y se convirtieron en el primer equipo mexicano de club calificado para los octavos de final – mientras el torneo se había ensanchado a 32, 40 y hasta 48 entrantes. Éste y los Pumas han sido los que han representando a México en Viareggio hasta hace dos años, con la excepción de los Chivas Guadalajara en el año 2010.
Durante todos este tiempo, varios jugadores han pasado por aquí. Jugadores que han llevado la camiseta verde de la selección nacional en un Mundial, como Barrera y Efraín Juárez. O en una Copa América, como Jaime Lozano y Rafael Márquez Lugo. O que han ganado la medalla de oro olímpica, por ejemplo Miguel Ponce, y la Copa de Oro CONCACAF como pasó a José Noriega. Encima, estuvieron jugadores que participaron con equipos mexicanos pero luego eligieron la nacionalidad estadounidense como Michael Orozco y Édgar Castillo, ambos en Viareggio en 2006 con Necaxa y Santos Laguna respectivamente. Desgraciadamente, hay también historias con un final trágico como la de Hugo Sánchez Portugal, entre los protagonistas de la edición 2005 y hijo del mejor delantero mexicano de cada época, fallecido a causa de una intoxicación de monóxido de carbono. O la de Guillermo Meza, titular en el mediocampo de los Pumas en 2008, que fue asesinado cuando intentaba escapar de dos sujetos que pretendían robarle su automóvil.
La verdad es que fue una sorpresa que no hubo equipos mexicanos hace unos meses, cuando en Viareggio se celebró la septuagésima edición de la Viareggio Cup. Poner fin a sus presencias sería una lástima total.
Por: Simone Pierotti/@simpierotti