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Violencia

Mucho se sabe de las distintas peleas y broncas que se generan en los partidos de futbol, y más de alguna persona ha escuchado o visto estas situaciones ya sea en la vida real o en la  televisión, así como enterarse por medio de las noticias. El futbol es uno de los deportes más juzgados por quienes no lo conocen a fondo, y dichos reproches la mayoría de las  ocasiones van encaminados a que la violencia ahí generada no es un ejemplo para los niños. Llegando a expresar que ese deporte carece de valor, es un juego de las masas alienadas, embrutecen a la sociedad o cosas por el estilo.  

Conforme ha ido pasando el tiempo el futbol se ha ido intelectualizando un poco más en el sentido de cómo es visto por la sociedad y, al mismo tiempo, se analiza con mayor  amplitud lo que este deporte genera en quienes lo juegan y quienes lo miran. Sin embargo, a pesar del paso de los años, las peleas siguen sucediendo tanto en partidos amateurs  como en partidos profesionales, ¿por qué?  

Algunas de las explicaciones generales que se pueden dar a este acontecimiento son; los  valores morales de la sociedad que tienen que ver con el respeto hacia el prójimo están en decadencia, el contexto de competencia dentro de todas las instancias como instituciones,  escuelas, negocios, etc., hace que se intente conseguir vencer al rival a costa de lo que sea, llevando a veces a la exageración de una situación en el futbol y esto provoca la violencia.  

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Desde mi perspectiva psicoanalítica aporto lo siguiente: el atractivo del futbol se sustenta en gran parte por la especulación que genera, y lo que la genera es una especie de tensión que muchas veces puede estar mal encaminada. Por otro lado, el amor y el odio (que también generan mucha tensión) son dos aspectos que están presentes en cada partido, se ama a los propios y se odia al otros, dos de las fuerzas antagonistas más grandes e incontrolables en el ser humano se hacen presentes. Ejemplo de esto lo encontramos en partidos como Chivas vs América, Chivas vs Atlas, Monterrey vs Tigres, o si se quiere ser más intenso un Boca vs River. 

Estas dos pulsiones hierven cuando se les reprime y se les niega toda salida, la  sociedad en la que vivimos nos invita a siempre estar reprimiendo lo que sentimos, entonces el estadio o el futbol pueden llegar a convertirse en lugares donde la gente se desahoga tanto del amor como del odio que sienten y reprimen. Y todos sabemos que esas pulsiones cuando son mal encaminadas provocan grandes catástrofes.  

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La violencia que se genera por el futbol no es por el deporte en sí, sino por lo que  éste refleja de la sociedades en donde se desarrolla. El campo del juego y sus alrededores se vuelven el escenario “permitido” para el desfogue de lo que cada uno trae en el interior. Algo curioso, por ejemplo, es que la gente que critica la violencia en los estadios normalmente usan la expresión de “gente inconsciente” y es precisamente lo que revela una verdad, que lo que sale a la luz es el inconsciente de la gente proyectado hacia afuera en forma de violencia.  

Para saber del odio hay que conocer al amor, para saber del amor hay que haber conocido  el odio. En el futbol la cosa no es distinta, la violencia no terminará y se seguirá  presentando de vez en cuando por aquí y por allá, porque la gente que juega y ve este deporte seguirá amando y odiando a los rivales, así como reprimiendo todo lo que en su vida diaria acontece y que les genera tensión, por lo tanto el futbol continuará siendo un gran reflejo de lo que somos como sociedad.

 

Por: Daniel Cisneros /@dany10cisneros

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