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Durante seis temporadas con el Barcelona, Ousmane Dembélé dejó destellos de explosividad, calidad técnica y gran manejo de ambos perfiles, pero lo castigaron las lesiones y no tuvo regularidad, por lo que se volvió un jugador prescindible, no así con el Paris Saint-Germain, club al que llegó para la 2023/24, convirtiéndose en la estrella de un equipo muy coral, aunque con un rol distinto al que tenía en la Ciudad Condal.

Dembélé nació en Vernon, Normandía, el 15 de mayo de 1997, salió de la prodigiosa academia del Stade Rennes y estuvo ahí hasta el verano de 2016, cuando el Borussia Dortmund lo fichó a cambio de 35 millones de euros para sumarlo a las filas de Thomas Tüchel.

Con el BVB jugó 50 partidos, marcó diez goles y dio 21 asistencias, registros que aunados a sus cualidades llamaron la atención de un necesitado Barça que en 2017 acababa de perder a Neymar, razón por la que la entidad culé desembolsó 135 millones de euros a cambio del Mosquito.

Llegó al futbol español con expectativas altas y la obligación de llenar el vacío que dejó el astro brasileño, además de que con Ernesto Valverde tuvo que jugar bastante como extremo izquierdo, que es su posición menos habitual. Por si fuera poco, su primer curso en Barcelona se vio opacado por una lesión de muslo que lo alejó de las canchas por 107 días.

Imagen: XPSG

Ganó tres ligas, dos copas y dos Supercopas de España, pero en general su paso por el Camp Nou se resume en destellos, irregularidad y problemas físicos. De esta forma, se marchó de territorio español en agosto de 2023 para vestir la camiseta del PSG y ponerse bajo las órdenes de Luis Enrique.

Durante la 2023/24 se desempeñó sobre todo como extremo derecho, pero tuvo una reconversión para la 2024/25, cuando el estratega gijonés lo convirtió en un falso nueve, con libertad para recibir entre líneas, caer a banda y tener movilidad constante en un ataque muy dinámico junto a Khvicha Kvaratskhelia y Désiré Doué.

Otro aspecto clave del rol de Ousmane es su sacrificio defensivo, mostrando capacidad para presionar como el ‘primer defensor’ del equipo y así castigar los errores del rival. Dentro de un París muy intenso sin la pelota, es determinante que todos sean enérgicos y el francés marca el camino.

En el mejor momento de su carrera, su aportación en el campo va más allá de las cifras, pero también ha sido muy productivo esta campaña, con 49 goles producidos en 52 compromisos, entre liga, copa, Champions, Supercopa Francesa y Mundial de Clubes. El impacto que tiene Dembélé en el marcador, más su peso dentro del sistema del campeón de Europa lo convierten en el favorito para ganar el Balón de Oro.

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