Ínguesu es una oda al más grande éxito de la Selección Mexicana, el triunfo ante Brasil de la Copa Confederaciones. Una composición comisionada por la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez. Enrico Chapela es el autor de esta pieza, inspirada en lo que él considera uno de los mayores arrebatos de nacionalismo. Es uno de los referentes de la música contemporánea mexicana y ha encontrado en el arte sonoro un medio para adentrarse en el futbol.
Componer es conectar emociones
Chapela basa el éxito de su obra en la honestidad. Sus piezas han sido comisionadas por ensambles e instituciones tan importantes como la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, la Britten Sinfonia, el Cuarteto Latinoamericano, el ensamble ONIX, el Wigmore Hall, el Carnegie Hall, la Sinfónica de Dresde, Birmingham, Seattle, entre otras.
La pieza la compuso asignando las maderas como titulares de México, los metales como titulares de Brasil, la percusión como la banca, el piano y el arpa como los directores técnicos, la cuerda como el público y el director como el árbitro.
Trazó una gráfica con los datos más relevantes del juego, es decir, con los minutos de los goles, de los cambios, de los amonestados, y por supuesto, del zaguero brasileño João Carlos expulsado por acumulación de amarillas, a quien el director echa fuera del escenario mostrándole la tarjeta roja. Los temas musicales que narran las peripecias del partido, en sus palabras.
Enrico Chapela: Primero me di a la tarea de elegir un tema vernáculo adecuado, tanto a los nuevos tiempos, como a mis propias encarnaciones de lo autóctono, y en un acto de llama honestidad, concluí que mis mayores arrebatos de nacionalismo ocurren sin duda al calor de una batalla de la Selección Mexicana de balompié, por lo que me propuse componer una oda a la máxima gloria del tricolor, que es la conquista de la copa FIFA-Confederaciones lograda ante Brasil el 4 de agosto de 1999 en la cancha del Estadio Azteca.
Esa noche, todo mexicano la recuerda como una vivencia muy particular, muy presente el sentir en las calles y la expectativa, los detalles son claros; los olores, el movimiento y el humor que se percibía. Y todo aficionado que vio aquel partido, no dejará al tiempo llevarse las memorias de nuestro más glorioso momento en el balompié internacional, como mexicanos, con nuestra camiseta verde. Ciento diez mil gargantas gritando al unísono en el Azteca hicieron vibrar el estadio que levantamos como la nueva Tenochtitlán, en la que nos creemos inconquistables.
El gol de Cuauhtémoc Blanco hizo estallar de júbilo a la nación y el equipo tricolor se deslizó hacia la Copa Confederaciones en un festejo que millones de mexicanos acompañaron y a su manera lo celebraron. El indomable marcador inclinaba de un lado a otro, el vertiginoso ritmo del partido jugaba malabares con las escuadras y con las emociones de los espectadores. México se puso arriba con goles de Miguel Ángel Zepeda y José Manuel Abundis, pero poco hicieron que nos durara el gusto de la ventaja Roni y Serginho, quienes empataron el partido hasta que Zepeda nos volvió a poner adelante. Manuel Lapuente, técnico de ese equipo, recuerda:
Ahí fue cuando pensé ya está, y la gente metida con nosotros, y no sabes lo que se siente la gente cómo [sic] te apoya en el Estadio Azteca que es la máxima expresión de nuestro futbol.
Chapela alzó la mano para inmortalizar y plasmar artísticamente este momento histórico en nuestro deporte.
EC: Un par de ostinatos rítmicos provenientes del son mexicano y de la samba brasileña que simbolizan la ofensiva de sendas Selecciones y el cantar espontáneo de lero-leros, culeros y mentadas que emanan abundantes desde la tribuna y dentro de la cancha al fragor de la disputa del orgullo nacional. El uso de estos célebres temas, que son patrimonio de cada trifulca, manifestación y embotellamiento ocurridos en México, contiene un valor semántico, ya que todo paisano comprende prístino el mensaje contenido en ellos, así como un valor estético con vigencia e identidad nacionales que permite clasificarles como temas auténticamente populares y de actualidad.
Estas son las palabras del mismo Chapela, quien así describe su obra más popular y laureada. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo y preguntarle no sólo de la composición sobre Ínguesu, sino también de su filosofía de vida y de sus gustos tan personales; de temas de relevancia actual como política, perspectiva social, actualidad ante el contexto internacional, y claro, sobre deporte.
¿De dónde surgió la idea para componer Ínguesu?
EC: Me había impactado este estudio que había hecho de músicos y composiciones nacionalistas y quise hacer algo que estuviera cercano a esto. Pensé que lo que hizo Revueltas y Chávez fue buscarle por el lado del intimismo, como en La noche de los mayas. Yo sentía que no podía ir en la misma dirección (hacia lo prehispánico) por la simple y sencilla razón de que ya se había explorado a principios del siglo XX y necesitaba encontrar otra cosa.
Además necesitaba ser honesto conmigo mismo y hacer algo que realmente me entusiasmara. ¿Qué es para mí el nacionalismo? Cada quién tendrá su concepto de lo que es sentirse mexicano, habrá quien no se pierde un grito (de Independencia) en Coyoacán o en el Zócalo, una celebración de Día de muertos y todo eso es válido, pero no es lo que a mí me identifica como mexicano. Recuerdo desde niño la primera vivencia con el futbol fue en el Mundial del 86. Recuerdo las hazañas, el gol de Negrete y ese tipo de cosas que cuando era niño, viéndolo con mi familia me da muchas alegrías.
¿Cómo fue el proceso de hacer esta composición recreando el partido?
EC: Primero bajé las estadísticas del partido de la página de la FIFA. Las tarjetas, los cambios y las alineaciones. Las maderas fueron los titulares de México y los metales los asigné a los jugadores de Brasil. Los maderas porque en una Orquesta normal son doce y los metales once (el jugador doce de México fue la localía. El Azteca).
Le di a los titulares un instrumento yéndome de grave a agudo, tomando la base del equipo como el portero. En caso de Brasil fue la tuba, en caso de México el fagot, los defensas los trombones y fagotes respectivamente, los medios los cromornos y los clarinetes y los delanteros los oboes y las flautas.
Los directores técnicos fueron representados por los instrumentos armónicos: el arpa y el piano y en las Orquestas sinfónicas hay un recurso que es cambiar a un percusionista, entonces los percusionistas representaron a la banca. Después hice esta gráfica en la que los momentos del partido se traducen a variables musicales, como los goles a tutis (en el ámbito orquestal es un recurso que utiliza a todos los instrumentos); cuando México iba a la ofensiva utilizaba sones mexicanos en el ritmo y cuando Brasil lo hacía utilizaba una versión más lenta de la samba brasileña. Y finalmente los sonidos del estadio la mentada de madre al árbitro y demás elementos que había que representar.
Esta pieza, que te la encomendaron para la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, fue premiada y reconocida internacionalmente, ¿qué pasó después de escribirla?
EC: Para el disco de Antagónica, recluté a los más reputados intérpretes de México a grabar por separado, instrumento por instrumento, para después editar y mezclar todo en la computadora. El resultado es una orquesta sinfónica de ensueño tan sólo reunida en el ámbito digital y que bautizaré como la Orquesta Sinfónica Virtual Silvestre Revueltas, para completar con ello mi homenaje a la escuela mexicana de composición.
Para el compositor mexicano más importante de orquesta contemporánea en Latinoamérica, componer es una forma de transportarse, por medio de su trabajo, a otros sueños que en algún momento de su vida le han permitido ser un astrónomo, un historiador, porque sus piezas tienen su inspiración en sus demás pasiones. Como la perfumería, profesión a la cual, la compara y considera que es parecida en algunas cosas a hacer música. O su obra más reciente, Zimmergram, cuenta la historia del telegrama Zimmermann, tan relevante para México en el período de la Primera Guerra Mundial. Pudimos platicar un poco sobre cine y literatura, criticar y opinar sobre la prostitución comercial de la nueva saga de Star Wars, de política y el actual contexto social que vivimos, lo que nos llevó a concordar en que el deporte, como la música y las demás artes, son un medio de expresión para relacionar con el mundo.
Por Diego García Mondragón