En la Copa de las Islas Sorlingas no hay lugar para perdedores. Los dos únicos equipos del archipiélago, Woolpack Wanderers y Garrison Gunners, juegan cada domingo con la misma alineación, en la misma cancha y definen al campeón durante 18 partidos, más dos de exhibición. No hay más, es la liga más pequeña del mundo.
Los capitanes de cada escuadra tienen una reunión previa al inicio del torneo. Ahí, anotan en una hoja los nombres de los futbolistas. Al final, cada uno elige a los próximos campeones y subcampeones. Repiten el ritual en cada inicio de liga, todos visten la camiseta de quienes en algún momento fueron sus rivales. Es un “fuego amigo”.
Los jugadores de Woolpack Wanderers y Garrison Gunners llegan al Garrison Field cada fin de semana a las nueve de la mañana. Antes de ingresar al campo ubicado en la Isla de St. Mary´s, la más grande del archipiélago, toman botes con cal y marcan las líneas de banda, de media cancha y los tiros de esquina. También colocan las porterías.
La Liga más pequeña del mundo: todos pueden jugar
Pescadores, comerciantes o policías, no importa la profesión o la edad; todos son bienvenidos en las escuadras que sobreviven desde 1960. Aunque, cuarenta años antes existieron cinco equipos, uno por cada isla habitable (de las 146 pertenecientes al archipiélago): St. Mary’s, Tresco, St. Martins, Bryher y St. Agnes.
Sin embargo, en el territorio británico del Océano Atlántico, los jóvenes estudian en la localidad hasta los 16 años. Después emigran a Gran Bretaña y los equipos de futbol se quedan con personas de entre los 35 hasta los 70 años. En las Islas Sorlingas un aficionado puede dejar las gradas para incursionar en el terreno de juego si las circunstancias lo requieren.
Por la escasez de jugadores en una población de dos mil habitantes, en una ocasión uno de los capitanes utilizó la Radio Scilly para conseguir voluntarios en los partidos. Antes de su esfuerzo, la marca Adidas grabó un comercial con David Beckham, Steven Gerrard y Patrick Vieira para incentivar a deportistas jóvenes. “Sueña en grande”, les decían.
Mejor uno que ninguno
Paul Charnock es uno de los dos silbantes en la liga más pequeña del mundo, reconocida por la FIFA y por la Asociación Inglesa de Futbol. Desde hace diez años marca las faltas, fueras de lugar o saques de banda del torneo realizado de octubre a marzo en las Islas Sorlingas.
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El árbitro reconoce que es mejor jugar contra el mismo equipo cada fin de semana a la inexistencia de partidos de futbol en el archipiélago. Sin embargo, en ocasiones llegan de tierra firme otros rivales. Se trata de los ornitólogos que cada otoño estudian las aves de las islas.
También acuerdan una alineación de ambas escuadras y disputan la Copa Lyonesse contra el club inglés Dynamo Chough. El vencedor gana el trofeo más pequeño del mundo; hay uno en el museo de la FIFA. “No es de extrañar perderme”, dice su lema.
«Nunca parará»
A pesar de la poca población que disputa la Scilly Islands League, Charnock está convencido de la continuidad del deporte en el lugar. “Siempre habrá futbol. Nunca parará”. Seguirán con el ritual de jugar en un equipo diferente cada torneo, de tener a los mismos compañeros y rivales y de hacer un clásico cada fin de semana.
Los habitantes de las Islas Sorlingas están acostumbrados al antagonismo sin violencia. Lo aprendieron en sus clases de historia porque sus antepasados tuvieron una guerra de 335 años en donde no hubo ni un solo disparo. Les declararon el conflicto, pero olvidaron firmar la paz. La “hazaña” quedó en los anales.
Como en cada domingo, los futbolistas entran en disputa e incluso olvidan si visten la camiseta roja o la amarilla con negro; reconocen a la perfección a sus contrincantes y sin quererlo, marcan la historia de la de la liga más pequeña del mundo.
Por: Nayeli Valencia / @nayevalencia_a