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Me-too

Al inicio del 2019, un evento en redes sociales demostró de manera cruda y contundente las dificultades que atraviesan las mujeres que ejercen el periodismo deportivo. #MeTooPeriodistasMexicanos surgió gracias al éxito obtenido por #MeTooEscritoresMexicanos. Ambos «hashtags» tuvieron -y tienen- como intención denunciar el acoso y la violencia en el mundo de las letras (escritores mexicanos) como en el periodismo (periodistas mexicanos).


El alto nivel de respuesta que hubo en solamente un fin de semana habla de lo alarmante que es la situación. Su cotidianidad es apabullante. Las denuncias suelen ser anónimas por obvias razones pero muestran cómo los mecanismos de acoso, misoginia y machismo están sólidamente asentados en el mundo del deporte. Además, no únicamente se sufre por parte de compañeros o jefes, sino también por parte de los deportistas.

Lo anterior son únicamente los fragmentos notorios de una realidad que hace que la denuncia sea necesaria y urgente. Movimientos como #MeToo no hacen sino responder ante un fenómeno que no deja de estar presente en la vida de las mujeres, en todos los ámbitos. Su fuerza radica en que son justamente ellas quienes lo articulan. Ante la ausencia de una respuesta más enérgica por parte de otros sectores y frente a la necesidad de defensa, se han organizado para detener y denunciar estos atropellos.

Ejemplos de violencia sexual en el periodismo deportivo mexicano

Uno de los casos más sonados de los últimos años fue el de María Fernanda Mora. Mientras cubría desde la Minerva en Guadalajara la victoria de Chivas en la final de la Concachampions del 2018, fue tocada por uno de los aficionados que ahí se congregaban. La periodista no tardó en responder a la agresión. Justo en ese momento la transmisión cesó.

El hecho fue rápidamente reproducido por gran parte de los medios. Fernanda Mora publicó un comunicado en sus redes sociales donde explicaba qué era lo que había pasado. En él aseveró que su caso fue atendido por mucha gente debido a que fue durante un enlace en vivo, pero que es una situación que viven miles de mujeres a diario.

Acoso en las redes

Otro ejemplo de las adversidades que tienen que atravesar las mujeres que se dedican al periodismo deportivo fue evidenciado por las periodistas Marion Reimers, Jimena Sánchez y Verónica Rodríguez. A principios de 2017 denunciaron públicamente los hostigamientos y amenazas que recibían a través de la redes sociales. Cuestionamientos constantes sobre su capacidad para analizar el deporte, acoso e incluso amenazas de muerte era una constante en sus cuentas de redes.


Un discurso de odio atraviesa gran parte de los comentarios, mismos que tienen violentas alusiones sexuales donde se les cosifica y se les trata como si por hecho de ser mujeres, o vestir de determinada manera, no pudiesen hablar de deportes.

Esta dinámica muestra cómo se suele relacionar el deporte, su ejercicio y el acto de pensarlo, como actividades para hombres, donde las mujeres no tienen cabida. Y si la tiene, es por razones ajenas al profesionalismo. Esta forma de asumir el trabajo periodístico de las mujeres dentro del mundo del deporte, termina por desaparecer la legitimidad de su trabajo de un plumazo.

Problema estructural. Rusia 2018 como antecedente inmediato

Julia Guimarães, periodista brasileña de Globo Esporte, sufrió acoso por parte de un hincha el 24 de junio en Ekaterimburgo antes del enfrentamiento entre las selecciones de Japón y Senegal. Esta situación inaceptable se sumó a una serie de hechos lamentables, donde mujeres periodistas fueron acosadas durante el Mundial de Rusia 2018.

Tal es el caso, de Julieth González Theran, que mientras trabajaba para la cadena alemana Deutsche Welle, sufrió el ataque de un pseudo-aficionado que no solamente la besó, sino también la tocó. Este tipo de violencias machistas no pueden continuar, ya que representan un dispositivo de represión que condiciona el uso de un espacio determinado, a la par que se configura también como un ataque a la libertad de expresión. Ambos actos parten del hecho erróneo de que solo ciertas voces autorizadas (véase masculinas) pueden trabajar en el periodismo deportivo.

No merecemos este trato. Se nos tiene que valorar igual porque somos igual de profesionales que los hombres

Julieth González Theran

Angela Davis alguna vez dijo que: los enfoques feministas son importantes porque nos ayudan a entender afinidades y relaciones -especialmente en casos que parecen revelar desconexiones y discontinuidades. Estas discontinuidades aparecen de manera evidente en el trabajo periodístico actual, donde las asimetrías se proyectan en relación a las figuras, es decir, por un lado tenemos la expresión absoluta de un grupo de hombres, que comentan el futbol y se sienten a salvo, hasta el punto de que son capaces de emitir juicios que parecen relevantes.

Mientras que el trabajo periodístico femenino en el ámbito deportivo sufre continuamente no solamente expresiones violentas sino también una deslegitimación constante. Es decir, la construcción discursiva en el ámbito del deporte pasa por un gobierno ilegítimo de voces masculinas. De ahí que sea necesario que cambie. De ahí, que sea necesaria la denuncia.

No hagas esto. Nunca hagas esto de nuevo, ¿de acuerdo?

-Julia Guimarães-

Ahora bien, la postura de Julia Guimarães es de aplaudirse, pues confrontó a su acosador denunciándolo. Y no permitió que la falsa hilaridad recubriera el hecho. No merecemos este trato. Se nos tiene que valorar igual porque somos igual de profesionales que los hombres.

Esto mencionó Julieth González Theran y tiene razón, que las cosas sean así no quiere decir de ninguna manera que no puedan cambiar. Los espacios, tanto urbanos como sociales, en la medida en la que se vuelven abiertos, cambian su gramática y por lo tanto se establecen como topologías donde la diversidad puede caminar de la mano, con la democracia y por ende con la equidad.

Aquí también se suma el caso de María Gómez, quien mediante un comunicado decidió oponerse a la continúa gramática violenta del machismo. Antes tales acciones frente a los dispositivos represivos del discurso heteronormativo, cabe preguntarse: ¿qué han hecho las autoridades, tanto en los estadios como en sus alrededores? Para impedir que estos patrones se sigan reproduciendo.

¿Y la FIFA?

El 12 de julio de 2018, la FIFA realizó una prohibición generalizada a las televisoras, en un intento por contrarrestar las expresiones de corte machista. La prohibición consiste, en impedir los “planos” sexistas y la cosificación de la mujer durante las transmisiones de Rusia 2018.

El jefe de Diversidad de la FIFA: Federico Addiechi, puntualizó que lo anterior se ha realizado, tanto con la transmisión oficial como con la de los patrocinadores. La acción, sin embargo, llegó tarde en un mundial que ha estado marcado por la violencia contra las periodistas.

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De ahí que sea necesario, seguir denunciando el acoso. Pues solo así podremos comenzar a caminar hacia la constitución de un espacio informativo que no dependa de una sola perspectiva, ni tampoco sea un mecanismo que reproduzca la violencia sistemática del heteropatriarcado. Dicha situación nos brindará efectivamente, una amplitud plena en términos de pluralidad, misma que se verá reflejada en aquello que Habermas denominó como: esfera pública.

Por: Redacción

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