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Violencia en los estadios

Dicen que el amor ciega, pero en el futbol no solamente sucede eso, sino que el amor puede enmascarar el peor rostro del ser humano. Ya todos saben lo que ocurrió el 20 de octubre en la Liga Mx, donde aficionados de San Luis se enfrentaron a seguidores del Querétaro. No vamos a seguir dándoles foco, claro está que condenamos cualquier acto de violencia e inoperancia de las autoridades y organismos encargados. 

Estamos de acuerdo con la Liga, es nuestro deber evitar o fomentar la violencia en el futbol, pues no solo el barra es quien genera la violencia, hemos sido testigos de casos donde la intolerancia de los aficionados provoca peleas al interior del estadio. 

¿Qué tiene que pasar para que cambie la situación? En la Liga Mx se han registrado un sin fin de casos en los que las barras y la violencia son los protagonistas, tanto en los medios de comunicación como en los estadios, y ningún equipo se salva de este penoso reconocimiento.  

Podemos citar algunos casos: 

2012 Querétaro vs América: Producto del enfrentamiento entre la barra de América y Querétaro, fallece un menor.

2012 León vs Chivas: Integrante de la barra de Chivas recibe un balazo en el brazo tras un enfrentamiento con la barra de León.

2013 Copa MX: Barras de Neza y América se enfrentan al interior del estadio y a las afueras del mismo, el saldo es de 70 detenidos

2014 Clásico tapatío: La barra de Chivas se enfrenta a la policía, quedan varios heridos de gravedad. 

2015 Clásico tapatío: La barra de Atlas invade el campo y se enfrenta a la seguridad y jugadores.

2017 Veracruz vs Tigres: Se enfrentan dentro del estadio las barras de Tigres y Veracruz.

2018 Tigres vs Monterrey: Chocan grupos de aficionados de ambas escuadras y un hincha de los felinos queda herido de gravedad.

 El combate a la violencia en otras latitudes

Reino Unido está orgullosa de muchas de sus aportaciones al mundo. Los hooligans no son una de ellas. Conocidos como la enfermedad inglesa, hicieron estragos en Europa en los 60 y 70, sin embargo, tras la Tragedia de Hillsborough en 1989 se tomaron cartas en el asunto. La Primera Ministra británica, Margaret Thatcher fue la responsable, viéndolo como un problema social más que un problema deportivo. 

Entre las medidas que se tomaron fue el vetar de por vida a los líderes de los grupos hooligans de los estadios. Para ello se crearon carnets (credenciales) para identificar a los miembros de estos colectivos y multarlos en caso de desmanes a tal grado que se les impedía el acceso a las gradas. Otro factor fue la instalación de cámaras que coordinaron los movimientos con la policía, la cual creó grupos especializados para frenar a los hooligans.  

Además, los clubes capacitaron a su equipo de seguridad para hacer frente a situaciones de riesgo. Para ello todos los clubes del futbol británico tuvieron que invertir una fuerte suma de dinero. A partir de estas medidas, la violencia dentro y en las cercanías de los estadios finalizó. Sin embargo, los grupos de hooligans no fueron extintos y ahora quedan con otros colectivos para pelear en ciertos puntos de las ciudades o campos fuera del alcance de la policía

El caso argentino

Otro caso es el argentino, donde la violencia en las gradas ha sido un problema tan viejo como el deporte mismo. En 2013, la AFA implementó que los partidos en todas la divisiones se jugarían sin barra visitante. Esto tras el fallecimiento de Javier Jerez, hincha de Lanús a manos de la policía antidisturbios. La medida fue cuestionada, pues este plan no pretendió dar un seguimiento a los casos de violencia sino tapar el problema.

Incluso, las estadísticas que arrojaban que uno de cada tres muertos en los estadios era víctima de su propia hinchada, hacían que prohibir la entrada a los visitantes fuese considerada como absurda. E incluso las localidades que no son ocupadas por visitantes, son adquiridas por más hinchas locales, por lo cual se les da más poder dentro de los estadios. 

Solución parcial

Tras esta medida llegó otra, la cual trató de hacer un registro de barristas para identificarlos y así tratar de acabar con la agresiones dentro de las canchas. Pero esta táctica ha sido burlada más de una vez. Varios miembros de distintas barras han confesado que uno saca la identificación y la presta a otros para que pasen y de esta forma no estén todos los miembros de la barra registrados.

En conjunto,  las medidas en contra de las barras o hooligans han funcionado de manera parcial. Por ello, más allá de erradicar a las barras o prohibirles algunas de sus expresiones, se trata de concretar operativos realmente coordinados y tipificar los actos de las barras como delitos para que se puedan perseguir eficazmente.

México y su violencia

¿Qué se ha hecho en México? En 2008 se reformó la Ley General del Deporte, para crear la Comisión Especial para la Prevención de la Violencia en la Celebración de Espectáculos Deportivos. 

Este comité se encarga de regular, coordinar y establecer los elementos necesarios para que los eventos deportivos se lleven a cabo sin ningún altercado. Como parte de esto, la policía pone en acción un protocolo. Éste consiste en establecer rutas, utilizar cámaras de seguridad, el despliegue de retenes y elementos de la seguridad pública, y de ser necesario, el sobrevuelo de helicópteros

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¿Funciona? Parece que no. Un punto importante del protocolo y la Comisión es que las barras no se encuentren, y justo en este punto es donde las medidas que Bonilla catálogo de “exitosas” fallaron en el 2018. Aquel año, los aficionados de Tigres y Monterrey chocaron en un punto del trayecto al estadio. Esto ocasionó la salvaje riña.

Por su parte, ni los equipos ni autoridades de la Liga MX están exentos. Ellos además de coordinarse con los elementos de seguridad, establecen medidas al interior del estadio, como separar a la barras en dos secciones distantes del recinto y permitir el ingreso de policías a las gradas donde se encuentran las barras. Medidas que han sido insuficientes.

La Liga y Federación castigaron ciertos casos con medidas que van desde multas económicas, veto de estadios, hasta la exclusión de ciertas barras, aunque no de manera permanente. 

Hermanar

Otra forma de combatir es hermanar a los aficionados. En el caso de Colombia, la violencia llegó a tal grado que las barras firmaron un tratado de paz en 2014. Las barras acordaron fomentar la sana convivencia entre todos los grupos, pues entendieron su influencia en un sector de la sociedad. A raíz de esto, barras como Los del Sur de Atlético Nacional emprenden año con año campañas de conciencia y talleres para jóvenes.

Generar respeto entre las aficiones y ver al otro como un compañero de pasión es fundamental. Hernán Casciari nos dice en su texto: Teníamos un juguete”, que ya no nos acordamos de aquella época en la que:

«empezamos a exagerar la emoción que sentíamos. Los hinchas, que hasta entonces caricaturizábamos pequeñas guerras ficticias, olvidamos que actuábamos en chiste. Empezamos a llamarle «pasión» a nuestra simpatía por un club.

Y «los cantos se volvieron literales. «Corrieron para acá / corrieron para allá / a todos esos putos los vamos a matar». A muchas empresas esto les pareció muy rentable y reforzaron la idea de «pasión». La pasión del encuentro. Todos unidos por una pasión. El juguete se había vuelto tan importante como la vida. Era, incluso, un resumen de la vida

Con Casciari diríamos que esas muchas empresas no solo son cerveceras. También medios de comunicación que inflamos esa pasión e incluso alentamos la violencia en defensa de la camiseta. Hacemos constantemente apología de la violencia en los medios, ¿cómo no esperar que eso pase en la calle

Dice de nuevo Hernán: «Nadie sabe cuándo fue, exactamente, que todo se fue al carajo. Nadie recuerda cuándo murió el primero de los nuestros, ni a manos de quién. Nadie sabe cómo algunos se hicieron dueños del juguete. Pero un día las tribunas se convirtieron en campos de batalla. Y la prensa no hablaba de la muerte de seres humanos, sino de la muerte de «hinchas de». Para alimentar la pasión.»

«Teníamos un juguete. Era el más divertido del mundo. Todavía no sabemos si fue un accidente, pero rompimos el juguete en mil pedazos. Lo hicimos mierda.»

Estamos a tiempo de recuperarlo. Es trabajo de todos volver al estadio todos juntos.    

La reacción tardía

En el Clausura 2017, la SSP de la CDMX implementó un operativo de 5,000 policías para el partido entre América y Pumas, considerado de alto riesgo. Para el clásico regio en Monterrey de ese mismo torneo, la seguridad fue sobrepasada ya que 1,500 elementos no se dieron abasto para evitar una riña entre aficionados que acabó con 33 heridos.

En este caso se culpa a la Comisión Especial para la Erradicación de la Violencia, la cual fue creada a partir de las reformas de la Ley General de Cultura y Deporte. Argumentó que no se tomaron las medidas necesarias sabiendo el comportamiento violento de las barras y más en partidos como un clásico. Sin embargo, los equipos son también responsables de la seguridad de los asistentes. 

Si somos objetivos, la seguridad dentro y fuera de los estadios corresponde  a las autoridades estatales quienes tienen que evitar brotes de violencia. Sin embargo, los clubes también deben velar por el bien de los asistentes. Así mismo son los propios aficionados quienes tiene que ayudar a que la violencia no se genere. 

Una crítica que se hace constantemente a la Federación es que comienzan a actuar después de que se desató la violencia  y no desde antes. La respuesta en la que deberían trabajar las autoridades, tanto estatales como deportivas, es crear estudios para saber dónde y cómo intervenir, a la par de aplicar sanciones tanto a los clubes como afición para contener la violencia.

Por: Redacción

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