¿Pinturas de futbolistas? Hágame usted favor, ¿cómo un arte tan excelso se va a prestar a un tema tan banal, tan superfluo? El puritanismo en el arte siempre ha sido falso, incluso autoritario. Si algo enseñó la modernidad en Estética, sobre todo con el desarrollo de las vanguardias, es que el arte tiene que hablar de la vida, no de los grandes temas abstractos, sino expresar los conceptos en los cuales fluye lo cotidiano, lo rutinario, lo popular.
Las futbolistas: pintura de Ángel Zárraga
Ángel Zárraga es un pintor -y poeta- mexicano moderno, vanguardista. Se conoce mucho a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros, pero poco se habla del duranguense nacido en 1886 cuyo arte fue clave para representar a México en el mundo de la primera mitad del siglo XX.
Hablemos de él a través de una de sus creaciones: Las futbolistas, un cuadro de 1922. En este vemos, en primera instancia, tres mujeres que conviven y dialogan serenamente. Paz y tranquilidad plasmada en el rojo cálido de sus uniformes y en el suave posicionamiento de los tachones sobre el balón de cuero. Que comience el partido. Qué tres Gracias de Rubens ni qué nada.
Se trata de tres campeonas. A la izquierda vemos una figura sola y más iluminada, es la esposa del pintor, Jeannette Ivanoff. Sobria como ninguna, le toma la mano a Henriette Comte, que habla acompañada de Théresè Renault. Las tres forman parte de Les Sportives de París, equipo que ganó la primera copa del futbol femenil disputada en Francia en 1922. La pintura fue hecha justo después, y como reconocimiento, del triunfo de las jugadoras.
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En un espacio abierto vemos tres cuerpos escultóricos, heroicos, que hacen pequeño al espectador. Jeannette, la capitana del equipo, habla con sus compañeras, mientras al fondo de la escena observamos jugar al resto de las futbolistas. De qué nueva táctica hablarán; qué estrategia gestada entre miradas de complicidad romperá la defensa rival y la narrativa masculina sobre el futbol.
Si nos ponemos futboleros, entendemos que el cuadro manifiesta una premisa fundamental: el balompié es un lenguaje hecho por todos y para todos, no es cuestión de género, no acepta ni a la exclusión ni al elitismo.
Si nos ponemos filosóficos, vemos en las pinceladas la representación de la subjetividad moderna bajo la forma de la feminidad. Vea usted los aretes de perla de Jeannette, el cabello recogido, las piernas firmes, delineadas, los colores cálidos que reflejan una piel bronceada, una carne sudada; el esfuerzo que ha forjado músculos, la camiseta mojada en sudor que ha devenido en carácter.
Pura fuerza, intensidad que late en el cuerpo. En el cuadro se condensan todas las luchas feministas por conquistar su voz, su libertad… sus derechos como mujeres. La subjetividad es, desde la modernidad, un fin en sí misma, nunca un medio. Ella es, en sí misma, impenetrable, inabarcable, inagotable. Cómo no iba a ser lo más bello que hay en el mundo.
En un congelamiento del instante mediante una técnica ciertamente cubista, Zárraga nos presenta al deporte, parafraseando al propio pintor, como la expresión de la alegría por la vida. El futbol como una nueva esperanza humana, política.
Una de las jugadoras, la de la derecha, es la única que mira al espectador, a usted, a mí, a nosotros. Théresè Renault, con una seguridad infinita y con una mano en la cintura, nos clava la mirada, nos provoca, nos invita a juzgarla a ella y a sus compañeras. Su mirada y el cuadro lo dicen todo. Se acabaron los prejuicios, han sido destruidos mediante el color.
No hay mucho más que decir que no esté ya dicho. La mujer no pertenece a la cocina o a la cama, pertenece al espacio que su libertad quiera ocupar, quiera conquistar… por ejemplo: un campo de futbol. Ya los que no entiendan esto, son unos peleles.
Por: Diego Andrade / @diego_a72