ROSARIO, Argentina.- Lo primero que pregunta Roberto Fontanarrosa al ver llegar a este enviado es si en el futbol mexicano “todavía existen esas particularidades que en Argentina nos parecen impensables”. Se refiere a la venta de cerveza en los estadios, a las tribunas compartidas por los seguidores de los cuadros contendientes, los refuerzos de los equipos mexicanos en la Copa Libertadores y al régimen de transferencias conocido como Draft.
De voz pausada y figura frágil, el “Negro” Fontanarrosa es físicamente todo lo opuesto a aquel personaje que le diera fama en la década de los 70: “Boogie, el Aceitoso”, un matón a sueldo, mercenario y vulgar.
Rosario, futbol mexicano y clásicos
Sentado en una mesa del Café Metrópoli donde desayuna todos los días, el escritor y dibujante, fanático de Rosario Central, se deja llevar por esa pasión que atrapa a la mayoría de los argentinos: el futbol. El “Negro” recrea la memoria y emocionado, trae a la mesa el recuerdo del primer partido que observó en vivo, a Mario Kempes, al “Chelito” Delgado y a Walter Gaitán, a la Selección Argentina, los Clásicos contra Newell’s que lo hacen vibrar…
“A mí me hacen mierda los Clásicos. A la cancha de Central voy, a la de Newell’s no, me pongo muy nervioso, pero emocionalmente es tanto lo que se juega que, en definitiva, aunque todos digan lo contrario, el empate le conviene a todos”.
Fontanarrosa se acomoda, recoge los diarios que están sobre la mesa y echa una ojeada a una revista antes de comenzar una charla que se prolongaría por más de dos horas. “A nosotros los argentinos nos causan curiosidad ciertos detalles del futbol mexicano, como que las hinchadas vayan juntas a los estadios o que estén muy cerca, eso aquí es impensable».
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“Me llama mucho la atención eso de que alguien sea partidario, por decir algo, del Cruz Azul y de otro equipo. También, las pocas veces que he ido al Estadio Azteca, he visto hinchas que llegan a los 15 minutos de iniciado el partido y a los 10 minutos ya se pararon por una cerveza, yo lo interpreto como una falta de compromiso hacia el partido porque, claro, acá el tema del futbol es obsesivo… Y otra cosa que me causa sorpresa es la forma como reparten los jugadores, tipo NBA, que los equipos se presten jugadores para la Copa Libertadores…”, expresa el autor de novelas como “La Gansada” o “El Área 18” antes de que se le explique la manera cómo opera el casi extinto Draft.
– Por lo visto sabe bastante del futbol mexicano…
“Me gusta mirar futbol mexicano porque es vistoso, menos cerrado que acá, además hay muchos jugadores argentinos, como en Cruz Azul, que era como una sucursal de Rosario Central con el ‘Chelo’ (Marcelo Delgado), el ‘Chelito’ (César Delgado), Luciano Figueroa, Federico Lussenhoff, el ‘Cata’ Díaz… El futbol mexicano ha crecido enormidades y se ha visto en la Libertadores, los mexicanos son equipos complicados, pero juegan y dejan jugar, no son como, digamos, los venezolanos, a los que les cuesta mucho trabajo jugar fuera de su país. Recuerdo muy bien a ese Cruz Azul que vino a jugar la Semifinal de la Libertadores (en 2001) con Central, un muy buen equipo con Cardozo y Palencia, que como visitante iba al frente y no nos ganó de milagro… Central nunca ha perdido contra equipos extranjeros en Rosario, cosas de las que uno se entera después…”, señala con orgullo.
Fontanarrosa nació en 1944 en Rosario, ciudad ubicada a 300 kilómetros de Buenos Aires y en donde el balompié se vive con más pasión que en la propia capital de Argentina. Aunque hay cinco equipos profesionales de futbol en la ciudad, Newell’s Old Boys y Rosario Central acaparan el corazón de casi la totalidad de los habitantes de la ciudad.
– ¿A qué edad comenzó a ir a ver a Central?
“Mi padre no me llevaba mucho a la cancha porque a él lo que le gustaba era el basquetbol, pero recuerdo que mi primer partido fue un Central-Tigre. Dejé de ir mucho tiempo, hasta que volví con un compañero de la primaria que iba con un hermano y el papá, no sé, tendría unos 11 ó 12 años y no dejé de ir más”.
– ¿Cuál es el gol que más ha disfrutado?
“Muchos, generalmente en los Clásicos”.
– ¿Y la peor tristeza?
“Cuando se pierde con Newell’s es duro. También he sufrido con la Selección, pero no es lo mismo. Como dice un amigo: ‘Central es como la madre y la Selección como una tía’. Con la Selección he viajado, he sufrido, pero nunca como con Central”.
– ¿Tiene alguna cábala?
“No, la única cábala que sirve es tener 11 buenos jugadores”.
El “Negro” combina su pasión por el futbol con la escritura y su trabajo como caricaturista en el diario Clarín, donde publica un cartón casi todos los días desde hace más de 20 años. A pesar de su fanatismo por los “canallas”, Fontanarrosa sorprende con algunas respuestas, como su gusto por el futbol que practicaba la Selección de Marcelo Bielsa, un conocido hincha de Newell’s.
“Me gustaba como jugaba (la Albiceleste) y me gusta Bielsa como técnico, pero cada argentino tiene su Selección y siempre dirá que faltó tal o cual jugador. Algo que no se le puede reprochar a Bielsa es que en cualquier cancha ponía un equipo ofensivo, es de los pocos técnicos obsesivos, estudiosos, trabajadores, que hacía un planteo ofensivo, porque muchas veces esos técnicos se preocupan más por tomar todas las precauciones y no por jugar”.
– ¿Lo dice por (Carlos) Bilardo?
“No quiero dar nombres, pero todos sabemos a qué me refiero”.
– ¿Existe el “bilardismo” y el “menottismo” en Argentina?
“Eso sigue generando polémica en las pláticas, aunque a nivel práctico hay técnicos como Bielsa que toman cosas de los dos; técnicos más jóvenes ya no están en esa, creo que es un debate superado, pero en su momento fueron dos interpretaciones de cómo jugar al futbol”.
– ¿Qué significa César Luis Menotti para el hincha de Rosario Central y para el futbol argentino?
“El ‘Flaco’ es un gran amigo mío, yo lo vi jugar. Creo que hoy por hoy está por encima de cualquier discusión. Puede ganar, perder, pero el ‘Flaco’ es un icono del futbol argentino, apasionado de este deporte, polémico y como todo en la vida, hay gente que lo odia y gente que lo ama”.
– En el mundo todos sabemos que el futbol es una pasión argentina, pero en Rosario se vive con mayor intensidad, ¿por qué?
“Por la gran rivalidad que hay entre estos dos clubes, ambos tienen más de 100 años. Esta rivalidad se alimenta de la equivalencia, son muy parejos los dos equipos en el historial… Los de Central decimos que los de Newell’s son hijos nuestros y ellos dicen lo mismo, pero en la historia de los Clásicos hay muy poca diferencia… Central tiene cuatro campeonatos y Newell’s cinco; Central tiene una Copa Conmebol y ellos dos Finales de Libertadores, todo es muy parejo y por ahí va la rivalidad. Además en todas las ciudades siempre hay esa rivalidad entre los clubes por su origen, uno rico y otro humilde; acá Central nació en los talleres del ferrocarril y Newell’s en un colegio inglés, por eso Central es más popular, mueve una cantidad de gente impresionante”.
– Hace unas semanas el diario La Capital publicó una nota en donde decía que 10 de los 19 jugadores que habían jugado contra Bolivia por las eliminatorias, en marzo pasado, habían salido de las Inferiores de Newell’s o de Central, ¿por qué surge tanto jugador de Rosario y sus alrededores?
“Es una zona con mucha tradición futbolística, con una cultura del futbol importante. Nadie se sorprende si un hijo, si un sobrino dice que quiere jugar al futbol, es de lo más natural. Rosario está rodeado de muchos pueblos ganaderos y agrícolas que son conocidos como la ‘pampa gringa’ donde viven muchos hijos de inmigrantes, entonces todos esos chicos del campo, con una base nutricional importante, tienen las condiciones para jugar al futbol, ejemplo de ello son tipos como (Gabriel) Batistuta, (Gabriel) Heinze, rubios, grandotes, que se pueden desarrollar bien en el futbol. Sin menospreciar a nadie, no es el mismo caso de los chicos de las ‘villas miseria’, que no tienen una alimentación adecuada y muchos se quedan en el camino por lo mismo. Tanto Newell’s como Central son clubes que trabajan muy bien sus divisiones inferiores y aprovechan eso”.
– Newell’s salió campeón recientemente y Central tiene casi 20 años sin un título, ¿es obligado para Central ganar algo?
“A muchos hinchas se les ‘llenó de sangre el ojo’ por el campeonato de Newell’s, pero racionalmente no se puede exigir un título porque no se invirtieron 10 millones de dólares para reforzar el equipo, como pasó con Newell’s, que gastó mucho dinero para conseguir ese título y después de varios torneos lo consiguió. Trajo a (Jorge) Bermúdez, ‘Orteguita’ (Ariel Ortega), Rubén Capria, Jairo Patiño, Julián Vázquez… Y Central no ha invertido un peso, casi todos los jugadores son de las inferiores”.
– ¿Quién es el máximo ídolo en la historia de Central?
“Por Central han pasado grandísimos jugadores y, aunque no salió de inferiores, para mí Mario Kempes fue el mejor. Otro puede ser Omar Palma, que se retiró a los 40 años jugando para Central”.
– ¿Qué opinión tiene de César “Chelito” Delgado?
“Me parece un jugador bárbaro que podría tomar en la Selección el lugar que alguna vez tuvo Ariel Ortega. Es muy desequilibrante, de esa raza de jugadores que nacen, que no se pueden formar, como son los ‘gambeteadores’, un tipo que puede ganar en un mano a mano, que puede definir un partido. Llegó medio grande a Central, a los 16 años, y fue toda una aparición, porque es muy ‘agresivo’ en su manera de jugar, enfrenta, pierde el balón y la pide de nuevo, además tiene gol, que es medio raro en un jugador de esas características. Me gusta verlo jugar con el Cruz Azul. Walter Gaitán también es un jugador diferente, con un futbol exquisito, cuando anda bien da gusto verlo jugar”.
– ¿Quién es el hincha más famoso de Rosario Central: Roberto Fontanarrosa, el Che Guevara o Fito Páez?
“(Ríe)… El Che se ha convertido en un referente del club, como que la gente se lo apropió”.
– Pero, ¿en realidad simpatizaba con Central?
“El dato más concreto sobre esto lo da Alberto Granado, el hombre que hizo aquel famoso viaje en motocicleta con el Che. En un programa periodístico le preguntaron y Granado dijo que cuando se detenían en algún pueblo a jugar, el Che, que jugaba como portero porque era asmático, decía que era hincha de Central: primero porque era el equipo de la ciudad donde él había nacido, y segundo porque era el club de la clase popular de Rosario. Tiene sentido”, expresa mientras da un nuevo sorbo a su taza de café.
Un hombre común y coriente
Roberto Fontanarrosa se define como un tipo común y corriente, pero no lo es. Rosarino de nacimiento y tercamente arraigado a esta urbe, el “Negro” es todo un personaje en su ciudad natal y en su país, en donde recientemente fue galardonado por el Senado de la Nación por su obra.
Escritor, dibujante -“monero, como dicen ustedes los mexicanos”-, creador de personajes tan entrañables como “Booggie, el Aceitoso” e “Inodoro Pereyra”, autor de tres novelas, y más de 30 libros de caricaturas, el “Negro” platica con la misma fluidez y sencillez que le imprime a su relatos.
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Conocido en México principalmente por su personaje de “Booggie, el Aceitoso”, que publicó durante años en el semanario Proceso, Fontanarrosa continúa gustoso la charla mientras termina su desayuno en el Café Metrópolis de la calle Wheelright, en Rosario, muy cerca de la estación de tren que le dio nombre al club de sus amores.
Saluda con familiaridad a los parroquianos del lugar y continúa con la charla. Platica de sus gustos musicales y literarios, se define como “alguien a quien no le gustan las cosas complicadas”, además de confesar de que su arribo al mundo de la literatura se dio a partir de una pelota de futbol.
– Además de su trabajo como “monero”, ¿qué otras cosas mueven el ser de Roberto Fontanarrosa?
“Con el trabajo y el futbol como vocación, como gusto, tengo para divertirme. Luego están el cine, la música, la lectura…”.
– ¿Qué tipo de cine le gusta?
“No me atraen las películas demasiado intelectuales o raras, películas tunecinas o cosas así (ríe); tampoco como lector me gustan las cosas complicadas, a mí me gusta que me cuenten historias”.
– ¿Algún autor favorito?
“Muchos, pero me gustan más los textos periodísticos, me gusta mucho el género del reportaje, por eso me impactaron los escritores estadounidenses de corte periodístico, Ernest Hemingway, Norman Mailer, Truman Capote, Salinger, tipos que te cuentan algo… Después he leído, por supuesto, a Borges, García Márquez, Vargas Llosa, (Osvaldo) Soriano… Toda una mescolanza de cosas porque también me hice lector a través de las historietas. Mexicanos he leído poco, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, que incluso me prologó un libro de ‘Boogie’”.
– ¿Qué tipo de música escucha?
“Lo popular, soy un tipo común y corriente, no tengo hábito ni cultura de música clásica, pero Serrat, Sabina, Fito Páez, Milanés, Silvio Rodríguez, el tango… No te voy a sorprender demasiado”.
– A pesar de la pasión que genera, de todo lo que mueve globalmente, el futbol sigue siendo despreciado desde el ámbito cultural, intelectual, ¿por qué?
“Ese es todo un tema… En Argentina ahora hay una producción interesante de literatura acerca del futbol, pero cuando yo era adolescente los únicos que escribían sobre futbol eran los periodistas, yo leía El Gráfico porque no había cuentos o novelas sobre futbol. Comienzo a escribir cuentos de futbol porque me gusta el futbol, no porque me gustara escribir… Yo llegué a la escritura por el otro lado, a partir de un gusto personal».
“Pero sí, hay un desprecio de cierto tipo de intelectuales hacia todo lo que sea muy popular y el futbol está dentro de eso. Todo el tiempo que yo le he dedicado a mirar futbol, por ahí un intelectual lo ha dedicado a leer a James Joyce, entonces es lógico que tenga más cercanía hacia ese tema. Pero llegado el caso no es tan importante que los intelectuales le presten atención al futbol”.
– ¿Es una pose de intelectual despreciar el futbol?
“Por ahí no son poses y son elecciones reales, pero hay coincidencias, porque el público que consume lo mío es gente a la que le gusta lo mismo que a mí. Si a mí en lugar del futbol me hubiera gustado el beisbol, me hubieran leído cuatro personas en Argentina”.
– ¿Se siente más cerca del futbol o de la literatura?
“Del futbol, totalmente. Escribo porque me gusta el tema y desde cierto lugar lo conozco, como hincha, como jugador amateur, si tengo que escribir algo de futbol profesional me guío por lo que leo o por amigos que han jugado profesionalmente. Pero el futbol es un lenguaje universal.”.
– Usted ha escrito tres novelas, tiene publicados varios libros de cuentos y más de 30 volúmenes de caricaturas, pero además hace un cartón diario para Clarín desde hace más de 20 años, ¿de dónde sale tanta creatividad?
“Esto es un oficio, tengo amigos mexicanos que hacen lo mismo: Helioflores, Naranjo, Rius. Fundamentalmente trabajo con el diario, tomo Clarín, leo y de ahí saco las noticias, eso te alimenta mucho. Hay veces que te quedas corto con un cartón diario, tendrías que hacer más. Es tan cambiante todo, tan dinámico. En las sociedades latinoamericanas pasan cosas que por ahí en Europa tardan 15 años para que sucedan, entonces hay mucho material. Los periodos de crisis son muy propicios para el periodismo, hay muchas convulsiones, efervescencia, y nuestros países están siempre en crisis; unos más, otros menos, pero periodos de tranquilidad y bonanza no hay muchos”.
– ¿En algún momento se le ha cansado la musa inspiradora?
“No es tanto la cosa de la musa, es de información y oficio, pero es cierto que hay algunos días en que uno está mejor predispuesto que en otras ocasiones por vaya a saber qué razones anímicas. Pero al final sabes que hay un piloto automático que te salva. Cuando viajé con los muchachos de Clarín, siguiendo a la Selección argentina en el Mundial de Francia, yo estaba acostumbrado a trabajar en mi estudio, solo, sin ruido, y en esas redacciones hay un ‘quilombo’ de ruido… Sin embargo, todos trabajábamos y entregábamos el material. Yo creo que al final, el oficio te salva”.
“Todos éramos sospechosos”
Apasionado como es, y muy amigo de sus amigos, Fontanarrosa parte de la defensa del ex técnico de la Selección mexicana, César Luis Menotti, a quien algún sector de la prensa argentina acusa de haber ganado el Mundial de 1978 con la ayuda de la junta militar que gobernaba Argentina en ese entonces, para hacer un repaso de su oficio y de su vida durante la última dictadura militar en aquel país.
“Me parece una tontería decir eso del ‘Flaco’ Menotti. Todos estuvimos trabajando durante la dictadura, produciendo para el régimen militar, por lo que es totalmente opinable y discutible ese hecho. Todo gobierno trata de sacar provecho de los triunfos deportivos, como en esa época nefasta; no sé si fue válido lo que hicieron (con el triunfo de la selección), pero fue real”.
– ¿Nunca se tuvo que ir del país?
“No, tampoco militaba, pero viví esa época con muchísimo temor porque yo era joven y todos los jóvenes éramos sospechosos. Tuve mucha gente amiga desaparecida, muerta, muchos amigos se fueron, pero a mí me asustaba más la idea de irme que quedarme. Me quedé y me metí mis buenos sustos, no porque yo estuviera en algo, no fui un héroe ni nada por el estilo, pero fue una época muy terrible. Si volviera a suceder, yo le diría a mi hijo, que tiene 21 años, ‘andáte’…”
– A pesar de la dictadura siempre hubo espacio para la creación…
“Muy recortada, especialmente en nuestro trabajo, había un montón de temas que no se podían tocar. Actividad política no había y sobre fuerzas armadas, policía, religión, obviamente no podías hablar”.
– ¿Existen temas tabú que los caricaturistas no puedan tocar en Argentina? En México, por ejemplo, durante muchos años se dijo que no se podían hacer cartones acerca del Presidente y su familia, de la Virgen de Guadalupe y del Ejército.
“Tabúes no, pero hay cosas que responden más a límites que uno se marca por cuestiones de tipo, entre comillas, ético o moral. Nadie ha hecho chistes de los desaparecidos, por ejemplo. No es que el diario te diga: ‘Che, sobre esto no se escribe’, pero pasa más por el sentido común. Yo no podría haber hecho para Clarín un chiste sobre la muerte del Papa, no se me hubiera ocurrido, pero, en general, después de la dictadura ha habido mucha apertura, mucha libertad de prensa”.
– ¿Y no se abusa de ella, no se ha caído en el libertinaje?
“Puede ser, pero entre libertinaje y la censura estricta, más vale el libertinaje. Lo más complicado es encontrar un equilibrio, hacer esto pero no pasarse; retraerse pero no tanto”, concluye.
*Entrevista de 2005
Por: Roberto Sergio Vargas / @RS_Vargas