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Lukaku

Un día regresando del colegio, el pequeño Romelu se sentó para que su madre le sirviera lo mismo de siempre: pan duro y un vaso de leche. De pronto, Lukaku se dio cuenta que ella estaba mezclando la leche con agua para que le alcanzara a cada miembro de su hogar. Él no dijo nada y salió a jugar. Mientras anotó su cuarto gol de aquel partido, los niños de su calle se retiraron y lo llamaron “señor”, pues ese niño medía 50 centímetros más que todos y nadie entendía por qué.

Infancia 

Sus padres, congoleños de origen, emigraron a Bélgica, como lo hicieron muchas familias del siglo pasado por los bajos recursos y la escasez que había en el continente africano. En Amberes nació Romelu, un 13 de mayo de 1993, dentro del seno de una humilde familia que dormía en el piso, a la misma altura que las ratas.

Conforme fue creciendo, Lukaku se preguntó a sí mismo sobre la situación de sus progenitores. “Muchas veces me decían que ya habían comido, pero yo sé que eso era mentira. Solo lo decían para que yo pudiera comer. No éramos solo pobres, estábamos quebrados, dijo el futbolista en alguna ocasión. 

Futbol: su sueño 

La pobreza no lo detuvo, pues desde niño mostró gran afición por el futbol, ya que su padre había sido futbolista profesional, pero nunca debutó en la primera división. El balón era su mejor amigo aunque debía patearlo solo, pues cuando quería jugar con sus vecinos, estos le hacían gestos de desprecio por lo corpulento que era, pensando que trataba de un hombre mayor queriendo ser niño. 

Herido por los crueles comentarios raciales que recibía, el joven belga decidió sacar todo eso de su mente y corazón, así que comenzó a entrenar junto con su hermano en las divisiones inferiores del Lierse, un pequeño club de la localidad. En los partidos, era común que los padres de los otros niños pidieran a Romelu que saliera, pues su gran tamaño lo hacía aparentar 18 años cuando todos los demás no pasaban de los 11 años de edad. Pero Lukaku también tenía 11 años.

Su primer entrenador prefirió tenerlo en el banco, sin embargo, Romelu conocía su potencial por lo que le dijo que si lo dejaba jugar, él iba a meter los goles que quisiera. Marcó 76 tantos en 34 partidos y en uno de esos juegos, se encontraba un scout de uno de los mejores clubes del país, y rápidamente preguntó por el chico; lo llevó a probarse a las canchas que están cerca del Constant Vanden Stock, la casa del Anderlecht

Promesa 

Romelu recuerda haberle preguntado a su padre a qué edad podía jugar profesionalmente; a lo que él respondió: “A los 16”. Más por obra del destino, que por mandato de su padre; Lukaku debutó en el primer equipo del Anderlecht con tan solo 16 años de edad, el 24 de mayo de 2009. Acabando ese partido, Romelu se prometió una sola cosa; ser el mejor jugador en la historia de Bélgica

Un par de días antes de haber cumplido su sueño y la promesa con su padre, le preguntaron por el dorsal que usaría. Él dijo que quería el número 9, pero al enterarse que los juveniles deben portar dorsales del 30 en adelante, Lukaku pidió el 36 ¿La razón? Tres más seis es igual a nueve; el número que solo puede llevar el goleador nato de cada equipo. 

Romelu estuvo dos años brillando en la Super Liga Belga y en la Europa League, a la par de seguir estudiando. Salió campeón de liga y copa en su país, por esos méritos, obtuvo lo que siempre esperó: un llamado de su selección nacional para un partido amistoso contra Croacia, en donde por fin se puso el jersey de Bélgica a nivel profesional.

Blue, Red Devil y más 

Esos campeonatos y sus asombrosas anotaciones en su país, lo hicieron estar en la mira de varios equipos conocidos del continente; entre ellos el Chelsea, que ofertó 15 millones de euros que no pudo rechazar el Anderlecht. Lukaku lo había hecho, su sueño ya era realidad: jugaría en la mejor liga del mundo y en uno de los clubes más importantes de ella. Aunque no la pasaría del todo bien, pues luego de ser cedido al West Bromwich Albion, se perdería la oportunidad de alzar la Champions League y no vería tantos minutos como él hubiese querido. 

Romelu volvió en el 2013 para portar la camiseta azul que lo llevó por primera vez al futbol inglés. Lamentablemente fallar el penal decisivo en la final de la Supercopa de la UEFA contra el Bayern Múnich, lo condenaría a otro exilio, en Everton, equipo con el que jugó por cuatro años y en donde trató de limpiar su apellido con goles y asistencias sobresalientes.

Ya como referente de los Toffees, Lukaku pudo hacer que otro titán inglés le ofreciera su escudo y así, en 2017, el Manchester United pagó casi 85 millones de euros por él; concretando una de las negociaciones más importantes en la historia del club, ya que aparte del dinero, se ofreció la transferencia de Wayne Rooney al Everton, el club de sus amores.

Mundialista

Trabajando duro y siempre contra las críticas que lo querían ver destruido, Lukaku terminó por entrar en la lista de los 23 futbolistas que viajaron a Brasil para encarar la Copa del Mundo. En ese Mundial jugó cuatro partidos y marcó un gol, antes de que Bélgica se quedara en el camino, tras enfrentar a una Argentina de Lionel Messi y compañía, que estuvo a un gol de Mario Götze; de seguir peleando por la tercera estrella de su historia.

El proceso fue difícil, pero cada uno de esos elementos que tenía el cuadro belga fue madurando y lograron clasificar -mucho antes de cualquier otro equipo europeo- a Rusia 2018, en donde una generación fantástica compuesta por: Hazard, Mertens, De Bruyne, Vertonghen, Courtois y claro, Romelu; obtuvo el bronce ante la sorpresa de todos en el mundo futbolístico.

Interista: consolidación 

Tras dos años de impecables actuaciones con el Manchester United, recibió una oferta de contrato con el Inter de Milán en el 2019. Lukaku firmó por cinco temporadas y coincidió con otra buena plantilla que fueron armando Steven Zhang y Antonio Conte; misma que le dio una final más de Europa League al Inter, además del décimo noveno scudetto de su historia.

Romelu Lukaku era discriminado por tener más estatura y corpulencia que cualquier otro niño de su vecindario. Ese pequeño tomó leche con agua en la hora de la comida y que durmió con las ratas, terminó por anotar 72 goles con la Selección Belga, sorprendiendo al mundo entero y convirtiéndose en el máximo goleador en la historia de aquel combinado nacional. Tal y como se lo prometió en su infancia. 

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Por: Bryan Trujillo / @BryanKameron

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