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Constantemente, el futbol varonil muestra cambios. Su historia cuenta con un núcleo duro que se mantiene constante a pesar de revoluciones tácticas, surgimiento y ocaso de héroes, entre otros factores. Sin embargo, el futbol femenil parece lucha frecuentemente para afianzar ese núcleo. Por ello, la constante en la historia del balompié para mujeres es la de historias verdaderamente heroicas que aparecen como actos revolucionarios ante las condiciones sociales que las opacan. Ese es el caso de la selección femenil escocesa, un grupo de rebeldes más dentro del juego.

La primera barrera: las mujeres no deben jugar futbol

El siglo XIX vio nacer el futbol varonil, sin embargo, el futbol femenil, a pesar del agrado que causaba en las mujeres decimonónicas, fue marginada a una práctica amateur.

Por esta razón, el futbol femenil escocés se gestó en un entorno de desaprobación y de limitaciones económicas, deportivas e ideológicas (algo que hoy desgraciadamente persiste). Habrá que remontarnos hasta 1881 cuando se jugó el primer partido de futbol femenil en tierras escocesas. Se llevó a cabo en Edimburgo, cuando se enfrentó un representativo de Escocia contra uno de Inglaterra.

El marcador fue 3-0 favorable para las escocesas, aunque este triunfo no logró trascender en la historia del deporte. Tomemos en cuenta que fue hasta 1974 cuando la federación escocesa de futbol reconoció al balompié femenil; hablamos de 93 años donde estuvo literalmente a la sombra del varonil.

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Por si fuera poco, las jugadoras tuvieron que soportar insultos, ataques y burlas por parte de la prensa. Elsie Cook, estandarte de la selección escocesa, confesó lo siguiente: «Las mujeres solían ir a los parques los domingos para entrenar, usar redes de pesca como redes de portería y poner los periódicos en los calcetines como espinilleras«.

Aunado a esto, hay que considerar que SWF (liga de futbol femenil escocesa) surgió en 1972, es decir, dos años antes de que la Federación las reconociera -en ese momento el futbol escocés contaba con solo 6 clubes-. Sin embargo, en el mismo año de su fundación, se presentó la oportunidad de gestar su propia revolución.

1972, aquella gloriosa derrota

En el mismo año que el futbol escocés gestionó su propia liga, las escocesas tuvieron la oportunidad de marcar un hito similar al de 1881. Pat Gregory, entonces secretaria honoraria de la Federación Inglesa de Fútbol Femenino (WFA), y Elsie Cook, entonces secretaria de la Federación Escocesa de Fútbol Femenino (SWFA), gestionaron un partido histórico.

Hablamos del primer partido internacional de las selecciones de Escocia e Inglaterra. Las escocesas partieron como el rival más débil. Una selección conformada por jugadoras de una liga recién formada, contra un combinado que contaba con una liga con mayor trayectoria. Según la FIFA, la Liga de futbol de Inglaterra se fundó en 1969, y para 1972 ya contaba con 200 equipos.

Como era de esperarse, la gestión y logística del encuentro corrió por cuenta de las organizadoras (Pat Gregory y Elsie Cook). En el caso de Escocia, la situación era aún más grave. No tuvimos ningún respaldo financiero, reclamaba Cook.

De hecho, la secretaria de la Federación confesó que los uniformes se construyeron gracias a tres factores: 1) un cheque de provisión, es decir un préstamo; con ese dinero se compraron las camisetas. 2) Rangers Football Club, el club escocés fue quien les presto los shorts a las seleccionadas y 3) Elsie Cook, pues ella coció los escudos y números de las seleccionadas.

Esta triada de elementos ajenos a cualquier selección de futbol dio forma a esta selección que se declaraba lista para el encuentro. El partido se efectuó en el estadio Ravenscraig, ubicado en Greenock. Hay que señalar que la elección del recinto obedeció a las normas del futbol escocés. Pues por norma, la Federación Escocesa de Futbol prohibía el uso de estadios profesionales para los partidos femeniles.

El día del partido llegó. El 18 de noviembre de 1972 ambas selecciones saltaron al campo. Hay que recalcar que lo hicieron sin dimensionar el suceso histórico que estaba sucediendo. Las escocesas ganaban 2-0 (las anotadoras fueron Mary Carr y Rose Reilly), sin embargo, Inglaterra dio la vuelta al encuentro. El marcador final fue 3-2.

A pesar de la derrota, ese partido se convirtió en un hito. Dotó a las jugadoras de una revancha histórica. «No existe una sensación semejante […] Porque tienes el orgullo nacional; no es sólo un partido de fútbol más. Es marcar para tu país, es uno de los mejores sentimientos del mundo», declaró Reilly una de las escocesas que marcó gol.

Ellas (la selección escocesa) irrumpieron en el futbol de la isla británica. Acababan de jugar el primer partido internacional de su deporte, y lo hicieron a pesar de la desatención generalizada hacía el futbol femenil. Demostraron que es necesario el balompié femenil para consolidar verdaderamente un núcleo duro en la historia del futbol como tal. Escocia ya puso su granito de arena con aquella gloriosa derrota de 1972.

Por: José Macuil García

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