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Wayne Rooney

Su madre, Jeannette, quiso ponerle el nombre a su primer hijo como el de su esposo Thomas Wayne. Los Rooney viven en uno de los barrios más bravos de Liverpool: Croxteth, coloquialmente conocido como Crocky. Suburbio de uno de los lugares en donde existen dos clubes que generan pasión directa cada que se vuelven a ver en una nueva jornada de Premier League.

El Everton es una religión para ellos, tanto así, que Wayne (padre) llevó a su pequeño hijo al Goodinson Park con tan solo seis meses de nacido a un vibrante partido contra el Liverpool. Lo llevó al Derbi de Merseyside.

El chico malo

Desde temprana edad, el pequeño Wayne, dio muchos problemas en la escuela al pelearse con sus compañeros de clase. Su padre juró que sería boxeador; pero un día tomó la pelota y en ella encontró un refugio del que no querría desprenderse. 

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Provocando un desastre en el laboratorio de ciencias, le fue retirado su balón y sus padres más allá de castigarlo, lo llevaron a las divisiones menores de los Toffees. Azul por elección familiar, azul por ser oriundo de ahí, azul porque así lo quería el destino. 

Primeros pasos

Bob Pendleton, scout que descubrió su talento, lo subió al primer equipo luego de seis años de formación en categorías inferiores. En 2002 llegó su debut en el futbol inglés, convirtiéndolo en el jugador más joven en pisar una cancha de primera división con 16 años y 297 días.

Le bastó solo una semana para marcar su primer gol como blue con lo cual se adjuntó la insignia del más joven en anotar en el futbol inglés. Parecía que todo iba bien, después de dos años, hasta que Little Wayne descaradamente aseguró que sus compañeros estaban por debajo de su nivel y pidió salir del club cuando terminara su contrato. Un equipo estuvo interesado en sus servicios y de Liverpool viajó a Manchester.

Red Devil

En el 2004 Rooney firmó por 25 millones de libras (récord de traspaso más caro en aquel tiempo) para jugar en Old Trafford y defender el color rojo del Manchester United. Un experimentado Alex Ferguson creyó en él y su confianza no tardaría en dar los primeros frutos.

Wayne debutó como goleador enfrentando al Fenerbahçe. Con un Hat-Trick en una noche mágica de Liga de Campeones fue como se presentó ante su público; ese mismo, que lo señalaría como un ídolo absoluto. Ganó cinco ligas, 3 copas de Inglaterra, una Champions League, una Europa League y un mundial de clubes, entre otras cosas. 

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Prácticamente obtuvo todo en la institución. Para agradecerles dejó una bella postal cuando, en el 2011, anotó de chilena un soberbio gol en el derby de la ciudad. Enfrentando al Manchester City, Wayne se inmortalizó.

Seleccionado nacional

Antes de tocar la gloria como futbolista del United, fue llamado por Sven-Göran Eriksson, para formar parte de los 23 futbolistas encargados de ir a pelear por la Copa del Mundo en tierras teutonas. Compartiendo equipo titular con varias figuras de la élite, todos apostaban por ver a Inglaterra alzar su segundo mundial, pero la historia sería diferente. 

Llegando hasta los cuartos de final, Inglaterra enfrentó a Portugal. Dos selecciones que brindaron un cotejo lindo, que fue llevado hasta las instancias finales, y que por culpa de Rooney -afirman los ingleses- se perdió. 

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Cristiano Ronaldo, compañero de equipo, hizo caer en provocaciones a Wayne para que enfureciera. No tardó en perder la cabeza y tras una serie de faltas, salió expulsado del campo, dejando a su país con diez hombres. Minutos después, los lusos accedieron a las semifinales y el sueño inglés se esfumó.

Una vez azul, siempre serás azul

Rooney, después de cosechar números y trofeos importantes, decidió retirar su nombre de las filas del ManU, para volver al equipo de sus amores. Ese del que su papá era hincha y el que su familia ama con locura. Después de 17 años Wayne volvió a su hogar, volvió a firmar un contrato con el Everton. Se puso el jersey azul que en su espalda ya lucía el dorsal 10 y no el 18, número con el que debutó. Y así, escribió otro capítulo romántico en su trayectoria. 

El destino hizo que Jean y Tom vivieran en Crocky, que se enamoraran del Everton y que su primer hijo, a la postre, fuera una de sus más grandes figuras en la historia del club. 

 

Por: Bryan Trujillo / @BryanKameron

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