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Túnel 29

La temporada 1984-1985 en el futbol mexicano enfrentó a dos rivales que con el tiempo se construyeron como antagonistas, América y Pumas; clubes con tradición en la capital pero con distintas ideologías.

Pumas cimentó su historia en la valía y garra de su cantera, presumiendo sus nexos con la máxima casa de estudios -vínculos que no son del todo claros en lo financiero, pero que son un vehículo de identidad. América construyó gran parte de su ideología gracias al nexo con Televisa y con fichajes rutilantes. De esta forma la campaña 1984-1985 se puso en marcha.

Las mejores escuadras

Cabe aclarar que el torneo no se jugaba como actualmente lo hace. La temporada se dividía en 4 grupos conformados por 5 equipos cada uno, de los que calificaban los primeros 2 a los cuartos de final. Los protagonistas de la final fueron América y Pumas. Se ubicaron en el grupo 1 y 2 respectivamente.

Después de 38 jornadas, ambos finalizaron como primeros lugares de sus grupos. Pumas con 55 puntos y América con 46. En cuanto a la fase de eliminación directa, las Águilas se enfrentaron a dos equipos tapatíos, Chivas en cuartos de final y Atlas en semifinales. Por su parte, Pumas venció a Puebla en cuartos de final y a León en semifinales.

Esta final estaría plagada de leyendas. América contaba con Héctor Miguel Zelada en el arco, Alfredo Tena como capitán, Cristóbal Ortega, Juan Antonio Luna, Eduardo Bacas en medio campo. En la delantera estaban Carlos Hermosillo Daniel Brailovsky.

En cuanto a Pumas, Raúl Servín destacaba en la defensa, Guillermo Vázquez, Miguel España y Alberto García Aspe como columna en medio campo para surtir de balones a un tridente memorable; Manuel Negrete, Ricardo Ferretti y Luis Flores. La ida terminó con un 1-1 con goles Hermosillo y Aspe.

Un túnel sin salida

La vuelta se llevó a cabo en el estadio Olímpico Universitario y terminó con un 0-0, dejando un global de 1-1. Si esa final se hubiera jugado con el formato actual, el campeón hubiera sido Pumas. Otra alternativa para decidir quién levantaría la copa pudo ser los penales. Al final se determinó que sería necesario un partido de desempate en una sede neutral. La sede fue la Corregidora y el marcador fue un 3-1 favorable a América.

Sin embargo, el partido en Ciudad Universitaria fue un hito en la historia de esta final. En aquel encuentro sucedió la tragedia del túnel 29. Tras el empate en el Azteca, la expectativa de la afición auriazul creció. El partido decisivo sería en su casa. Por ese motivo y ante la poca logística en el inmueble, se registró un sobrecupo en las gradas del Olímpico.

De acuerdo con la prensa de la época, afuera del estadio había más de 30 mil personas con boleto en mano esperando entrar cuando el acceso a los túneles fue cerrado. Ante la desesperación de la gente por entrar al inmueble, comenzaron los disturbios.

Esto dio pie a que los túneles se llenaran de gente que a empujones esperaba ver el partido, ante la mirada de un operativo ineficiente. Así fue como en el túnel 29 colapsó, producto de la aglomeración. Fallecieron 8 personas, entre ellas tres menores de edad. El evento fue catalogado como una tragedia producto de la negligencia.

Aunque la Federación se deslindó pues la seguridad fuera del estadio no les competía, el futbol mexicano había sido señalado como de alto riesgo un año antes del Mundial.

«Solamente la imprevisión, la negligencia y la irresponsabilidad explican que no se hayan tomado las previsiones suficientes para controlar la asistencia al partido de futbol de ayer, cuyo resultado más importante no fue el estrictamente deportivo, sino la muerte de ocho personas”. Jesús González Schmall.

Con el encuentro finalizado, un marcador igualado y una tragedia en las gradas, la Federación optó por llevar el partido a Querétaro, argumentando la seguridad de los asistentes. Este tercer encuentro catalogado como la finalísima, también fue atípico. El arbitraje de Joaquín Urrea es recordado, hasta el día de hoy, como uno de los más polémicos en México al no pitar un pena máxima a favor de los Pumas, entre otras situaciones, de las que, por cierto, el colegiado no se arrepiente.

«Nada, en absolutamente nada, reconozco que sí cometí un error, pero eso lo vi después, siempre he sostenido que durante 90 minutos un árbitro no se equivoca y se marca lo que siente en el vértigo del partido». Joaquín Urrea.

De esta forma, el futbol nacional vivió uno de sus campeonatos más polémicos. Dos equipos que en el torneo pudieron ser catalogados como los mejores, en la serie final quedaron manchados por la polémica arbitral y una tragedia que esperamos no se vuelva a repetir.

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Por: José Macuil García / @J_Macuil

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