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Matías Almeyda

Para nadie es sorpresa que en la era Vergara a Chivas le sobran malos tratos y le falta mucho señorío cuando se trata del manejo directivo. No son pocos los ídolos que se han tenido que ir durante esta administración por la puerta de atrás y sin el reconocimiento que se merecen.

Sin embargo, la forma en la que se fue Matías Almeyda después de todo lo que hizo por la institución ha caído como balde de agua fría. Parece inconcebible el ser tan mal agradecidos con alguien que reinventó al club, le devolvió la identidad y diseñó un proyecto de crecimiento que incluyó el desarrollo de las fuerzas básicas. Lo que le falta a Vergara, le sobra a Matías Almeyda; para muestra, su legado al frente del Rebaño.

El Pelado Almeyda estaba cierto de que traería a la vida las viejas glorias del Rebaño; en su primera conferencia de prensa dijo que hablaría con el grupo con el corazón y sus palabras fueron tan alentadoras como ciertas:

no vengo a apostar, a salvarlo de que no descienda. Vengo para levantar a este gigante.

Pastor y profeta, Matías Almeyda sacó a Chivas de su etapa más sombría para convertirlo de nuevo en aquel campeón mexicano que demostraba la casta cada que se jugaba su prestigio en el rectángulo verde. Cinco títulos en 32 meses al frente de la institución; cada torneo que disputó lo ganó al menos una vez. Las Chivas volvieron a tener alma, volvieron a morirse en el terreno de juego por sus colores. La comunión entre equipo y afición era de nuevo una realidad, no más gradas vacías puesto que fue una de las peticiones a los hinchas por parte del pastor del Rebaño.

Apenas llegaste, Matías, y empezaste a ganar, y en tu segundo partido al frente de las Chivas nos diste el Clásico Nacional en nuestra segunda casa; el Estadio Azteca. Convertiste al Estadio Chivas en La Fortaleza. Campeón de Copa, campeón de Supercopa, doblete y campeón de Norteamérica. Chivas una vez más tiene mística y tiene la casta del campeón, porque en las finales no llegaba favorito pero había un aura y mucho ímpetu impregnados por tu filosofía que lo sacaba a flote. Devolviste al equipo al lugar donde su historia y prestigio le exigen estar: en la cima del fútbol mexicano.

Hoy Chivas parece no tener rumbo, pastor, y no por ti sino por la nefasta directiva. Chivas, una vez más, se vuelve a quedar sin proyecto. Espero que todo lo pequeña que te quedó la directiva pueda ser compensado por la grandeza del club y el cariño tan especial que te tiene la afición. Me quedo con una de tus últimas palabras al frente del Rebaño festejando en la Minerva: “la unión es la base”.

De este barco no se baja nadie, nos quedamos con el gran grupo que hiciste y el legado que dejaste en tan poco tiempo, pastor.

Gracias por tanto, Matías Almeyda; gracias por devolverle la grandeza a este club y devolverlo al lugar en que pertenece. Que las muestras de cariño de esta hinchada que lamentan tu partida te hagan saber la huella que dejaste en el club. Y que Chivas nos represente dignamente en el Mundial de Clubes porque si estamos ahí es gracias a tu dirección, Pelado.

Nuestros padres y abuelos nos hablaron del Campeonísimo, nosotros contaremos la historia de las Chivas de Matías Almeyda.

Por Rubén Contreras. @contrerasrubenf 

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