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Megan Rapinoe

En el futbol femenil existen barreras que se deben derribar: bajos sueldos, discriminación estructural, poca o nula visibilidad e infraestructura económica, entre otras. Por fortuna, jugadoras como Megan Rapinoe combaten estas limitantes y hacen del balompié para mujeres un deporte abierto a la pluralidad.

No es solo una portada, es una ventana a la diferencia

En 2018, ESPN rompió uno de los paradigmas típicos del deporte: ser un medio para heterosexuales. El grupo mediático mostró por primera vez en su historia a una pareja homosexual en la portada de su revista ‘Body Issue’. Las protagonistas fueron Megan Rapinoe y su pareja, Sue Bird, basquetbolista de la WNBA. Este hecho marcó un antes y un después dentro de la carrera de Rapinoe, pues la comunidad LGBT+ se volcó en apoyo y reconocimiento a la futbolista y su pareja.

Las cifras de discriminación y violencia hacia la comunidad LGBT+ afirman que cada 19 horas se asesinan o se suicidan miembros pertenecientes en América Latina. Considerado esto y aprovechando que la visibilidad del Líder mundial de los deportes es mayúscula, tiene mucho valor el acto de las deportistas y del medio de comunicación. Por lo tanto, no es solo una portada, sino un paso hacia la visibilidad y aceptación de sectores sociales vulnerados.

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¿Quién es Megan Rapinoe?

Originaria de California, juega actualmente en su país con Seattle Reign, y cuenta con una trayectoria sólida en el deporte. Al igual que muchas mujeres en Estados Unidos, Rapinoe comenzó su carrera como deportista a nivel escolar, pues además del futbol, participó en áreas como atletismo y basquetbol.

Durante todo este proceso, su familia siempre la apoyó. Como dato curioso, tiene un método para localizar a su familia en la grada: un silbido. Desde niña, su madre las llamaba a casa con un silbido peculiar pero sobre todo fuerte, por lo tanto no importa si hay una o 50 mil personas, ella siempre escuchará a su madre.

Comenzó a practicar futbol a los cinco años, pero fue hasta 2002 cuando se unió al Elk Grove United. Después de jugar en la Women’s Premier Soccer League, la estadounidense se enroló en el equipo universitario Portland Pilots.

En 2009 se integró a un equipo profesional en Chicago Red Stars. A partir de su desempeño, la seleccionaron para el juego de las estrellas. Posteriormente jugó para Philadelphia Independence, MagicJack, para el equipo australiano Sydney F.C., para Seattle Sounders Women y, por último, tuvo una aparición fugaz en el Olympique de Lyon donde permaneció seis meses. Desde 2013 juega para Regin FC en Estados Unidos.

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A nivel selección, Megan Rapinoe es un referente. Ha jugado en tres Copas del Mundo: la del 2011, donde perdieron en la final contra Japón,  la de 2015 (en la que las estadounidenses tuvieron su revancha ante las niponas) y Francia 2019 donde resultó campeona y obtuvo el Balón de Oro, Bota de Oro y fue reconocida como la mejor jugadora del torneo.

Por si fuera poco, la mediocampista es medallista olímpica; la presea la obtuvo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Además, el 23 de septiembre de 2019 recibió como la Mejor Jugadora del año por la FIFA. En pocas palabras, Megan Rapinoe es una competidora nata.

A la par de su carrera como profesional, apoya a organizaciones que se centran en comunidades LGBT+, entre ellas destacan Gay, Lesbian & Straight Education Network y Athlete Ally. Su objetivo es claro: ser una profesional en la cancha y concientizar fuera de ella. El tema de igualdad de género y condiciones laborales es complejo, pues como ella señaló en una entrevista al medio inglés, The Guardian:

“Cuanto más he podido aprender sobre los derechos de los homosexuales y la igualdad de remuneración en el trabajo y la equidad de género, así como la desigualdad racial, más he podido ver como todas esas formas de discriminación están interconectadas”.

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Todos estos aspectos tienen como origen la intolerancia y la injusticia, sin embargo deportistas como ella toman la batuta para romper barreras que parecían irremediables, y nos demuestran que no importa el sexo, raza o ideología, la base de todo progreso es el trabajo y el respeto.

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Por: José Macuil García

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