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Cata Domínguez

El narcotráfico y el futbol parecen caminar en líneas similares en México. Los espectadores los vemos como temas incómodos, que nuestra moral nos obliga a ver mal pero que de una u otra forma normalizamos. Sabemos que hay corrupción en la Liga MX pero la seguimos consumiendo. Sabemos que la guerra contra el narco cuesta vidas pero aún así vemos series de los grandes capos. 

Sin embargo, cuando estos fenómenos convergen, ahora sí señalamos con el dedo, juzgamos e indignamos porque ese camino los une como la fiesta del hijo del Cata Domínguez. Ahí sí nos causa malestar que la narcocultura haya permeado y “manchado” “nuestro” futbol.

El fin de semana, cobró relevancia las fotos que el Cata Domínguez, defensa histórico del Cruz Azul, subió a sus redes sociales. Aunque era la fiesta infantil de su hijo Matías de 12 años, la temática causó indignación en la moral de algunas personas porque hacía apología al narcotráfico. 

Con armas largas y gorras con las iniciales JGL (Joaquín Guzmán Loera) y la Chapiza, como se le dice al Cártel de Sinaloa, los infantes y adultos posaron frente a las cámaras y lo compartieron con sus seguidores. Se viralizaron las imágenes y el timing de la captura de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del Chapo, potenció la crítica hacia el futbolista.

El defensa lamentó la difusión de las imágenes, sobre todo porque era la fiesta de su hijo menor de edad y pidió disculpas por no representar los valores del equipo al que pertenece él y los compañeros de Matías. Otro de los elementos que causó malestar fue que los niños traían el uniforme del Cruz Azul.

Cuando empezamos a desmenuzar todo lo que estuvo mal en la reunión, no hay forma de justificar el hecho pero sí entenderlo. Era una fiesta infantil, aparecen los uniformes de su equipo, normaliza la narco cultura mexicana, la asistencia de otros futbolistas del Cruz Azul, las armas largas…

Hubo quien pidió el despido del Cata Domínguez por ser responsable de la fiesta, sobre todo cuando en la misma semana el enfrentamiento entre grupos armados y el ejército dejó 10 militares muertos durante la captura de Ovidio Guzmán. Como si por ser futbolista también tuviera que cargar con la misma responsabilidad que un criminal.

Tampoco le restamos importancia a estos eventos y temáticas que se han normalizado gracias a la masificación de los personajes gracias a series y canciones. En donde la narcocultura mexicana y latinoamericana pasó a ser vista con otros ojos, en el que se admiran las prácticas, los lujos y estilos de vida a costa de delitos.

Pero dentro de todo, el futbol también ha sido un espacio en el que el narcotráfico también ha ganado cancha. Desde la inversión y lavado de dinero en clubes del ascenso como La Piedad, los Venados de Yucatán y el Irapuato, hasta la cartelización de las barras como lo platicamos en nuestro pódcast de Historias del Llano tras lo ocurrido en La Corregidora en el Querétaro vs Atlas.

Porque si el narco ha manchado la cancha, no es por culpa de futbolistas ni del Cata Domínguez por más que no haya sido correcta una fiesta con esa temática. México está inmerso en estas problemáticas y el futbol es reflejo de lo que ocurre en el país. La corrupción en las grandes instituciones gubernamentales también ha sido un mal dentro de la federación y la liga; una calca casi idéntica.

Aunque tratemos de pensar que el futbol no es espacio, o no debería serlo, para normalizar la cultura del crimen organizado, la realidad es que si la propia sociedad está rebasada por ella, ¿Con qué armas este deporte podría combatirlo? 

Si hablamos de todos los males que aquejan al país como la impunidad, sería ilógico exigir que el Cata Domínguez reciba un castigo mayor a los 5 duelos de suspensión que recibió. Queremos separar las canchas, entre lo que ocurre fuera del futbol y lo que tiene que ver en él. Cuando muy dentro de nosotros sabemos que, contra el narco, se juega el mismo partido.

Por Samantha González / @ssmanthaglez

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