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Antes de las formaciones dinámicas, los parados tácticos flexibles, los box to box, falsos 9, porteros que juegan de líbero, y todas las revoluciones tácticas que se nos puedan ocurrir, existieron jugadores que desempeñaban un futbol mucho más pragmático, para muchos rudimentario. Cesare Maldini es uno de esos jugadores que ahora podemos decir son de la vieja escuela, sin embargo, fueron parte fundamental del desarrollo del futbol.

Cesarone, como también se conoció a una de las leyendas de Milán, nació en Trieste, ciudad ubicada al norte de Italia. Cesare Maldini debutó en el equipo de su ciudad, es decir, en Unione Sportiva Triestina Calcio, y lo hizo en 1953 con un 0-0 ante Palermo. Si tomamos en cuenta que el trabajo dentro del campo de Cesare es defender el arco, debutar en un partido sin goles en contra es un buen indicio.

De hecho Cesare Maldini se mantuvo tan solo un año en Unione Sportiva Triestina, pues a sus 23 años fue transferido a AC Milán, donde vendrían sus mejores años en la zaga rossonera. Si el debut con su anterior equipo fue bueno para un defensa, un 4-0 a favor es aún mejor. Claro, en aquel Milán figuraban los nombres de Gunnar Nordahl y Nils Liedholm como referentes del equipo, aunque pronto se uniría Cesarone.

Todo gracias a su estilo de juego, Cesare Maldini es recordado en Milán por su elegancia al momento de defender. Generalmente se anticipaba a las jugadas de los ofensivos contrarios y era capaz de iniciar la transición ofensiva. A pesar de jugar en un esquema habitualmente defensivo, Maldini destacaba no solo por su eficacia al momento de cortar jugadas, sino por la técnica que poseía en sus pies. De hecho Cesarone no jugaba exclusivamente como marcador central o líbero; en algunos lapsos de su carrera adelantó su posición para jugar como recuperador en el medio campo. En pocas palabras, Cesare Maldini era un jugar muy completo y funcional en esquemas variados.

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Ahora bien el juego que desarrolló en el campo se vio reflejado en la obtención de 4 escudettos con Milán y, por supuesto, la Copa de Europa de 1963, donde Cesare se convirtió en el primer italiano en levantar la orejona. En aquel partido, Cesare ya era el capitán rossonero y el rival era otro de los equipos dominantes de Europa: el Benfica de Eusebio. El encuentro que se efectuó en Wembley arrojó como marcador un 2-1 favorable a Milán. Por lo que Cesare Maldini podía estar tranquilo, pues permitió un solo gol del equipo que contaba con uno de los mejores delanteros de la historia.

Tres años después de la gesta en Wembley, Maldini dio fin a su trayectoria con Milán. En 1966, Cesare Maldini se uniría a Torino para jugar su última temporada como profesional, pues en 1967 Cesarone se despidió en un partido ante Napoli –el marcador fue adverso, ya que Torino cayó 2-1. Posteriormente, el italiano regresaría pero ahora como entrenador.

Lo haría como asistente de Nero Rocco, otro de los símbolos de Milán. Su carrera como estratega en Milán arrojó una Copa Italia y una Recopa de Europa, y tras un paso por la Serie C y Serie B –divisiones de ascenso en Italia—Cesare Maldini volvería a ser asistente técnico, ahora de Enzo Bearzot en la selección italiana, misma que ganó la Copa del Mundo en 1982.

Posteriormente, Maldini continuó su carrera en selecciones, convirtiéndose en el entrenador de la selección sub 21, misma a la que hizo tricampeona, bajo su gestión en inferiores se formaron jugadores como: Totti, Fabio Cannavaro, Gianluigi Buffon. El éxito en la sub 21 le aseguro a Cesarone una oportunidad para dirigir a la selección absoluta, a la que comando en Francia 98, en la que ya era capitán Paolo Maldini, a él lo acompañaban Del Piero, Vieri y Pipo Inzaghi. Por desgracia no pudo consagrarse en la selección absoluta pues cayó ante Francia en penales.

Su última aparición como estratega la haría con una selección cuyo estilo futbolístico le recordaba a sus inicios como jugador, hablamos de Paraguay. Selección a la que clasificó al Mundial de 2002 donde llegaron a octavos de final. Esa fue la vida de quien falleciera a los 84 años de edad, dejando todo un legado en Milán, y no solo lo decimos por su hijo Paolo, sino por su calidad en el campo.

Por: José Macuil García       

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