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Cuando escuchamos el nombre de Ricardo La Volpe tal vez imaginamos a un hombre con una corbata de dragón, o bien, aquella foto en la que parece como un sex simbol de su época con pelo en pecho y melena despreocupada. Sin embargo, detrás de los mitos que envuelven al personaje, hay enseñanzas tácticas y una contribución silenciosa y profunda al futbol.

La Volpe, el juego desde el arco

Originario de Buenos Aires, el bigotón debutó en Club Atlético Banfield donde se mantuvo cerca de cuatro años, periodo donde ganó un título de Segunda División. Posteriormente vendrían retos mayores pues en 1975 arribó a San Lorenzo. Con el ciclón, Ricardo La Volpe ganó protagonismo gracias a sus actuaciones. El arquero argentino fue convocado por el Flaco, César Luis Menotti, para el Mundial de Argentina 1978, donde salió campeón con la albiceleste.

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Tras su experiencia mundialista, Ricardo La Volpe cambio de aires y se dirigió a México para jugar con Atlante. Con La Volpe en el arco y el mismísimo Cabinho en la delantera, Atlante llegó a la final de la temporada de 1981-1982 en la que enfrentaron a los Tigres de Batocletti, Barbadillo y Boy. La final se decidiría por medio de la tanda de penales, en la que La Volpe atajó un penal. Sin embargo, todos sabemos que la posición de arquero no siempre es grata, ya que la gesta no fue suficiente, pues Atlante falló tres cobros.

Otro de los momentos trascendentales durante su estadía en el arco fue la rivalidad que sostuvo contra Hugo Sánchez. Todo comenzó en un partido de la temporada de 1979, cuando el delantero le marcó un gol de chilena. La Volpe declaró que tendrían que pasar cien años para que Hugo Sánchez le anotara de nuevo un gol de esa manufactura. Por desgracia, el bigotón se tragaría sus palabras, pues en ese mismo año Hugo le marcó de  nueva cuenta de chilena. Para cerrar su carrera futbolística, La Volpe jugó dos años en Halcones de Oaxtepec, escuadra en la que comenzaría su carrera como técnico y con la cual mantendría la categoría.

Lavolpismo y otras enseñanzas

Después de su estadía en Morelos, comenzó a desarrollar una idea futbolística con la cual actualmente se le asocia. El famoso Lavolpismo se construyó durante su segunda etapa con el Atlante. A partir de 1991, el bigotón se puso al mando del equipo y lo convirtió en líder de la competencia en su primera temporada. Pero fue hasta la temporada 92-93 en la que se consolidó el proyecto y la idea futbolística del club. La recompensa del trabajo de La Volpe y compañía fue la obtención del título al vencer a Monterrey.

A partir de este momento, el Lavolpismo se reflejaría en instituciones como Atlas, Toluca, Jaguares de Chiapas e inclusive América. Por si fuera poco, logró implementarlo en la selección mexicana, a tal grado de que el combinado nacional de la Copa Confederaciones de 2005 -y en menor medida a la de Alemania 2006- es considerada como una de las mejores selecciones en la historia, posiblemente detrás de la de 1994.

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¿Qué es el Lavolpismo? Es un estilo futbolístico ofensivo que tiene como bases la posesión del balón, la construcción desde el arco y la superioridad numérica al momento de defender. Otro de los sellos características de esta corriente fue la famosa línea de cinco, en donde los laterales volantes sirven para dar profundidad y achicar el campo al momento de repliegue. En síntesis, este sistema se basa en el dominio posicional y la construcción en bloque.

Estos fundamentos tácticos siguen vigentes. Conceptos como la «salida de novios» se han aplicado en diversos equipos como Sevilla, e incluso por distintos entrenadores como el mismo Guardiola. Solo como acotación, la salida de novios se refiere a salir jugando de la zona baja, en la que el mediocampista de contención y los defensas centrales pueden fungir como válvula de salida.

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Otra de sus grandes enseñanzas es el trabajo con canteranos. Cuando habitualmente se le deja toda la responsabilidad a los refuerzos, La Volpe prefería apostar por jugadores jóvenes. Por esa razón, en la mayoría de sus equipos vemos a chicos tomar el rol protagónico en partidos cruciales o consolidándose a lo largo de la temporada. Casos como el de Rafael Márquez, Andrés Guardado y recientemente Diego Lainez son la muestra.

Tal vez en su carrera podamos recordar algunos pasajes lúgubres. Sin embargo, en esta vida no todo es claro u obscuro, pues Ricardo La Volpe aprendió y enseñó demasiado en el futbol, ya sea sobre parados tácticos o a brindar oportunidades a los jóvenes. La huella que dejará La Volpe no se mide en títulos, sino en aprendizaje.

Por: José Macuil García

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