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Existen una gran cantidad de sucesos que han estado presentes en la historia de la humanidad, y que han terminado por dejar una marcada huella en el mundo del balompié. Exhortándonos a descubrir aquellas historias que en múltiples ocasiones la pelota suele callar, para no privarnos de conocer (para posteriormente contar) cómo es que la historia misma marcada por el ser humano tiene repercusión directa y clara en el fútbol de hoy en día que tanto añoramos. Uno de dichos sucesos, nace en la antigua y tan conocida Yugoslavia, una nación compacta y por distintas décadas bastante bien organizada, tanto en temas relacionados al Estado y desde luego al fútbol. Durante su extensa historia cargó con distintos nombres, el más longevo fue el de República Federal Socialista de Yugoslavia, en el año de 1963.

A partir del año de 1991 inició de forma real y seria la desintegración yugoslava a causa de múltiples factores, desintegración que se vio culminada en su totalidad hasta el año 2006, donde no se volvería a palpar alguna presencia de la antigua y grandiosa Yugoslavia, provocando durante dicho proceso el ascenso de forma veloz como la espuma de un nuevo conflicto que traería consigo sentimientos de dolor y arraigo.

Durante el proceso de desintegración de Yugoslavia (que fue complementada con la independencia de países como Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro, Serbia y Kosovo) existió un país que quiso coger el control totalitario de la situación, el cual fue Serbia, intentando someter a las demás naciones negando la independencia de uno de dichos países, el cual fue Kosovo. De ahí nace el conflicto que tiene incidencia en el fútbol actual y que es imposible pasar por alto.

El 90% de la población de Kosovo cuenta con raíces albanesas, debido a que ambas naciones colindan de forma natural entre sí (Kosovo y Albania), lo que provoca que Albania quiera unificar su nación con la de Kosovo, creando la Gran Albania, una utopía donde albaneses y kosovares se unifiquen formando un solo ente. Sin embargo, la idea no es nada sencilla, puesto que el territorio donde está situado la nación kosovar fue hogar del génesis de la nación serbia, lugar donde se asentaron de forma natural para poder llegar al país que hoy en día son.

El ejemplo más claro de cómo este tema gira alrededor del esférico se dio en el partido clasificatorio rumbo a la Eurocopa de Francia 2016. Albania con la ilusión de seguir con su camino rumbo a una clasificación histórico visitaba Belgrado, el vivo infierno para todo aquel enemigo de la hegemonía serbia que recaía sobre los gritos y movimientos de libertad.

“Kosovo es Serbia”…

Gritos llenos de fervor que no cesaban por parte de los aficionados serbios camino al Estadio Partizán. Aficionados serbios decididos a no aceptar la libertad de Kosovo bajo ningún contexto, gritando a viva voz: “Kosovo es Serbia”, en el camino rumbo al encuentro y de igual forma una vez llegando a la casa del F.K. Partizán Belgrado. La sangre de Serbia hervía de forma inmensurable.

“Maten, maten a los albaneses”…

El fervor de los locales no tenía fin, mientras la Selección de Albania calentaba previo al cotejo, los aficionados locales pedían a gritos la muerte de los albaneses, considerándolos un estorbo y los principales responsables del intento de grito de libertinaje kosovés. ¿La reacción de los jugadores desde dentro de la cancha? Ninguna, continuar calentando, continuar corriendo, continuar concentrados, haciendo caso omiso al intento de retorno del espíritu esclavista serbio hacia sus hermanos.

“Hymni i Flamurit“…

No hay necesidad alguna de contar cómo se vivió el himno albanés. Estrofas cantadas a todo pulmón por el jugador albanés, como parte de su pasado y a la vez de su presente, que tristemente no eran escuchadas, simplemente añoradas desde el interior de ellos mismos. La hinchada serbia cada vez se imponía a sus enemigos con más fuerza, esta vez impidiendo que se escuchara el: Unidos en torno a la bandera, con un deseo y una meta, todos, a ella, jurando hacer un pacto para la salvación”.

 El partido una vez comenzado no daba entrada alguna a la tranquilidad ni a la paz. Detonaciones y bengalas invadían la cancha de forma constante, prohibiendo el correcto desenlace del juego mismo, convirtiendo el partido en una auténtica guerra que comenzaba a provocar el correr de sangre sobre rostros. Branislav Ivanović, en dicho entonces defensor del Chelsea, tomaba el mando como capitán, se acercaba a la tribuna de sus hinchas a pedir calma y respeto, desde luego que su petición no fue siquiera escuchada.

“Mátenlos, hasta que ningún albanés quede suelto”…

Era un auténtico suicidio para el combinado visitante cobrar tiros de esquina o acercarse a las bandas del terreno de juego, los aficionados serbios no tendrían misericordia alguna al tenerlos a cinco metros de distancia. Sin embargo, llegó un momento que le dio un giro de 180 grados a la batalla vivida en Belgrado dicha noche. Albania contraatacó.

Un dron comenzaba a hacerse presente sobre el terreno de juego, un dron que comenzaba a robar la atención de propios y extraños. Sin saber quién fue el responsable de su aparición, se supuso que había sido obra del pueblo albano. El dron cargaba consigo la bandera representativa de la Gran Albania, que como se mencionó, era la utopía soñada por lo albaneses de unir Albania y Kosovo en una sola nación. Lo que dicho movimiento provocó en el alma serbia fue sorprendente.

La tribuna estalló en gritos de rebelión e inconformidad. El pueblo serbio se había sentido ampliamente indignado por el accionar albanés, todo el proceso previo de intimidación contra la Selección de Albania desde la llegada al estadio hasta el transcurso de los primeros minutos del partido se había desplomado en un abrir y cerrar de ojos. Belgrado no se permitiría tal grado de humillación, orillándolos a realizar una inminente patada de ahogado que terminó en un caos brutal dentro de las inmediaciones del Estadio Partizán.

Como se aprecia en la imagen, Serbia optó por retirar del dron la bandera de la Gran Albania, provocando de forma natural sentimientos de enojo y de ausencia de respeto hacia el equipo visitante. Lo que parecía un acto inminente de presentarse tarde o temprano, llegó para antes de la finalización del primer tiempo: del fútbol a los golpes. Jugadores de la Selección de Serbia y de Albania comenzaron a defender (con base en un juego de manos) sus ideales y sus sueños, trayendo al terreno de juego todo el peso y las ideas que cargaban sobre sus hombros, mismo peso y mismas ideas que se les habían sido colocadas desde años atrás: el reclamar Kosovo como pertenencia propia.

Imágenes que muchos no quisieran volver a repasar en sus mentes, sobre todo al momento de ver cómo los mismos aficionados entraban al rectángulo verde a defender las políticas del pueblo serbio. El espectáculo deportivo había cesado por completo.

El encuentro suspendido por razones más que evidentes, dejó huellas de cómo el fútbol sigue creando vínculos con aspectos geopolíticos que son imposibles de borrar bajo cualquier latitud, vínculos creados de forma más que natural. El Serbia frente a Albania del 2015 fue solamente el comienzo de ese continuo choque de ideales entre ambas naciones, choque que tendría incluso protagonismo (de forma más emblemática y a la vez menos bélica) en Rusia 2018. De Partizán a Kaliningrado. Por el momento, los serbios se sentirían satisfechos al ver huir a los albanos entre golpes y patadas…

Tres años después, llegaba una nueva cita con la historia, esta vez en Rusia 2018, solamente que no fue entre albanos y serbios. Serbia estaba presente, sin embargo, quien daría el golpe sobre la mesa sería su rival de la segunda jornada del Grupo E: Suiza.

En los instantes finales del partido entre suizos y serbios todo parecía finalizar en empate, sin embargo un contragolpe brutal bajo los botines de los suizos puso a Xherdan Shaqiri frente al arco custodiado por Vladimir Stojković, posibilitando al ahora jugador del Liverpool a concretar la jugada con un disparo cruzado que venció al arquero serbio de forma fulminante. Suiza se llevaría el triunfo, los tres puntos, una posible clasificación a octavos de final, pero sobre todo una alegría para el pueblo kosovés y albano…

¿Qué tendrá que ver la nación suiza en esto? Suiza nada en lo absoluto, pero Xherdan Shaqiri, y el asistidor Granit Xhaka sí. Este último nació en Kosovo, y era del ya antes mencionado amplio grupo kosovar con procedencia albana, mientras que el primer mencionado nació de igual forma en Kosovo, en la ciudad de Gnjilane. Ambos debido a las guerras de su país natal en el proceso de independencia de Yugoslavia tuvieron que mudarse a naciones vecinas, siendo Suiza quien los recibió con los brazos abiertos, por ende hoy en día juegan con dicha selección. De ahí la razón de la importancia del gol de Shaqiri provocado por la transición defensa-ataque impulsada por Xhaka.

El festejo no podía faltar, mucho menos cuando se trataba de haberle anotado el tanto del triunfo al país que mediante formas hegemónicas había privado de libertad al pueblo kosovar durante años. Xherdan no dudó en recorrer el campo formando con sus brazos la famosa águila bicéfala sobre su pecho (símbolo actual de la bandera de Albania), al igual que Granit (justo como se ve en la primera imagen del presente texto). Albania y Kosovo de forma indirecta habían finalmente respondido al ataque serbio de hace tres años, y lo mejor de todo: con acciones futbolísticas y lícitas.

El mundo del fútbol constantemente nos intenta contar historias cosechadas por el mismísimo ser humano que están ligadas de cierta forma con el rodar del esférico. De uno depende el buscar aprender de dichas historias para contarlas a viva voz, o hacer caso omiso y continuar creyendo que este deporte engloba exclusivamente lo que pasa dentro del terreno de juego. En este caso, Serbia, Albania, y Kosovo nos muestran un poco de su historia, y de cómo esta tiene consecuencias con el comportamiento del balón, mientras que albanos y kosovares continúan manteniéndose firmes sin cesar en su intento de ver al águila bicéfala volar buscando libertad.

Por: Paco Villasana/@PacoVillasana

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