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Esta historia no es lineal. Cuenta con protagonistas totalmente alejados e incluso los hechos no comparten un espacio temporal común. A pesar de esto, este relato se une gracias al futbol y las promesas aparentemente incumplidas. Los actores principales de la novela son Andrés Manuel López Obrador y el Comité Mexicano para la candidatura al Mundial 2026.

Donde todo comenzó: la candidatura al Mundial

La competencia por obtener una Copa del Mundo se centró en dos propuestas: Marruecos, y la candidatura conjunta entre Estados Unidos, Canadá y México. El país africano aludía a la «ubicación geográfica como cruce de caminos entre África, Europa y Oriente, hace que el país esté en el epicentro de aficionados, y permitirá que este acontecimiento sea accesible para todos, sin importar el presupuesto».

Por supuesto, una carta fuerte también era su “dinamismo” económico. «Las profundas reformas estructurales han permitido al país experimentar un crecimiento anual medio de más de 4% de su PIB durante los últimos 15 años». Se lee en la propuesta entregada a los ejecutivos de la FIFA. En cuanto a lo directamente relacionado con el juego, os marroquíes ofrecieron 14 estadios de última generación, de los cuales cinco ya existen, solo habría que remodelarlos.

Los tres restantes serían nuevos y creados bajo la tecnología LMS, que se define como: estadios modulares que pueden ser reutilizados para construir otros inmuebles. Esta opción era (es) la solución propuesta para erradicar los famosos elefantes blancos.

En cuanto a movilidad, Marruecos prometía mejorar y optimizar toda su red de transportes. Se incluían los sistemas ferroviarios, transporte público, sistema de carreteras y por supuesto, los aeropuertos. 

Por su parte la candidatura conjunta, Canadá, Estados Unidos y México argumentaron que: «somos tres países orgullosos de nuestra identidad, conectados por la historia, la cultura, la geografía y muchas cosas más. Juntos, nos hemos propuesto rendir homenaje al gran legado del futbol». Añadieron que, conforme a los cambios en la FIFA, la intención es insertarse en la “dinámica global de inclusión”.

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La candidatura asegura que serán 16 ciudades anfitrionas las que vestirán este Mundial. Según un documento publicado en el portal de la FIFA, esto «permitirá alcanzar nuevos récords de asistencia e ingresos, explorar nuevas oportunidades de gran impacto social y fijar nuevos estándares de profesionalismo». De hecho, en el documento se asegura poco más de 5.8 millones de entradas, mismas que representan un «impacto económico de USD 5 000 millones».

En lo deportivo, Estados Unidos, Canadá y México pondrán 16 estadios de «última generación», para 80 partidos estimados. Como ya sabemos, México solo tendrá diez encuentros. Sin embargo, dentro de todas las perlas y afirmaciones que la candidatura conjunta lanzó, destaca lo rescatado en la investigación del periodista Omar Flores para ESPN.

México en su Bid Book –propuesta completa hecha por los candidatos a FIFA-, prometió un nuevo aeropuerto. “El nuevo aeropuerto proporcionará un aumento sustancial en la capacidad de la terminal y de la pista desde la instalación actual”, se lee en la nota publicada en 12 abril de 2019.

“El nuevo aeropuerto estará conectado al centro de la ciudad y al sitio del estadio a través de una carretera y una serie de carreteras arteriales. No estará en la red de Capacitación de Metro de la ciudad, pero aún no se ha decidido una solución completa de transporte público”, complementan los ejecutivos mexicanos. Sin embargo y como todos sabemos, esta propuesta difícilmente se cumplirá.

El nudo: la «4T» y la ruptura de una promesa

Al inicio señalábamos que los protagonistas de esta historia se encontraban distantes, y es verdad. La oficialización de la candidatura conjunta para el Mundial de 2026 se hizo en junio de 2018. Es decir, prácticamente cuatro meses antes de la consulta ciudadana para determinar si el proyecto del NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de México) continuaría en pie.

El proyecto del NAIM contemplaba la construcción de un “novedoso” aeropuerto a 15 km de la Ciudad de México, cercano a la ubicación del antiguo lago de Texcoco. La construcción ocuparía una superficie cercana a las cuatro mil hectáreas cuyo costo rondaría los 60 millones de pesos. El proyecto incluía una fuerte inversión extranjera y, entre otras cosas, era parte fundamental de la obtención del Mundial del 2026.

A pesar de esto, en octubre de 2018 AMLO, entonces candidato electo a la presidencia, lanzó una consulta ciudadana donde Santa Lucía (proyecto propuesto por él mismo), ganó con 747 mil votos a favor, frente a los 310 mil que reunió el NAIM. El actual presidente agregó: «La decisión es obedecer el mandato de los ciudadanos. De modo que se van a construir dos pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía».

El golpe para 2016

Mientras que Enrique Peña Nieto, ex presidente que aprobó el proyecto del NAIM, señaló que: «De mantenerse la decisión de cancelar la obra, a partir del 1 de diciembre, el próximo gobierno tendrá que hacer frente al pago de compromisos, los cuales probablemente requerirán el uso de recursos fiscales adicionales al impuesto que pagan los usuarios del aeropuerto». 

De acuerdo con el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, el gasto que el gobierno rondará los 100 millones de pesos, y, de acuerdo con El Financiero, hasta el 24 de abril de 2019, el gobierno liquidó ya 554 contratos. Restan  solamente 24, dentro de los cuales destaca uno por 84 mil millones de pesos, que se refiere a la construcción de la terminal del NAIM. Sin embargo, uno de los golpes más duros recayó en la propuesta de la Candidatura del Mundial de 2026. 

La conclusión, el pasaje que se está construyendo

¿Qué sucederá entonces? En primer lugar, el Comité Mexicano encabezado por Yon de Luisa, actual presidente de la Federación, tendrá que resolver este asunto. De hecho, la fecha límite para hacerlo es 2024, pues la FIFA estipula que los organizadores tienen hasta dos años antes para que se cumplan las promesas hechas.

Quedan más de tres años para que se entablen negociaciones con el gobierno actual y resuelvan la construcción del aeropuerto, o bien, que se acuda a FIFA para modificar las propuestas hechas para la candidatura. Por lo tanto, la moneda está en el aire. Tanto Andrés Manuel López Obrador y el comité organizador se encargarán de definir la situación. Dudamos que el Mundial esté en la cuerda floja, pero también que México cumpla al 100% su palabra.

 

Por: José Macuil García

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