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Jorge Ibargüengoitia

Jorge Ibargüengoitia alguna vez escribió: la mayoría de los mexicanos han visto tiempos peores, y la mayoría, también, espera ver tiempos todavía peores que los pasados. Una sentencia letal, que sin duda se puede aplicar a cualquier circunstancia de la historia  mexicana y claro, del futbol. Por que lo nuestro, es la tragedia con un aroma de comedia

¿Realidad o ficción?

De ahí, que suceda algo muy curioso en la obra de Ibargüengoitia cada vez que regresamos a ella. Pues al parecer, siempre terminan mezclándose sucesos de la vida diaria con personajes ficticios, tal y como afirma el mismo Jorge en un pequeño texto autobiográfico publicado en la mítica Revista Vuelta. Esta cuestión de: ¿realidad o ficción?, aparece también en sus crónicas y artículos. Por ejemplo, me viene a la cabeza: “Viajes en la América Ignota” de 1972, donde podemos encontrar un texto que a mi juicio, es de lo más divertido de toda su obra titulado: “Vida de los vampiros”. Quizá, por eso, nos parece normal cuando algún suceso de la vida política se asemeja a “Los relámpagos de agosto” o en su defecto, a la novela: “Maten al león”

Es decir, si pensamos un poco en los relatos que componen: “La ley de Herodes”, podemos encontrar anécdotas propias de la tragicomedia mexicana, que a cualquier persona le pudieron haber sucedido. Sin embargo, eso no quita que algunos de los cuentos de Ibargüengoitia tengan una mirada crítica sobre la realidad, ya que no todo se diluye en bromas irónicas sobre lo que acontece en la narración. Situación que, por lo demás, nos pone a pensar en lo que actualmente hubiera podido escribir sobre futbol.

Huellas del balón en su obra

Esta suposición, por más extravagante que parezca. Ha llevado a varios lectores y lectoras de la obra de Ibargüengoitia, a buscar rastros del balompié en sus textos, casi con la misma avidez, que quien busca interpretaciones alternas de alguna pieza de jazz. Sin embargo, de todo el abanico literario que dichos fragmentos exponen, yo me quedaría con el paisaje de: “Estas ruinas que ves”. Donde la pelota emerge, como un vehículo que sitúa a Cuévano en las puertas de la posmodernidad, justo al principio de la novela cuando menciona: Como siempre, al detenerse el coche frente a la entrada, se suspenderá el juego de fútbol, en lo que viene a ser el Gran Hotel Padilla. Allí, donde los chismes se codifican como un hecho fáctico a lo largo de toda la novela y uno termina preguntándose: ¿si vivimos en la era de la posverdad, cuándo fue que efectivamente conocimos la realidad?

No por nada, Guillermo Sheridan comenta de manera tan acertada, que el trabajo periodistico  de Ibargüengoitia, representa ese debate que gira en torno a la pregunta: ¿Literatura o Periodismo? Cuestionamiento clásico, en el tristemente célebre ámbito futbolístico. Ya que la crónica de un partido, también es una memoria que nos gusta compartir con el mundo. Memoria que por otra parte, muchas veces parece un cuento escrito por el autor de: “Los pasos de López”

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Por: Andrés Piña / @AndresLP2

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